Una familia de pista y campo

Weil-Restrepo

Era un hecho que un finalista y una medallista olímpica tuvieran una hija que llevara el atletismo en la sangre. Martina Weil Restrepo, primogénita de Gert y Ximena, ya la rompe corriendo como lo hacía su madre.



Esta nota fue publicada en 2018.

“¡Dale con berraquera, Martina!”, es lo que escucha a veces Martina Weil Restrepo (18) cuando se acerca a la meta de una carrera. Los gritos vienen de la ex atleta colombiana Ximena Restrepo (48), que en las tribunas la alienta efusivamente, recordando los tiempos en que ella competía en la pista. El dicho, típico de su tierra, es ideal para una recta final cuando ya no quedan fuerzas. “Significa ‘con garra’. Lo que se necesita cuando te estás muriendo”, explica la medellinense.

Martina acarrea el atletismo en sus genes. Hija mayor del lanzador de bala chileno Gert Weil (57), sexto en Seúl 1988 y de la medallista de bronce en los 400 metros planos de Barcelona '92, comenzó tarde a competir con zapatillas de clavos. Le hacía el quite, ya que no quería practicar la misma disciplina que sus padres, porque no quería sentir la presión por ser hija de dos referentes. Ellos, sin embargo, nunca la apretaron. Sólo la hacían cumplir la regla de oro: debía practicar algún deporte. El que ella quisiera.

Martina probó las pistas en su infancia, pero escogió el básquetbol y representó de forma destacada a su colegio. Hasta que en 2015 la inscribieron para un interescolar del Club Atlético Santiago y, habiendo entrenado poco y nada, le fue bien. Volvió a su casa con cuatro medallas. Desde entonces le agarró el gustito y no paró, incluso se quedó entrenando aquel verano en la capital. Además, prefiere los deportes individuales: "Soy una persona ambiciosa, que quiere obtener buenos resultados; entonces, si quiero que me vaya bien, mientras más variables puedo controlar, mejor para mí, aunque igual amo los deportes colectivos. Suena egoísta, pero es cierto".

En el último Interescolar Final fue la estrella indiscutida del máximo evento escolar a nivel nacional. Martina se colgó cinco oros en categoría Superior (100, 400 y 400 metros con vallas y las postas) y guió a su colegio, el Villa María Academy, al título. Hoy registra marcas que le auguran un tremendo futuro a nivel olímpico, sobre todo en su prueba favorita, los 400 metros, en la cual batió el récord escolar, vigente desde 2004 por Fernanda Mackena, con 55'26". La plusmarca nacional no está lejos (53'49") y además dice que añora batirla a nivel sudamericano (49'64"), hoy en manos de su madre "para que se quede en la familia".

Ximena se encarga de analizarla: "Tiene una zancada espectacular y corre muy suelta. Pienso que no es para pruebas tan explosivas, como los 100 o 200, si no que para pruebas más largas, en las que tenga más tiempo para desarrollar su técnica. Además de los 400, ella podría ser una muy buena corredora de 800. Si se quiere dedicar a saltar, también le iría bien. Para su estatura (1,83) siempre ha sido súper coordinada. Ella aprende fácil y no le cuesta corregir sus errores", dice la antioqueña, quien descarta alguna vez entrenarla. Prefiere estar apoyando desde afuera y dejarle ese trabajo a otra persona.

La joven atleta planifica con positiva ambición deportiva y también académica, su futuro. Apunta la próxima temporada a clasificar al Mundial Juvenil de Finlandia, por lo que pensó entrenar a tiempo completo, pero su interés por la ingeniería y la medicina la llevaron a decidir dar la PSU y así a optar por un cupo de atleta en la Universidad de Chile para estudiar Biotecnología Molecular. "Veo la malla y se me hace agua la boca. Me encanta estudiar. En un mediano plazo pretendo irme a Estados Unidos a seguir estudiando y compitiendo", dice entusiasta.

Se respira deporte en la casa de los Weil Restrepo. Es lo que principalmente se ve por la tele y se habla en la mesa. De todo menos fútbol, dicen. Ahí manda la velocista colombiana por sobre el lanzador, según Martina. Gert se defiende: "Es que soy minoría. Hasta la mascota es mujer". Pero curiosamente, al visitar su hogar, no hay rastros del pasado olímpico de quienes se pusieron a pololear en Corea del Sur y compitieron ya estando casados en Barcelona. Los trofeos, diplomas, álbumes de fotos y credenciales descansan ocultos en cajas y baúles. Las cintas de las preseas han sido comidas por las polillas. "Ni a Ximena ni a mí nos gusta mostrar todos esos logros ni que haya referencias a nuestra historia deportiva. Es una etapa superada", confiesa el dos veces abanderado de Chile en JJ.OO, quien no quiso posar para la foto que acompaña este reportaje con una bala, por la citada razón. Su señora, también declinó colgarse unas zapatillas de clavos. Sin embargo, lo más increíble de todo es que la medalla que ganó Restrepo y que subió al atletismo colombiano a un podio olímpico por primera vez en la historia, está perdida. Así como si fuera cualquier otro objeto. "No es primera vez que no sabemos dónde está", comenta Gert con humor, sin darle mayor importancia.

A Martina le inspiran las historias que le cuentan sus padres. Valora que el deporte ofrezca, además de la competencia, la posibilidad de conocer lugares y personas, vivir experiencias nuevas. Sintió esa atmósfera en el Sudamericano Adulto de Asunción, en junio pasado, y quedó fascinada. Era la primera vez que competía representando a Chile y debutó nada menos que subiéndose al podio. Junto a Mackena, Carmen Mansilla y María José Echeverría, Weil atrapó el bronce en la posta 4x400. Ella lo recuerda y se le dibuja una sonrisa en la cara: "No lo pude haber pasado mejor durante todo el torneo. Estoy acostumbrada al nivel y al ambiente escolar. Conocer a los demás atletas chilenos me encantó, aparte de que se daban muchos momentos relajados y buena onda".

Los Weil Restrepo, además, tienen en Franka (14) a la cuarta integrante de la tradición deportiva familiar, porque también se dedica al básquetbol y al atletismo, bajo el estandarte del Villa María, además de estar preparándose en la escuela atlética de la UC.

Martina está, por edad, algunos pasos adelante, pero recién comienza a explotar y no sólo sus genes le anticipan un buen porvenir. Desplante, actitud, pasión y ambición tiene de sobra para volar por la pista. Y cómo no, mucha berraquera.

Esta nota fue publicada en 2018.

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