El Toromiro regresa a casa

El último ejemplar fue visto en las laderas interiores del volcán Rano Kau hace más de 60 años. Se perdió una especie nativa de Rapa Nui. Hasta ahora. Desde 2006 –y gracias a seis árboles donados por el jardín botánico de Viña del Mar– que CMPC apoya y trabaja con un solo objetivo: reintroducir la especie en la isla.


El Rano Kau es imponente. Todas las postales de Rapa Nui lo destacan. Es el volcán más grande de la isla, con un cráter de un kilómetro de diámetro. Allí, entre medio de pequeñas islas de totora y una abundante microfauna también crecía otra especie nativa: el toromiro. El Sophora toromiro –nombre científico de este árbol– es un pequeño arbusto, que crece hasta una altura de tres metros en grandes masas boscosas. Tiene hojas de unos 45 centímetros y unas flores amarillas. ¿Dónde se podía encontrar el toromiro? En todo Rapa Nui. –Este era un árbol muy importante para los rapanui. Además de su uso para elaborar herramientas para labrar la tierra o para leña, con su madera fabricaban estatuillas que estaban presentes en la mayoría de los hogares y que eran objetos de culto. De hecho, existen estudios que demuestran que más del 55 por ciento de 200 piezas conservadas en museos y colecciones particulares del mundo están fabricadas con madera de Toromiro –explica Jean Pierre Lasserre, gerente de tecnología silvícola de CMPC Chile. Pero poco a poco el Toromiro fue desapareciendo. En el siglo XII, de mano de la colonización polinésica, la vegetación natural de la isla comenzó a ser reemplazada por cultivos. Al mismo tiempo, la introducción de especies invasoras como ovejas y ganado, depredaron el ecosistema donde crecía el Toromiro. Además, la sobreexplotación de su madera para tallados también fue una de las causas de su desaparición. El último árbol de toromiro en estado silvestre fue visto al interior del volcán Rano Kau. Luego de la tala del último árbol, la especie quedó identificada como “probablemente extinta”, en 1978. Y en 1994 se registró como extinta en estado silvestre. Es decir, que ya no se encuentra en la naturaleza.

El programa de conservación

Pese a que dejaron de existir toromiros en Rapa Nui, gracias a la recolección de semillas de ese último árbol, se logró mantener viva a la especie, aunque solo en colecciones privadas y jardines botánicos. Uno de ellos fue el Jardín Botánico de Viña de Mar. En 2006 este jardín botánico entregó seis árboles de Toromiro, descendientes del último árbol de Rapa Nui, a CMPC para iniciar un inédito programa de conservación. En el laboratorio de biotecnología de CMPC se trabaja sin pausa. Son varias las especies nativas que intentan recuperar. El Ruil, la Araucaria, el Hualo y el Queule son algunas de ellas. Pero hoy las miradas las concentra el Toromiro. Uno de los principales problemas para reintroducir una especie es la falta de semillas o de material genético. Gracias a a técnicas de micropropagación –reproducir varias plantas a partir de una sola semilla– CMPC logró reproducir el árbol.

Jean Pierre Lasserre explica que el principal desafío fue, primero, asegurarse que el material genético disponible correspondiera a la especie. –Existen muchos híbridos entre toromiro y otras especies del mismo género, como por ejemplo nuestro árbol nativo Pelú. Luego el mayor desafío fue entender por qué el Toromiro no ha logrado crecer en Rapa Nui –explica. Como la reproducción de la especie fue exitosa, se firmó un convenio de cooperación entre CONAF y CMPC, y se estableció un huerto de 1.000 árboles de Toromiro en la Reserva Nacional Lago Peñuelas. De ellas, hoy quedan 170, pues no todas lograron resistir las condiciones climáticas de la región.

En la actualidad la empresa apoya la investigación de la reintroducción de esta especie, con el respaldo de instituciones como la Universidad de Concepción y la CONAF. Además del apoyo de investigadores de la Universidad Lincoln, Nueza Zelandia, y la Universidad de Murdoch, Australia.

Devolver el Toromiro a Rapa Nui

¿Por qué ha costado tanto volver a insertar esta planta en la isla? Esa es una de las interrogantes que intentan esclarecer en CMPC. Lasserre cuenta que tienen dos líneas de trabajo: primero, investigar la falta de bacterias que se asocian en sus raíces. La segunda se relaciona con la silvicultura. Es decir, comprender cuáles son los requisitos del Sophora Toromiro en términos de cobertura, competencia, etc. Por su parte, la Universidad de Concepción ha firmado dos convenios de investigación con CONAF Rapa Nui, y ha puesto a disposición de esta investigación, infraestructura como laboratorios y salas de crecimiento que han permitido estudiar y multiplicar las bacterias, y realizar la selección de estas en plantas de toromiro bajo condiciones controladas. Ambos convenios han contado con la participación de tesistas de la carrera de Agronomía y personal técnico y de laboratorio. La directora de este proyecto, la doctora Macarena Gerding, explica que el trabajo colaborativo de investigación con CONAF y CMPC comenzó hace casi cuatro años con la firma del primer convenio. En una primera etapa se buscaron plantas genéticamente cercanas al toromiro, en Chile continental e insular, para explorar nódulos en sus raíces que pudieran contener bacterias simbiontes fijadoras de nitrógeno. Esta es una característica propia de las plantas de la familia de las leguminosas a la cual pertenece el toromiro. También se contactó a científicos de Australia y Nueva Zelandia, quienes colaboraron con el envío de bacterias asociadas a plantas del género Sophora, nativas de esos países.

–Se caracterizaron las bacterias en laboratorio y luego ensayos en plantas de toromiro en cámaras de crecimiento, para seleccionar aquellas cepas capaces de promover un mayor crecimiento de la planta aumentando la disponibilidad de nitrógeno. Estos ensayos fueron además validados en el vivero Mata Veri Otai, en Rapa Nui, donde las plantas inoculadas con algunas cepas bacterianas específicas han alcanzado un mayor vigor, lo que les ha permitido sobrevivir en esas condiciones por más de dos años –dice Gerding. Durante este año se podrían sembrar 200 semillas, llevar los germinantes inoculantes a la isla, “engordar” las plantas en un vivero de CONAF, preparar el sitio y plantar una hectárea de la especie, para que sus flores amarillas vuelvan a ser parte del paisaje de Rapa Nui. –Las cepas bacterianas seleccionadas se encuentran en estos momentos criopreservadas en la colección de microorganismos de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Concepción, a la espera de ser masificadas y utilizadas en nuevos ensayos en terreno –explica la directora del proyecto. Una semilla. Eso es todo lo que quedó del Toromiro después de la tala del último árbol de la especie. Y aunque no sea acompañado de las plantas de totora que lo protegían en el fondo del cráter del volcán Rano Kau, en un plazo de cinco años, según Lasserre, se podría recuperar la especie en su hábitat nativo. El Toromiro volverá a florecer en Rapa Nui.

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