El teletrabajo pasa al pizarrón: Sigue gustando, pero menos que antes

El año pasado el trabajo remoto pasó de ser un privilegio a una realidad forzada. Según una encuesta de Criteria, los chilenos tuvieron problemas para delimitar su horario laboral y para coordinar reuniones productivas. Aun así, cuando pase la pandemia son pocos los que quieren regresar a la oficina.


Antes de 2020, el teletrabajo era una opción para pocos. Un formato que se ofrecía algunos días al mes para atraer talento joven a una empresa. Una posibilidad para muy pocos que, por lo mismo, demasiados idealizaban. Pero después de un año en que los profesionales fueron forzados a dejar la oficina, ¿cómo se evaluaba esta nueva normalidad laboral? Una encuesta solicitada a Criteria por Metlife quiso responder esa pregunta. Se enfocaron en la clase media y entrevistaron a 405 hombres y 405 mujeres de todo Chile en períodos de cuarentena de 2020 y 2021.

-Quisimos indagar en cómo este grupo valora el teletrabajo y cómo percibe sus efectos en su calidad de vida. Principalmente para entender hacia dónde estarán enfocadas las nuevas demandas de salud -señala Andrés Merino, gerente general de MetLife.

Más felices a distancia

Dino Casanova (34) pasaba unas once horas diarias en la oficina. Su puesto en una de las gerencias de una empresa de software le exigía ese tipo de compromiso. Llegaba a las 8:30, sin desayunar, y dice, pasaba la mayor parte de su jornada en reuniones.

Eso cambió cuando se implementó el trabajo desde casa y el confinamiento. En su departamento, donde vive solo, Casanova comenzó a cambiar su rutina:

-Para no sentirme encerrado y manejar niveles de ansiedad y buen ánimo, empecé a levantarme un poco más temprano para hacer deporte. Como ya no tenía que trasladarme a la oficina, también empecé a desayunar y a dejarme un espacio para mí en la mañana.

Los cambios que Casanova vio en su vida, coinciden con los resultados de la encuesta. Si en 2020 un 69% creía que era muy probable el trabajo remoto mejorara su calidad de vida, un año después la respuesta se mantenía alta, aunque en 60%.

Hay, eso sí, una diferencia de tres puntos porcentuales en la apreciación entre hombres y mujeres. El 62% de ellos sostuvo que esta modalidad mejoraba su calidad de vida, versus el 59% de ellas.

La sicóloga Nerea de Ugarte da su explicación para esa diferencia:

-Durante la pandemia el trabajo doméstico dentro del hogar, entendido como el cuidado de los niños y niñas, o la presencia en las clases online, principalmente lo han llevado las mujeres. Entonces, desde esa lógica, la percepción de que la calidad de vida mejora para los hombres, claramente puede ser: porque trabajan desde su casa, tienen todas sus necesidades cubiertas ahí, no tienen que moverse y se encierran a trabajar.

Vínculos desgastados

El teletrabajo ha significado costos. Según el estudio, muchas de nuestras relaciones más cercanas han salido lesionadas producto del trabajo remoto y el cierro. Ante la pregunta ¿han mejorado las siguientes experiencias de relacionamiento?, los encuestados claramente muestran una tendencia negativa.

Si en 2020 un 43% decía que esta modalidad había sido positiva para la relación con la familia, este año un 36% aseveró lo mismo. Esa diferencia de siete puntos porcentuales es la misma que cae la relación con los amigos. Las respuestas también reflejan una caída en quienes veían mejoras en los vínculos con sus hijos (-5 puntos) y con sus parejas (-6 puntos)

Según Criteria esto se explica por un fenómeno conocido como fatiga pandémica y, también, con un aspecto específico del teletrabajo: “la falta de límites horarios que los entrevistados reportan en sus experiencias teletrabajando”, indican en la consultora.

Mujeres Presionadas

A Mauren Beals (42) la pandemia le alteró la vida. No sólo porque la obligó a repensar la forma en que entregaría herramientas educativas a los menores que asisten al jardín infantil en Puente Alto del que es sostenedora, sino que también la obligó a compatibilizar su rol profesional con el de madre. Beals vive en un departamento en Macul con su hija que asiste a cuarto básico. Lograr balancear esos dos roles ha sido un desafío para ella.

-Siento que no hay un término de jornada laboral marcada. Entre medio tengo que ver las clases de mi hija, las cosas de la casa, el almuerzo, el aseo. Siento que trabajo el doble y sin descanso, lo que me genera ansiedad. El teletrabajo no ha sido de lo más grato, es más bien un peso. Añoro volver al trabajo presencial.

Según la encuesta, un 67% de las mujeres destina más de una hora diaria a las tareas domésticas del hogar. Entre los hombres, ese grupo sólo asciende a un 49%. En términos generales, toda la población consultada está destinando más tiempo a estas tareas durante este año. Si en 2020 un 49% de los encuestados le dedicaba más de una hora al hogar, en 2021 la cifra sube a 59%.

David Carré, investigador post doctoral de la Escuela de Sicología UC, ha percibido este fenómeno.

-Con el teletrabajo se han mezclado esferas que antes estaban cerradas. Porque uno estaba en la oficina, los niños estaban en el colegio y la casa estaba separada. ¿Qué se ha visto ahora? Que en la casa hay muchas más prioridades que compiten, muchas más cosas que ocurren al mismo tiempo y es más difícil poder separar el trabajo de estas otras prioridades. Aun así, lo que se ha visto es que la productividad no ha caído de forma dramática.

Casa versus oficina

El estudio muestra que hay dos ejes que mueven las respuestas de los teletrabajadores. El primero es el de los beneficios personales. En ese ámbito, la oficina no supera a la casa en ninguno de los aspectos consultados. Según los resultados, trabajar en el hogar permite gastar menos dinero, flexibilizar los horarios, compatibilizar mejor la vida personal con la profesional y sentir menos estrés. Pero la oficina aún mantiene un terreno donde es favorita. Eso pasa cuando la conversación se dirige hacia cuáles son los espacios más cómodos para desempeñarse y dónde es más fácil sentir compromiso laboral.

Por ejemplo, un 58% siente que tiene reuniones más productivas en la oficina y un 42% en la casa. Esa cifra muestra una variación importante comparada con 2020, donde las respuestas eran 65% y 35%, respectivamente.

Lo que no ha cambiado mucho es que los teletrabajadores siguen sintiendo que cuentan con mejor mobiliario en la oficina y que ahí también sienten mayor involucramiento con la empresa. El gran apartado donde la oficina gana terreno es cuando se pregunta dónde existe mayor claridad sobre el inicio y término de la jornada laboral: en 2021 un 71% contestó que en la oficina, versus un 66% que respondió lo mismo en 2020.

-Me ha pasado en varias organizaciones que se quejan de la reunionitis. Que va mucha más gente que la que realmente termina participando -cuenta Jessy Zumaeta, directora ejecutiva de la consultora Works-. Esta reunionitis hace que uno se agende todo el día reuniones, cuando antes uno dejaba espacios para tener ciertas pausas. A mí me tocaba moverme mucho. Entonces si bien había un cansancio o una pérdida de tiempo por moverse, también había un descanso mental entre actividad y actividad al estar en ruta hacia otro cliente. Hoy eso no existe.

Un deseo híbrido

La pregunta definitiva es esta: ¿Qué preferirías cuando terminen las cuarentenas? Un 18% respondió que seguir teletrabajando, un 21% volver a la oficina y un mayoritario 61% optó por contar con flexibilidad para trabajar físicamente y teletrabajar. Según Criteria, esto debe a que “la experiencia del teletrabajo ha revitalizado valores propios de la experiencia física de trabajo en oficina: mejor espacio y mobiliario de trabajo, sentido de equipo, involucramiento organizacional y más estructura horaria; y, al mismo tiempo, ha realzado bondades propias del teletrabajo en el hogar: flexibilidad, compatibilidad entre trabajo y vida personal, y menos gasto de dinero, entre otros”.

Dino Casanova estaría dentro de ese 61%.

-Hay algunas dinámicas que funcionan mejor desde el teletrabajo, como que todas las personas están a un link de distancia. Pero también creo que hay una capa humana de relaciones que se pierde.

Casanova da un ejemplo: hay gente de su equipo que aún no conoce porque entraron en pandemia.

Los dolores del encierro

Constanza Spagui es kinesióloga y ha visto las consecuencias de quienes llevan un año trabajando en su hogar.

-La diferencia está en los desplazamientos. Nuestro cuerpo no está hecho para estar quieto por periodos prolongados, ya que nuestros tejidos se rehidratan con el movimiento. Al estar tanto tiempo quieto, los discos intervertebrales se achican, perdiendo agua. Nuestras articulaciones se ponen rígidas y nuestros músculos posturales son sometidos a cargas constantes, por lo que se fatigan. Entonces son otros músculos que no están hechos para mantener postura, los que se llevan esa tarea. Eso es lo que lleva a la descompensación del movimiento.

El estudio le pone cifras a esa realidad. Un 56% declara haber sufrido molestias corporales asociadas al trabajo, como cansancio a la vista, dolores de espalda y de cuello: cuatro puntos porcentuales más que quienes dieron la misma respuesta el año pasado. La cifra también aumenta para quienes señalan haber sufrido problemas sicológicos, pasando de 41% a 47%. A pesar de que sólo un 27% se muestra dispuesto a utilizar la telemedicina, un 75% señala que si lo haría para salud mental. Esa cifra el año pasado sólo era de 68%.

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