Javier Ibacache: “Se habló de un espíritu dialogante, pero en mi caso no hubo diálogo”

El periodista y ex director de la Unidad de Públicos del Ministerio de Cultura, Javier Ibacache. FOTO : FRANCISCO PAREDES

El exdirector de Públicos del Ministerio de las Culturas habla de su abrupta salida de la cartera. Mientras esperaba reunirse con la nueva ministra, a quien conoce, recibió un recado del gabinete a través de una funcionaria: necesitaban su cupo.


El vidente lo previno, le dijo que corría peligro en los idus de marzo, pero el César no lo tomó en cuenta. En el calendario romano correspondía al 15 de marzo, una fecha que demarcaba el inicio del año y solía asociarse con buenos augurios. Pero tras la conspiración y el asesinato del César, ocurrido precisamente el día anunciado por el vidente, los idus de marzo quedaron asociados a la fatalidad o lo funesto. En su tragedia clásica, William Shakespeare incorporó una frase ya célebre: “Cuídate de los idus de marzo”.

A inicios de mes, Javier Ibacache, entonces jefe de la Unidad de Públicos del Ministerio de las Culturas, volvió a leer la frase, y la subió a sus redes sociales. Dos semanas después, y mientras esperaba sostener su primera reunión con la nueva ministra Julieta Brodsky, recibió un llamado informal y abrupto: la jefa administrativa le transmitía un recado del gabinete de la ministra: necesitaban su cupo y requerían que entregara el cargo.

Fue el martes 15, los idus de marzo en el antiguo calendario romano. “Coincidencia significativa”, dice hoy, ante una taza de café.

Exdirector de Programación y Audiencias del GAM, el periodista y gestor cultural de la Universidad de Chile fue el fundador de la Unidad de Públicos del Ministerio de las Culturas, en 2018. Y desde ese cargo se relacionó con Julieta Brodsky, por entonces investigadora del Observatorio de Políticas Culturales. De modo que esperaba, al menos, conversar con ella en torno al Plan Nacional de Desarrollo de Públicos elaborado por la unidad que dirigía y que dependía directamente de la ministra.

-Desde el momento que hay un cambio de administración, se asume que se va a revisar todo, y en este caso, según se dijo, con un espíritu dialogante, pero en mi caso no hubo diálogo. Eso era lo que yo hubiera esperado. Y según la información que recibí, ese era el acuerdo entre la administración saliente y la entrante. Pero conmigo no lo hubo.

Especialista en formación y mediación de públicos, Ibacache es una figura reconocida en el medio cultural, y su salida del ministerio provocó reacciones de apoyo y adhesión, así como de indignación por la forma en que se concretó. Desde expresiones como “qué pena que el nuevo ministerio inicie con semejante pérdida”, hasta que la falta de deferencia de la ministra y su jefa de gabinete, que no se molestaron en hablar directamente con él, es “de una incoherencia total con los valores que dicen representar”, como posteó Óscar Contardo.

Cinco días después de abandonar el ministerio, el exdirector de la Unidad de Públicos recibió un nuevo llamado: “Me llamó la jefa de gabinete (Erika Valdés) el domingo a las siete de la tarde para ofrecerme disculpas. Me extrañó que fuera un domingo, y a esa hora”, dice. “El medio cultural en Chile es pequeño en dimensiones, donde todos trabajamos vinculados y nos conocemos. No estamos hablando de desconocidos”, observa.

Durante los tres años y medio que permaneció en Cultura, el equipo liderado por Ibacache realizó capacitaciones a más de 200 organizaciones regionales, entre ellas el Teatro Municipal de Ovalle, los centros culturales de Quillota y San Antonio. Además, ofrecieron seminarios con destacadas personalidades del ámbito, como la antropóloga mexicana Lucina Jiménez y el investigador británico Steven Hadley, que convocaron hasta 1.600 gestores culturales desde México a España y Argentina. Y elaboraron una estrategia de desarrollo en un plan nacional a tres años.

-Me interesaría que no se deseche ese trabajo, porque es un esfuerzo ministerial, no solo de una unidad, y tiene un correlato en el trabajo con las comunidades -dice.

“Es más bien un prejuicio”

Las cifras de hábitos culturales comenzaron a evidenciar una crisis en 2018. La Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados inició una serie de conversaciones sobre el tema; Ibacache fue invitado como expositor. Poco después fue convocado por el Ministerio de las Culturas, donde comenzó a diseñar un plan estratégico.

La nueva unidad pasó a depender directamente de la ministra, con el fin de desarrollar una visión global que abarcara tanto el patrimonio como las artes, los museos como las salas de teatro.

A partir de un estudio a nivel nacional establecieron relaciones con organizaciones, comunidades y centros culturales. “Cuando aparece la pandemia, este trabajo se intensifica para comenzar a pensar en las audiencias digitales”, cuenta. El trabajo realizado finalmente cristalizó en un Plan Nacional de Desarrollo de Públicos, equivalente al Plan Nacional de la Lectura.

"Quiero pensar que no es un acto político, pero como ya comenté, con la ministra no somos desconocidos", dice Ibacache. FOTO : FRANCISCO PAREDES

“El programa tiene una aspiración a incidir de manera transversal en el ecosistema cultural”, dice. Se trata de una política que busca “incentivar que las organizaciones se enfoquen en las personas, porque hay un diagnóstico que es compartido, que históricamente el sector cultural ha venido enfocándose en la actividad, en la generación de contenidos, pero la relación, el vínculo que establecen estas producciones o esos contenidos con la ciudadanía es un campo no siempre abordado. Y el diagnóstico establecía que las organizaciones culturales son agentes muy relevantes para concretar estos objetivos. Por eso trabajamos con organizaciones de contextos tan distintos, desde Isla de Pascua hasta el Teatro Municipal de La Pintana, al que acompañamos en toda la formulación de su estrategia de públicos. Eso fue lo que, en la práctica, hicimos en los territorios. En paralelo, incentivamos la reflexión sobre esta temática y durante el confinamiento de la pandemia eso se hizo más visible”.

Es una perspectiva mucho más ciudadana, no solo de consumo cultural

No puede ser de otra forma. A veces quien no está tan al día en esta temática tiende a anclar la conversación en consumo cultural, más bien desde una perspectiva económica que desde lo que profundamente significa a la participación. La conversación que se da hoy en la Convención cuando se habla de derechos culturales es en gran medida un espejo de lo que se está discutiendo en relación a los públicos. Los públicos no son consumidores, no podemos acotarlo a la sociedad de consumo. La noción de público se ha abierto a una visión que nos conecta con la participación más profunda. De hecho, la implicación parece ser la expresión más adecuada. Lo que aprendimos en pandemia es que cuando las organizaciones tienen la posibilidad de mirarse desde los públicos, de cuestionarse su quehacer y de replantearse, se abren relaciones con las personas muy significativas para la organización.

La reflexión en torno a estas materias quedó recogida en el libro Desarrollo y Formación de Públicos, disponible en la Biblioteca Pública Digital. Ibacache no oculta su deseo de haber seguido trabajando en ese plan. Pero tiene proyectos en el horizonte: el estreno en mayo de Rita, obra escrita por Gerardo Oettinger sobre dos epidemiólogas; un libro que relaciona teatro y ciencia, con textos de Isidora Stevenson, Ximena Carrera y el mismo Oettinger, así como la participación en una red latinoamericana de profesionales dedicados al público.

Una de sus últimas actividades en Cultura, el día de su salida, fue una reunión con el equipo del Observatorio de Políticas Culturales (OPC), que realiza una consulta en Chiloé encomendada por el ministerio. “Ese estudio debió estar en diciembre, pero pidieron ampliación en el plazo de entrega. Si no fuera ministra, Julieta Brodsky seguramente estaría liderando ese estudio. Puntualmente, en 2018 yo trabajé con la agrupación de Julieta y su jefa de gabinete en una serie de talleres en el Maule, con financiamiento del Estado. No estamos hablando de desconocidos; nos conocemos”.

Cabía esperar una despedida un poco más deferente, ¿no?

No quiero calificar, porque me parece que la ministra está partiendo y seguramente tiene muchos desafíos y es muy importante en estos momentos reconstruir lazos. Pero en un plano relacional me llamó la atención. Yo trato, en general, de llevar una cordialidad en los vínculos formales. Pero como no tuve ninguna conversación con la ministra, no podría calificar, ni especular. Salvo el llamado de la jefa de gabinete que me pedía disculpas por lo ocurrido.

¿Le pedía disculpas, cinco días después, por la falta de diálogo?

Claro, es que como no hay ninguna norma escrita que diga cómo proceder, pero lo que aplica probablemente es lo esperable para organizaciones profesionales. Yo me he ido de distintas organizaciones en muchos procesos de cambio y normalmente hay una conversación, un diálogo para enterarse de lo que se venía haciendo. Quiero evitar la sensación de que esto responda a un estilo, quiero pensar positivamente que quizá la falta de experiencia, el apuro, quizá la urgencia explica el pasar por encima de ciertas formas.

Usted no milita. ¿Habría sido igual si militara en un partido cercano al Presidente?

No lo sé. O sea, quisiera pensar que no, que esto no es un factor relevante.

¿No lo pensó como un sesgo político?

No, o sea, he tratado de pensarlo positivamente y creo que es más bien un prejuicio.

¿Un prejuicio porque usted venía del gabinete de Consuelo Valdés?

Yo podría especular, pero creo que esa respuesta la tendría la nueva autoridad. Quiero pensar que no es un acto político, pero como ya comenté, con la ministra no somos desconocidos. La impresión que tengo de Julieta Brodsky es de una profesional antes que la de una militante. Me costaría pensar que haya aspectos políticos.

¿Usted votó por este gobierno?

Sí.

¿Le habría gustado participar?

Cuando uno vota adhiere a un proyecto.

¿Tal vez si hubiera manifestado explícitamente sus simpatías?

No he tenido por estilo visibilizar mis votos y tampoco he usado causas a las que uno adhiere como la construcción proselitista de identidad. Yo soy de provincia, nací en La Calera, me vine a estudiar a Santiago. Y desde ese lugar conozco cómo son los usos y las convenciones y cómo se emplean estas declaraciones. Lo único que tengo es mi nombre, y sobre esto es lo que he trabajado. Y creo que si uno adhiere a una causa legítima, a un sistema político, en fin, es parte de lo que cualquier ciudadano puede ejercer. Ahora, si me preguntas si me hubiera gustado trabajar, creo que hay proyectos bien interesantes que espero que se materialicen, que fructifiquen, y si uno puede ser útil, genial. Pero no está en mi construcción la idea de voto útil o de aspirar a llegar a un cargo y para eso hacer esto o lo otro.

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