Luciano Fouillioux sobre la nueva Constitución: “En Chile llegó el tiempo de integrar a las minorías que no tenían espacios legales suficientes”

“Por coherencia, no tengo espacio conmigo mismo para votar Rechazo”, dice el abogado DC, quien fue parte del puñado de defensores de los derechos humanos durante la dictadura militar.


Luciano Fouillioux (66) tiene en sus manos una copia ajada de la nueva Constitución que indica las muchas veces que la ha leído. El texto está subrayado de principio a fin y con post-it de colores que indican los temas que, para él, son los más relevantes, entre ellos, los derechos humanos.

“He estudiado bastante el texto y he quedado gratamente sorprendido: los derechos fundamentales están muy bien tratados, quizás como nunca antes. (Toma su libro) Desde el Artículo 17 en adelante, se reconoce la protección a las personas sin diferencia de género ni edades, de las minorías sexuales, de distintas condiciones intelectuales y de los pueblos indígenas. Están consagrados todos los derechos de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, actualizados con los tratados con que se han ido ajustando en la legislación chilena. A mí sólo me basta eso para votar Apruebo”, afirma el abogado e histórico militante de la DC, desde su nueva oficina en Av. Príncipe de Gales, en La Reina.

Se ve muy seguro.

Es que más allá de algunas excéntricas actuaciones de algunos, los convencionales hicieron un gran trabajo, único en el mundo. Y con el Apruebo existe una base sólida para avanzar, incluido el perfeccionamiento del texto. Ninguna obra es perfecta y obviamente tengo mis dudas, especialmente en la plurinacionalidad. Yo creo que este país es uno solo.

Pero ese es uno de los principales sellos de esta Constitución.

En todo caso, Chile está definido (en el nuevo texto) como un Estado único, incluyendo sus emblemas y símbolos. Sí creo en la pluriculturalidad y, como dice la propuesta, nuestra lengua es el castellano, pero admite otras lenguas que existen, al igual como ocurre en muchos otros países.

¿Cuánto pesa su historia personal y su trabajo ligado a los derechos humanos en su decisión?

Mucho. Toda mi vida profesional, que ya son 40 años, he estado del lado de la protección de las personas y de las víctimas de atropellos a los derechos humanos y considero que no tengo espacio conmigo mismo para votar Rechazo. La nueva Carta consagra el derecho a la verdad, a la investigación y reparación de las violaciones a los derechos humanos pasadas, presentes y futuras.

Usted fue miembro del Tribunal Supremo de la DC, a su juicio, ¿amerita una sanción a los militantes de su partido que se encuentran haciendo campaña por el Rechazo?

No, y creo que es un error político de proporciones de la DC haber permitido que dos militantes, o los que sean, hayan llevado al Tribunal Supremo al expresidente Eduardo Frei, a Fuad Chahin y a los senadores Ximena Rincón y Matías Walker, exponiéndolos a una sanción que incluso podría llegar a ser la expulsión. Tengo muchos buenos amigos que han tomado la opción del Rechazo y los respeto completamente.

En la Convención se discutió harto sobre negacionismo…

Sí, pero al final no se aprobó nada. Es un tema muy complejo, porque el negacionismo colisiona con la libertad de expresión y, entre ambos, yo prefiero la segunda. No hay derecho humano más relevante que el derecho a la vida, a la integridad física y a la libertad de expresión que aquí (muestra su Constitución) están completamente resguardados. También está consagrado el derecho a la muerte digna bajo ciertas condiciones de término, la libertad de asociación, de reunión y de pensamiento y algunos acápites vinculados al derecho digital.

Desde el punto del derecho a la vida, ¿no es un retroceso que se establezca el aborto como un derecho?

Sí, desde el punto de vista del derecho a la vida y el acceso a la misma es un retroceso. El aborto ya está legislado en tres causales y para mí es suficiente.

También hay muchas dudas sobre el derecho de propiedad.

Está totalmente resguardado en el Artículo 78. No es efectivo que sea un derecho fácil de despojar e incluye el derecho de compensación en el caso de expropiación.

¿Qué opina del pluralismo jurídico?

Es un reconocimiento que se hace a la justicia indígena, con sus cánones, culturas y costumbres. Creo que es un tema ineludible, porque en este país ha llegado el tiempo de integrar a las minorías que existían pero no tenían espacios legales suficientes.

Fouillioux es uno de los tantos abogados que, tras el estallido social de 2019, puso en venta su oficina en el centro y se trasladó al sector oriente. “Ya no podíamos salir”, comenta con pena y resignación. Estos mismos sentimientos -cuenta- siente al ver a su colegio, el Instituto Nacional, sumido en una espiral de violencia. “Es horrible ver una confusión interna tan grande en mi colegio que, creo, es consecuencia de una enorme autodeterminación de las juventudes actuales. Se ha roto un marco normativo de comportamiento.

¿Ve posible restablecerlo en el corto plazo?

Lo que aquí ocurre es que el estallido social se produce por una acumulación de situaciones no tratadas, no corregidas y no democratizadas, que terminaron con una violencia completamente descontrolada, que si bien se intentó apaciguar y canalizar a través de la Convención, quedó instalado un estándar de comportamiento que cree posible conseguir cosas con la violencia.

Una buena parte de la izquierda e incluso de la intelectualidad chilena justificó la violencia del 18-O como impulsora del proceso constituyente, entre ellos, el exconvencional Fernando Atria.

Yo en absoluto la justifico. La violencia que vive hoy este país es una de las más graves que ha tenido en su historia, y que ya no tiene que ver en absoluto, digámoslo, con ofuscamiento político. La permisividad ha dado paso a un comportamiento que ha generado una inseguridad en la población que nunca había visto.

Ningún gobierno ha podido controlarla.

Desde el estallido en adelante, la política está muy desorientada, confrontacional, crispada. El gobierno hace esfuerzos por tratar de salir adelante, pero está con muchas dificultades. Sumemos la pandemia, la crisis económica y la violencia en las calles, estamos, no quiero decir en una tormenta perfecta, pero sí en un momento de mucha vulnerabilidad, e independiente de las posiciones de cada uno, este proceso constitucional genera incertidumbre.

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