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Manifiesto de Ignacia Pinto, residente de hotel sanitario: “Cuando nos han ofrecido cambiar las sábanas, lo hacemos nosotros”

Ignacia Pinto llegó de Tailandia y está realizando su cuarentena en el hotel Alma Cruz, en calle San Antonio.

Era una de las chilenas atrapadas en Tailandia. Estuve cerca de un mes ahí. Antes estaba en Indonesia y previo a eso estuve viviendo en Australia. Desde el 31 de marzo estoy en el Hotel Alma Cruz, en la calle San Antonio.

Paso los días junto a mi pololo. Nosotros ya sabíamos que teníamos que realizar la cuarentena obligatoria, así que estábamos tratando de encontrar una casa para poder hacerla, porque desde hace dos años que no vivíamos en Chile. En un comienzo teníamos dónde llegar, con nuestras familias, pero cada uno tenía un pariente del grupo de riesgo. Mi papá, por ejemplo, padece de cáncer, entonces debíamos estar aislados. Por este motivo, tuvimos que tomar la opción de un hotel sanitario.

La gente de la Seremi de Salud fue muy insistente. A los tres días desde que llegamos, una persona de la Seremi vino a preguntarnos nuestros datos y nos dio la opción de subirnos a un bus para movernos a otro lugar fuera de Santiago, donde pudiéramos hacer la cuarentena. No sabíamos si lo podíamos tomar, porque nuestra idea era evitar subirnos a un bus por la posibilidad de contagiar o contagiarnos, y le dijimos a él que nos diera un tiempo para ver si nos podíamos conseguir un auto con mi familia. Un día él vino a buscarnos y le dije que no pudimos conseguir el auto, así que no nos íbamos a ir y me empezó a pedir explicación, porque decía que yo ya estaba inscrita en la lista. Yo le dije que no me había inscrito en ninguna lista y que no me iba a subir a ningún bus, porque era riesgoso. Nosotros no cedimos. Tenemos un amigo al que le dijeron que si no se iba en ese bus, porque él es de Antofagasta, lo iban a sacar con Carabineros.

Dentro de todo, estamos contentos. Nos sentimos privilegiados, en el sentido de que solo una persona que viaja tiene acceso a este tipo de hotel sanitario. Hay 22 personas en cuarentena acá. Ha sido buena la atención, nos dan tres comidas al día en un lugar cómodo, lindo y limpio. Pero igual ha sido intenso. No porque sea un lugar lindo es un lugar agradable para estar encerrados 14 días. Es una habitación con dos camas, más una habitación ejecutiva. Somos dos y a veces se hace un poco chico. Las ventanas están selladas por la altura, entonces es imposible abrirlas y uno está acostumbrado a ventilar la pieza. De todas formas nos sentimos seguros, porque no hemos expuesto a nadie.

Nunca nos dieron instrucciones de cómo tener contacto con la gente de acá. Decidimos tomar las distancias que se recomiendan. Una persona viene todos los días a limpiar el baño y nosotros nos quedamos en la pieza hasta que se va. Nosotros le dejamos la basura que tenemos en el tacho, para que no tenga que entrar a la pieza, y cuando nos han ofrecido cambiar las sábanas, lo hemos hecho nosotros.

Supuestamente estuvimos en contacto con un positivo. Nuestra cuarentena finalizaba el 14 de abril, pero el 8 de abril nos llamaron del Ministerio de Salud para decirnos que habíamos tenido contacto con una persona contagiada, pero nunca nos dieron el dato de dónde ni quién fue. El lunes nos pusimos en contacto con la Seremi, para saber cuál es el protocolo de salida y el martes nos mandaron a hacer el examen. El resultado fue negativo, pero por eso ha demorado mi salida.

Entre organismos no hablan. Nos llamó la atención que el Minsal no habla con la Seremi y la Seremi no habla con la red de asistencia. Cuando tuvimos que ir al hospital a hacernos el examen, nadie tenía idea que nosotros estábamos ahí por ese motivo. Hay una falta importante de comunicación en toda la red de salud.

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