Mar. Mis mejores recuerdos familiares son en el mar, en Algarrobo, donde aprendimos a navegar junto a mi papá y mis hermanos. Nos enseñó a tomar firme el timón en las tormentas, a tener siempre un rumbo definido y a reconocer las estrellas en la noche.

Aprendí de dolores y fracasos y agradezco cada experiencia vivida. Me siento mejor persona ahora que antes de haberlos vivido.

Risa y humor permanente. El humor en los momentos complicados es esencial.

Cruzada de corazón, desde siempre. El mejor regalo para un Día de la Madre, de mis niños cuando eran chicos, en el colegio, fue una tarjeta en que me agradecían "por haberlos hecho ser de la Católica".

Educación pública de calidad, nada nos va a desviar de dedicar todo nuestro esfuerzo, como Gobierno, a esa tarea por años postergada en razón de otras reformas o prioridades.

Leo, en los momentos más duros que tiene la actividad política, una carta que me escribió mi papá el año que salí del colegio, en que me anticipaba las dificultades y alegrías que tendría seguir un camino de servicio público.

Altura de miras, no me pierdo en peleas chicas. Me gusta confrontar argumentos y defenderlos con pasión. Pero procuro nunca entrar en pequeñeces. Esa garantía la tendrán siempre mis adversarios políticos. Cuido mi libertad. No permito que nadie, ni tampoco el peor de los ataques personales, condicione o determine mi propia manera de responder, siempre con respeto.