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En busca de la estabilidad perdida

Es altamente probable que sea precisamente la percepción de inestabilidad y falta de orden la que ha llevado al candidato de Apruebo Dignidad a estancarse en las encuestas. Estas últimas son crecientemente falibles a la hora de predecir quién ganará una elección, pero cuando se trata de recoger la percepción de los chilenos sobre los temas que más les preocupan, tienden a reflejar bien la realidad. Y la preocupación por el orden y la estabilidad ha vuelto a niveles previos a la crisis del 2019.

Sebastián Depolo Presidente de Revolución Democrática

Alarmantes fueron los dichos de Sebastián Depolo, secretario general de Revolución Democrática, en entrevista con un medio nacional. En ella, el abanderado de Apruebo Dignidad dio a entender que el proyecto político al que representa pretende introducir mayores grados de inestabilidad al país. Las transformaciones que requiere Chile, a juicio de Depolo, justifican mayores niveles de incertidumbre. Si bien el secretario de Revolución Democrática se retractó del modo en que la formuló, lo cierto es que la tesis de fondo no ha cambiado, ni en Depolo, ni en el modo en que su candidato presidencial intentó ponerle paños fríos a tan poco feliz expresión.

¿Cuál parece ser la tesis de fondo? Que el gobierno actual prometió estabilidad y no lo ha conseguido, en parte porque esta se logrará una vez que Chile emprenda transformaciones profundas que se hagan cargo de los problemas sociales que se evidenciaron a partir del 18 de octubre de 2019. Sin dichas transformaciones, pareciera no haber modo de alcanzar estabilidad política y social.

Este modo de entender lo que ocurre hoy en Chile tiene varios problemas. El primero y más evidente es que si bien la inestabilidad que vive el país es en parte explicable por un descontento social que tiene causas muy profundas, hay varios aspectos de ella que tienen su origen en iniciativas que han sido respaldadas (y muchas veces promovidas) por quienes apoyan a Gabriel Boric. Los ejemplos más ilustrativos tienen que ver con el tono condescendiente con la violencia y el apoyo a proyectos que, a todas luces, han afectado nuestra estabilidad monetaria.

Segundo, hay que tener una opinión bastante alta de uno mismo para pensar que son justamente las transformaciones sociales que promueve mi coalición las que mitigarán las tensiones sociales que vive Chile. Sabemos que las causas del descontento social son múltiples y que aún no tenemos un diagnóstico tan claro de lo que ocurrió a contar de octubre del 2019. Aun si lo tuviéramos, no hay que olvidar que un programa de gobierno rara vez se implementa como está pensado, dado que es inevitable que surjan circunstancias inesperadas, junto con que es necesario salir a buscar acuerdos que hagan posible su cumplimiento. ¿Cómo quedarán esas transformaciones después del proceso político ordinario? La experiencia del gobierno de la Nueva Mayoría debería servir de antídoto ante cualquier solución simplista a la crisis social que atraviesa nuestra patria.

Tercero, es altamente probable que sea precisamente la percepción de inestabilidad y falta de orden la que ha llevado al candidato de Apruebo Dignidad a estancarse en las encuestas. Estas últimas son crecientemente falibles a la hora de predecir quién ganará una elección, pero cuando se trata de recoger la percepción de los chilenos sobre los temas que más les preocupan, tienden a reflejar bien la realidad. Y la preocupación por el orden y la estabilidad ha vuelto a niveles previos a la crisis del 2019.

En suma, la tesis según la cual las transformaciones profundas que promueve Gabriel Boric mitigarán la crisis social que vive Chile depende no solo del contenido de dichas transformaciones, sino de un diagnóstico más profundo de la realidad nacional. Y, en ese frente, es altamente preocupante constatar que para alguien como Depolo baste una disculpa pública para calmar a quienes se alarmaron por sus dichos. Si bien el escándalo que estos provocaron puede leerse como defensa del statu quo, lo cierto es que la estabilidad es una preocupación legítima ante el futuro de Chile y algo más que una simple bandera de la derecha.

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