“Estuve hospitalizado en Espacio Riesco”: pacientes destacan su experiencia en el adaptado centro de eventos

Si bien en un inicio Espacio Riesco estuvo pensado para la atención de pacientes no Covid-19, terminó siendo destinado para atender pacientes con el virus que necesitaran de cuidados mínimos o intermedios.

Aunque estaba destinado a aplacar la demanda por hospitalización de patologías distintas al Covid-19, terminó convirtiéndose en un hospital de mediana complejidad para infectados con el virus que salían del riesgo más crítico. "Para mí fue grato ir a Espacio Riesco. Me venían a ver a cada momento", dice una de las casi 700 egresadas del recinto de emergencia que cerrará durante este mes.


María Saavedra, de 87 años, tiene claro dónde se contagió de Covid-19. Fue un día a mediados de junio que tomó unas bolsas que traía su nieta que trabaja como enfermera. “A pesar de que mis hijas ya me habían advertido que no tomara nada, yo llegué, tomé unas bolsas y las eché a la basura. Eso tiene que haber sido, porque yo no he salido de la casa, para nada”, recuerda. A ella, le siguió el contagio de su nieta y de sus hijas.

Tras unos días internada en la Clínica Indisa, María evolucionaba lento pero positivamente. Los médicos destacaban que se mantuvo en ventilación mecánica no invasiva y, a pesar de su edad, nunca llegó a agravarse para ser intubada. Su estado permitía que finalizara su recuperación en un recinto de menor complejidad: el Centro Hospitalario Huechuraba.

Ahí llegó el 5 julio, aún con dolores corporales, poco apetito, pero estable. El alta se la dieron 11 días después, el 16 de julio, y de ese período, comenta que agradeció al personal médico antes de irse. “En la clínica estaba sola en una pieza, en Espacio Riesco a mi lado tenía una “vecina” de internación, conversábamos, al otro lado había otra más. Veía pasar las enfermeras, doctores, me entretenía. Para mí fue más grato, me venían a ver a cada momento”, dice.

También destacó la dedicación. “Nos retaban cuando no comíamos, nos traían postre, desayuno, almuerzo. Yo estaba mala para comer y me reclamaban porque no comía. Eso yo lo agradezco enormemente. Por la edad mía, que me atiendan así, lo encuentro excepcional”.

De recinto de emergencia, a hospital Covid-19

En su peak, el Centro Hospitalario Huechuraba llegó a atender cerca de 250 pacientes simultáneamente, y en junio, en uno de los días de mayor demanda, llegaron a tener 40 ingresos en 24 horas, comenta una de las enfermeras supervisoras del recinto, María José Mosquera. Los 60 casos que quedan al día de hoy ya están estables, y la mayoría corresponden a “casos sociales”, como personas en situación de calle, explica Mosquera.

Lo ideal, comenta la enfermera, es tener resuelta la situación de estas personas antes del 7 de agosto, para comenzar a desmontar Espacio Riesco el 10 de agosto, pero aclara que el recinto se mantendrá abierto hasta que sea necesario. De estos casos, muchos necesitan albergue o residencia sanitaria para continuar su recuperación de las secuelas propias del Covid-19; o definir residencia en el hogar de algún familiar, para no tener recaídas o un nuevo contagio de la enfermedad.

Mosquera fue contactada pues su carrera siempre ha sido en las Unidades de Paciente Crítico. En Espacio Riesco, además de tener tres módulos a cargo, de 23 pacientes cada uno, tuvo también un rol de “docente”, como ella define. “Teníamos mucho personal, pero como era contingencia, no era personal experimentado en el área. La mayoría de nuestros chicos eran recién egresados y funcionó como una buena escuela para ellos también, porque aprendieron a formarse laboralmente, hicimos un poco de docentes, los capacitamos constantemente”, comenta.

Aunque en un inicio Espacio Riesco estaba destinado como un recinto de emergencia para aplacar la demanda por hospitalización de patologías distintas al Covid-19, terminó convirtiéndose en un hospital de mediana complejidad. “Lo más difícil fue armar un área clínica donde no existía nada clínico”, explica la enfermera. Como saldo final, señala Redes Asistenciales, en el Centro Hospitalario Huechuraba solo hubo 6 contagios entre el personal de salud.

Paciente atendido por kinesiólogo en el Centro Hospitalario Huechuraba.

Óscar Vargas (71) es otro de los pacientes que estuvo internado allí. A fines de mayo, desde su Cesfam, en un inicio lo habían enviado a su casa por un cuadro respiratorio, aunque días después se confirmó el diagnóstico de Covid-19. Cree que se contagió en su única salida diaria: al almacén que está cerca de su hogar, donde a los días después, murió la dueña a causa del virus. Estuvo internado con ventilación no invasiva en el Hospital San Juan de Dios hasta mediados de junio, hasta que estuvo estable para ser trasladado y ceder su cupo a pacientes de mayor complejidad.

En Espacio Riesco estuvo apenas cinco días, mientras terminaba su recuperación. Entre las secuelas, Óscar había perdido el tono muscular, además de una reducción en su capacidad respiratoria que lo cansa al caminar. En esos días de recuperación, recibió atención de kinesiólogos. El 22 de junio finalmente fue dado de alta.

“Estuve con cables, bien complicado. Ahora he salido adelante. A Espacio Riesco fui a recuperarme. Fue muy buena la atención, muy atentos”, señala.

En tanto, María Saavedra, que también egresó de ahí, todavía se mantiene con oxígeno pero en su hogar. “Ayer me llevaron al médico y me encontró excepcional el doctor, pero me falta todavía, tengo que estar con naricera, recuperar capacidad respiratoria y motora. Me estoy vistiendo sola y ahora ando sola, con bastón eso sí”.

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