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“Las personas están buscando negociar con este trauma”: La visión de una experta sobre las polémicas y peligrosas aglomeraciones navideñas

Muy criticable si se arriesgan contagios, sí. Pero la arquitecta Liliana de Simone, directora del Observatorio de Consumo, Cultura y Sociedad OCCS, de la Facultad de Comunicaciones UC, lee también que "personas que se pueden haber cuidado durante todo el año, hoy día están negociando consigo mismas participar en este rito de consumo, porque es parte del calendario que otorga significado a nuestras vidas".

“Yo no critico, yo busco comprender por qué la gente lo hace”, reflexiona Liliana de Simone, Directora del Observatorio de Consumo, Cultura y Sociedad OCCS, de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Católica, al desmenuzar los complejos porqués detrás de las imágenes de aglomeraciones en busca de compras navideñas arriesgando más contagios y más decesos, y que llevaron a autoridades como la alcaldesa de Providencia, Evelyn Matthei, a advertir que “no vale la pena morirse por comprar un regalo más”. La arquitecta -magister en desarrollo urbano y con doctorado en estudios urbanos UC- dice que el peso de las tan criticadas escenas no puede caer sólo en los consumidores y que hay que entender el sentido histórico que tiene esta festividad. Ello, sobre todo después de meses de encierro y distancia con familia y amigos.

¿Qué explica que la gente tenga la necesidad de ir a los centros comerciales a comprar a pesar de la crisis sanitaria que estamos viviendo?

Explica muchísimas aristas. Desde marzo estudiamos los cambios en los comportamientos de los consumidores frente a la pandemia. Hay distintas etapas de lo que estamos viviendo. Cuando vemos que la gente se aglomera en los centros comerciales, en la calle y barrios comerciales, es porque las personas están buscando negociar con este trauma que todos hemos vivido. Y desde la negación o también desde la angustia y la tristeza. El simbolismo de la Navidad, lamentablemente, nos gusté o no, es materialista, y las personas van juntas a cargar de significado material estas fechas.

Algunos expertos mencionan que la gente está saliendo de sus casas para enfrentar la realidad dura de este año. ¿Esto se puede considerar como parte de la negociación con ese trauma?

Sin duda, porque el consumo es un normalizador de la rutina diaria de nuestras vidas cotidianas. En el mundo, en la sociedad de consumidores en la que estamos insertos, el consumo es parte de un eje normalizador de la rutina de las personas. En ese sentido, ir a comprar es parte de una noción de construcción de normalidad, de negociación con la situación que las personas están teniendo. Por supuesto que va en contra de cualquier tipo de recomendación sanitaria en este minuto. Una aglomeración es lo que menos debiéramos estar haciendo, pero debemos tener empatía para entender por qué las personas están haciendo estas acciones y no cargarlas de moralidad, de decir “son buenos o malos” los que las están haciendo. Debiéramos haber planificado mejor este momento para que hace dos meses hubiese habido campañas de salud pública, de concientización, diversificación de las alternativas para que las personas pudiesen tomar una mejor negociación, cada una de ellas frente a la situación de la pandemia.

¿Hay un contrasentido entre una crisis que para ciertos intelectuales apunta al modelo de desarrollo chileno y el consumismo que se ve por estos días?

De las cosas más complejas sobre la sociedad de consumidores es que este es un momento de la historia humana cargado de contradicciones. Esa contradicción es difícil de aplicar a grandes movimientos sociales como los que hemos vivido desde el 2019. En ese sentido hay varios psicólogos y sociólogos que han planteado que la movilización ciudadana no plantea un abandono del consumo. Lo que observamos era un cuestionamiento de por qué este consumo no era más justo, más equitativo y equivalente para los miembros de la sociedad. Estamos viendo muchas contradicciones al mismo tiempo: las personas pueden estar cuestionando la sociedad de consumo, pero lo de este momento es una acción que les nace de lo más atávico, de lo más antropológico, que es regalar y recibir cariño a través de bienes.

Ud. dice que hay que tener empatía. ¿Es decir, no es criticable que las personas se aglomeren en este contexto en los mall?

Yo no critico, yo busco comprender por qué la gente lo hace. Yo estoy de acuerdo que hay muchos epidemiólogos que tienen completamente toda la razón y tienen el derecho a decir por qué está mal. Si entendemos la Navidad con su rito de intercambio de regalos, entendemos que la gente está dispuesta a sacrificar, a consumar ciertas cosas que para otros podrían ser no sacrificables, como el miedo, la tranquilidad de no haberte contagiado, o incluso no contagiar a otros. El consumo se constituye en un rito y todos los participantes de este rito acuerdan tácitamente, inconscientemente, a valorar de la misma manera las distintas actitudes en las que están participando, y hay ciertas cosas que están validadas socialmente durante este rito, que no lo están en otros momentos del año o de la sociedad. Personas que se pueden haber cuidado durante todo el año, hoy día están negociando consigo mismas participar en este rito de consumo, porque es parte del calendario que otorga significado a nuestras vidas.

¿Cuánta valoración ética se le puede realizar a esto de las aglomeraciones y la supuesta poca preocupación de la gente al ir a comprar a pesar de la pandemia?

No lo veo así. Yo veo que hay muchas alternativas que podrían haber sido comentadas con tiempo. Nosotros hemos estado monitoreando muchas estrategias, por ejemplo, del gobierno de Croacia o el gobierno de Escocia que hicieron campañas comunicacionales fabulosas sobre comprar local para apoyar al pequeño emprendedor y permitirle subsistir a esta crisis, pero también para evitar las conglomeraciones. No podemos esperar que los consumidores tomen estas decisiones por sí solos, o que incluso los grandes retailers que también adentro tienen a pequeños arrendatarios que van pasando bastante mal, tomen decisiones. Esas decisiones que deben venir desde la autoridad. Que no solamente tienen que nacer desde la prohibición. Yo no le veo mucho de ética al juicio moral, creo que es más circunstancial.

Lo que sí me pareció interesante, fue esto de las falsas morales, las contradicciones que podrían existir frente a decir “yo compré todo y me llegó a la casa. Yo no compré en este centro comercial”. Eso es un desconocimiento de los eslabones humanos de las redes, de las personas que trabajan para que esta logística de delivery funcione. Veo que hay una neblina, una necesidad de visibilizar el comercio desde un debate no valórico para entender que todos consumimos en algún minuto. Si consumimos cosas que consideramos que son menos dañinas que otras, es consumo igual, porque el consumo es parte de la sociedad en la que vivimos.

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