Memoria viva del carbón: Lota será postulado a Patrimonio de la Humanidad ante la Unesco

Acceso a la mina Chiflón del diablo.

El subsecretario del Patrimonio, Emilio de la Cerda, confirma que se ha dado un paso esencial en este proceso: la mina Chiflón del diablo, el Parque Isidora Cousiño, la planta hidroeléctrica Chivilingo y el sector de Chambeque entran a la lista tentativa de nuestro país. “Estamos muy contentos, y vamos a tener que estar a la altura”, dice Elizabeth Aguilera, presidenta de la Mesa Ciudadana de Lota.


Durante 150 años, fue el motor del desarrollo de nuestro país. Sin el carbón lotino, no podrían haberse consolidado ni la industria del salitre ni la del cobre, porque ese carbón era el combustible de los hornos reverberos.

La mina cerró en 1997, pero Lota ocupa un lugar privilegiado en la memoria nacional. Combinación única de hazaña ingenieril y tragedia humana, con un complejo y pionero sistema de galerías subterráneas que conducía a niños, adultos y ancianos hasta 500 metros bajo el nivel del mar, además de la primera central hidroeléctrica que se construyó en el país y la segunda de Latinoamérica.

Pero, además, la cultura lotina ha heredado a todo un país legados culinarios como la carbonada y el pan minero, y una historia de sindicalismo y capacidad colectiva de reacción ante la adversidad que sigue igual de viva y que hace años articula una frase: “Lota, Patrimonio de la Humanidad”, como lo confirma Elizabeth Aguilera (65), presidenta de la Mesa Ciudadana de Patrimonio, Cultura y Turismo de Lota, que es una asociación que reúne a 24 organizaciones de la sociedad civil, desde centros comunitarios hasta juntas de vecinos y grupos de profesionales jóvenes.

“Es un anhelo viejo, ya en 2003 se hablaba de eso, y una vez se juntaron cinco mil firmas”, dice.

Una aspiración que ahora da su primer paso formal para convertirse en una realidad, porque Lota será inscrita en los próximos días en la lista tentativa de nuestro país para los sitios Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.

La ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Consuelo Valdés, destaca que se trata de un “antiguo anhelo de la comunidad lotina para hacer de su patrimonio un factor clave para potenciar y proyectar su desarrollo hacia el futuro. Actualmente Lota se encuentra en una situación de mucha necesidad y vulnerabilidad. El cierre de la mina significó para sus ex trabajadores y habitantes tener que enfrentarse a complejos procesos sociales, culturales y económicos”.

La secretaria de Estado anuncia que “durante los próximos días el Estado de Chile enviará el formulario para presentar al Conjunto Minero de Lota, a la Lista Tentativa del Patrimonio Mundial Unesco. Este es el primer paso formal para la futura postulación y un hito clave para lograr y llevar a cabo finalmente dicha inscripción”.

La complementa el subsecretario del Patrimonio, Emilio de la Cerda: “Esto es un hito fundamental, porque hasta ahora lo que había era la voluntad de las comunidades, la pasión, y con esto damos un paso formal para la postulación de Lota. Estamos decididos a avanzar en esto”.

El arquitecto destaca, además, que los últimos bienes que han ingresado a la lista tentativa han seguido adelante en el proceso: el Qhapaq Ñan que fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 2014, y las Momias Chinchorro, que se postularon el año pasado y serán evaluadas este año, en la convención que se realizará en China. “Lota entra ahora en ese derrotero que ha sido de continuidad”, apunta De la Cerda.

“Fue el motor del desarrollo de Chile por 150 años”

“Lota viene a completar una tríada de patrimonio industrial de Chile, que ya están en la lista de la Unesco. Humberstone y Santa Laura, con el salitre, y Sewell, con el cobre. Lota representa a la cuenca del carbón”, agrega el subsecretario.

Para Elizabeth Aguilera, “éste es un paso muy importante. Para nosotros, significa que el Estado está reconociendo que el patrimonio lotino es un patrimonio internacionalmente válido, que es algo que sentimos que el Estado nos debe, porque Lota y toda la cuenca carbonífera fueron el motor del desarrollo de Chile por 150 años”.

La dirigenta agrega que “estamos muy contentos, pero sabemos que es un paso. Si Dios quiere, y quedamos inscritos como Patrimonio de la Humanidad en la Unesco, sabemos que ese no es un fin último, sino una herramienta valiosísima, y como comunidad vamos a tener que estar a la altura. Será una puerta a un desarrollo enorme, porque podremos transformar el turismo cultural en una fuente de trabajo y desarrollo”.

El Conjunto Minero de Lota se extiende por 180 hectáreas y lo integran cuatro elementos. Dos son bien conocidos y han sido explotados turísticamente; el Parque Isidora Cousiño y la mina Chiflón del Diablo. Los otros dos son la planta hidroeléctrica Chivilingo y el sector de Chambeque. Todos fueron declarados Monumento Histórico entre 1990 y 2014. Se suma, como zona de amortiguamiento, el área urbana de Lota Alto, reconocida como Zona Típica.

Central hidroeléctrica de Chivilingo, la segunda de Latinoamérica y la única de su tipo que sigue en pie en el mundo. Foto: Consejo de Monumentos Nacionales.

En junio de 2019, cuenta el subsecretario Emilio de la Cerda, dieron inicio al “Plan Lota, hacia un sitio de Patrimonio Mundial”, con el concurso además del Consejo de Monumentos Nacionales, el Servicio Nacional del Patrimonio, la Corfo, la Subdere, la Municipalidad de Lota, el Gore, el Minvu y el MOP, y articulando mesas de trabajo con académicos de las universidades de Concepción y Biobío y la comunidad local, organizada en la Mesa Ciudadana de Lota.

Asimismo, se activó un comité interministerial para implementar efectivamente la Convención de Patrimonio Mundial de la Unesco de 1972, con los subsecretarios de Cancillería, y los ministerios de las Culturas y de Medioambiente.

Pero el trabajo ha sido mucho más largo que eso, pues era necesario articular distintas instituciones y comunidades, además de hacerse cargo de los graves daños ocasionados por el terremoto de 2010 en la zona. El propio subsecretario viajó en 2011 a dimensionar el deterioro, y como resultado de ello se iniciaron varias acciones de recuperación en paralelo, por ejemplo, de los pabellones mineros y del complejo industrial completo, y también se trabajó para proteger legalmente toda el área.

Así, en 2014 se declaró Monumento Histórico el sector industrial, y hoy ya se encuentra bien delimitado, recuperándose áreas que habían quedado dentro de plantaciones forestales o que se usaban incluso para camping. Luego se restauró el Teatro de Lota, y ahora se está trabajando en la Casa Jacarandá, que es el portal de entrada al Parque Lota, con el objetivo de realizar restauraciones integrales.

La Casa Jacarandá requiere una restauración integral: se están reconstruyendo sus cimientos actualmente. Foto: Subsecretaría del Patrimonio.

También se está iniciando la recuperación de las muy deterioradas instalaciones de Chivilingo, que, explica De la Cerda, “fue la segunda central hidroeléctrica de toda Latinoamérica, y la primera de Chile”. Funcionaba a través de unos estanques y la gravedad, y entregaba la energía necesaria a la actividad extractiva. Fue un hito de la ingeniería mundial de la época, y es la única de su tipo que se mantiene en pie en el planeta.

Además, se cambió al administrador de los sitios del parque y de la mina Chiflón del diablo, que había salido cuestionado incluso en un plebiscito que realizó el municipio, y asumió este rol Pro Cultura.

Valor universal excepcional

Para convertirse en Patrimonio de la Humanidad, un sitio debe contener un valor universal excepcional. En el caso del Conjunto Minero de Lota, sus atributos tienen varias dimensiones. Por un lado, están los mantos subterráneos de carbón y el yacimiento, que se ubica en la profundidad del Océano Pacífico, 500 metros bajo el nivel del mar, y con una extensión de cerca de cinco kilómetros desde la costa y una superficie de 42 hectáreas. Consiste en un sistema de túneles, galerías, sistemas de ventilación y desagües, que fueron elaborados con métodos constructivos pioneros.

La dimensión urbana reúne dos atributos: Lota Bajo obedece al damero, como la mayoría de las ciudades de influencia hispana, pero Lota Alto, sigue el esquema urbano de las company town, con viviendas diferenciadas para obreros, administradores e ingenieros, asociándose a los flujos del ferrocarril y a la geografía misma, lo que lo hace muy singular. De la Cerda destaca también la cultura lotina: “es una cultura muy potente, que se mantiene hasta hoy muy viva, de sindicalismo y de cultura colectiva, además además de tradiciones muy notables como el pan minero y la carbonada”.

El pan minero es uno de los legados culinarios de Lota. El otro es la carbonada. Foto: Pablo Retamal.

Otro atributo fundamental es la doble dimensión épica y trágica. “Es una hazaña de la humanidad en cuanto a adaptarse a un territorio; explotar los mantos de carbón subterráneo representó un enorme desafío técnico por la extracción del agua que permea las galerías por la capilaridad, hubo que reforzar esos mantos de la mina y poder así recorrer los piques submarinos”, explica De la Cerda.

Los riesgos asociados a esta labor diaria son el elemento trágico. “Baldomero Lillo supo describir con su naturalismo el impacto social de los accidentes, las explosiones de gas, la muerte de esta gente que se metía mar adentro. Todos los lotinos son ex mineros o hijos o nietos de mineros y tienen historias dramáticas familiares”, apunta el arquitecto.

Elizabeth Aguilera hace un contrapunto desde su historia familiar. Nacida y criada en Lota, lleva 42 años viviendo en el Pabellón 20. “Mi abuelo, mi papá y mi marido trabajaron en la mina. Tengo en la sangre la cultura lotina. Como cualquier trabajo extractivista, en la mina desafías a la naturaleza, así que tienes que esperar que la naturaleza siga sus leyes. Cuando hay hombres horadando la tierra a 500 metros bajo el mar, por muchas precauciones que tomaran siempre había accidentes; o había desprendimientos de tierra, o se daban vuelta los carros, o había gas grisú”, comenta.

La dirigente agrega que “era un trabajo de alto riesgo y con muchas pérdidas de vida. Estamos recopliando cuántos mineros murieron en la mina y ya llevamos más de mil. Y muchos otros quedaron con secuelas serias. Era un trabajo duro, tu sabías que tu papá se iba a la mina, pero no si iba a volver, y eso después te pasa de nuevo con el marido, todos los días”.

Elizabeth Aguilera reconoce, además: “Nos costó tomar conciencia del valor de nuestro patrimonio, porque crecimos así, lo veíamos como algo natural. Pero en estos doce años hemos aprendido mucho, y ahora con el Plan Lota, de la Subsecretaría del Patrimonio, y la conjunción de tantas instituciones públicas, las universidades y pudiendo participar también nosotros, sabemos que seguiremos avanzando en esta lucha por proteger nuestro patrimonio cultural”.

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