La Tercera PM

Recursos naturales, tecnología y el mito del escaso valor agregado

La creencia sobre el supuesto escaso valor agregado de nuestros productos y exportaciones, parece asumir que la producción ligada a recursos naturales no requiere de transformación, ni de sofisticación tecnológica. Algo así como que el cobre aflora, que la celulosa consiste en simples rollizos o que los berries crecen como maleza. Nada más alejado de la realidad.

cobre-1023x573

Una afirmación recurrente en nuestro debate económico es que nuestra estructura productiva y exportadora, con énfasis en recursos naturales, sería de escaso o nulo valor agregado. Por lo mismo, que nuestro desarrollo supondría dejar atrás tal lógica "extractivista" para generar "verdadero valor agregado". Lo cierto es que este tipo de juicios tienen más de mito que de verdad.

En primer lugar, vaya obviedad, hay valor agregado en la producción asociada a recursos naturales si su valor es mayor que el del costo en bienes y servicios intermedios necesarios para producirlos. En una economía de mercado esto queda asegurado: de lo contrario, nadie los produciría. El hecho de que la sumatoria de todos los valores agregados se subsume en el PIB solo viene a confirmar esta obviedad. Su multiplicación por seis desde 1990 es el correlato de la alta agregación de valor y riqueza generada en estas décadas.

A su vez, de acuerdo a la OCDE, el valor agregado doméstico bruto de las exportaciones chilenas se ubica en la parte alta de los países OCDE. Dicho valor agregado no es muy distinto del Nueva Zelanda o Australia, países intensivos en recursos naturales y a los que no se les pasó por la cabeza renunciar a ellos para lograr su desarrollo.

La creencia sobre el supuesto escaso valor agregado de nuestros productos y exportaciones, parece asumir que la producción ligada a recursos naturales no requiere de transformación, ni de sofisticación tecnológica. Algo así como que el cobre aflora, que la celulosa consiste en simples rollizos o que los berries crecen como maleza. Nada más alejado de la realidad.

Para ilustrar el punto, tomemos el caso del cobre. Este vale poco y nada si no es económicamente viable extraerlo. Para lograrlo, hoy se incorpora mucha tecnología de punta. Se sorprenderá el lector de saber, por ejemplo, que la minería subterránea de la división el Teniente de Codelco se maneja remotamente a kilómetros de distancia en una sala de operaciones más propia de una firma tecnológica que de una faena minera. Lo mismo con la división Ministro Hales ubicada en el norte grande pero operada desde Santiago.

La tentación de ligar valor agregado solo con productos tecnológicos o de alta manufacturación es parte de lo que Paul Krugman denomina "internacionalismo pop". Una postura tan errónea como dañina y no muy distinta de la sesentera idea implementada en América Latina y Chile con conocidos resultados. Lo cierto es que cuando Chile producía autos (a punta de subsidios y protecciones), no solo no agregaba valor, sino que lo destruía. Al final del día, la noción básica de ventaja comparativa no puede ser soslayada.

Lo anterior no significa que la ventaja comparativa sea estática o que la política pública no juegue un rol importante, principalmente resolviendo fallas de coordinación, en facilitar el tránsito gradual hacia una matriz productiva más compleja. Pero no hay que caer en el voluntarismo y la autoflagelancia. Si bien la minería representa la mitad de nuestras exportaciones, hace 50 años daba cuenta del 90%. En el intertanto, es innegable que se han generado nuevos espacios de creación de valor a través de productos otrora inexistentes.  Es lo que nos recuerda la OCDE y que el mito del escaso valor agregado se empecina en ignorar.

Más sobre:La Tercera PM

COMENTARIOS

Para comentar este artículo debes ser suscriptor.

Piensa sin límites. Accede a todo el contenido

Nuevo Plan digital $990/mes por 5 meses SUSCRÍBETE