Rosario Navarro y Arístides Benavente: Sus posturas ante el 25-O y el “nuevo equilibrio” de la empresa en días de cambio

Ella está por el Apruebo, él, por el Rechazo. Pero ambos dicen que emprendedores y empresarios no pueden restarse del proceso de cambios que vive el país, respecto del cual el 18 de octubre es un hito relevante. "De alguna forma los promedios nos ocultaban ciertas cosas y cuando dicen 'a los empresarios les faltaba calle', era real", dice la vicepresidenta de Sonda.


Ella tiene 45 años, es vicepresidenta de Sonda y consejera de la Sofofa. Él, tiene 59 años y una vida consagrada al emprendimiento, como socio y presidente de Komax -que representa marcas como Polo Ralph Lauren, North Face y Banana Republic- y de Toteat, una plataforma para administrar restaurantes.

Rosario Navarro y Arístides Benavente firmaron, la semana pasada, una carta que se publicó en El Mercurio y que llevó por título “Un nuevo equilibrio". En ella, junto a otros diecisiete empresarios y emprendedores, realizaron un llamado a mirar con optimismo el periodo de cambios que se avecina para Chile. “Confiamos en que la encrucijada que vivimos, lejos de anticipar una catástrofe, representa una oportunidad para re-establecer un nuevo equilibrio político, económico y social”, señalaron, al tiempo que dijeron no estar ni por una refundación ni por el inmovilismo.

Ella, adhirió a la misiva a través de Diego Fleischmann, ex presidente de la ASECH; Benavente, porque recibió una invitación de Bernardo Larraín, actual presidente de la Sofofa. Sus motivos son diferentes y ante el plebiscito de octubre también tienen posturas disímiles. Pero los une un llamado a que la empresa se “arremangue las mangas”, salga de su mirada “hacia dentro” y sea partícipe del proceso que viene.

En su carta dicen que hay que construir un nuevo equilibrio en base a un país distinto al de ayer. Mi pregunta es, ¿cuándo murió ese equilibrio de ayer? ¿Y cuál fue la causa de muerte?

Arístides Benavente (AB): No sé si sería capaz de ponerle una fecha concreta. Pero creo que el 18 de octubre hubo una explosión que a todo el mundo sorprendió. Entonces, cuando hay algo que explota, hay que ordenar de nuevo el asunto y lograr de nuevo un equilibrio. Lo que veo es que al final del día los líderes fracasaron, fueron inconscientes, egoístas, no tuvieron la visión para mirar hacia fuera, solamente hacia adentro. No comparto eso sí que se hable de causa de muerte. Este país está más vivo que nunca, es un país que cambió. Antes había un grupito muy chiquitito que manejaba todo este cuento y un sector muy pobre, muy grande, que no tenía acceso... Pero hoy no. Hoy tenemos una clase media que puede llegar a ser el 60% de este país y que está exigiendo. Pensar que esa gente no iba a exigir cosas diferentes era ser miope, eso es lo que pasó.

Rosario Navarro (RN): Creo que la vuelta a la democracia fue un hito. Por mucho tiempo el mundo del empresariado estuvo súper cómodo en su lugar. Los gobiernos de la Concertación tuvieron su período donde Chile fue creciendo, donde los gremios, el Estado, trabajamos conjuntamente porque el crecimiento estaba por delante. El manifiesto más evidente fue el estallido social, donde muchas empresas, empresarios y la sociedad misma, empiezan a darse cuenta de una herida muy profunda que teníamos. Ese equilibrio supuesto dado por estas medias de ingreso, del crecimiento, nos empezó a enrostrar un país que era tremendamente desigual. Ese fue el gran quiebre, donde un montón de empresas y empresarios empezaron a decir “sabíamos... pero nadie había evidenciado una pobreza multidimensional”. Un montón de cosas empezaron a gestar una rabia muy profunda que en un principio, en el estallido social estuvo más vinculado con el tema de una crítica al modelo, y con el Covid empezó a transitar a una crítica al trato, a que las personas o la elite había fallado, se había desvinculado de la calle. Ese es el caldo cultivo de lo que está generando tanto malestar.

Pero el tema de la desigualdad es un tema que ha sido materia de debate hace años, fue la base, por ejemplo, del segundo gobierno de Bachelet. ¿No es tardío este diagnóstico?

RN: Fue tardío, de alguna forma los promedios nos ocultaban ciertas cosas y cuando dicen “a los empresarios les faltaba calle”, era real. Se perdió tejido social. No quiero desconocer que Chile creció enormemente, es un mejor país hoy de lo que fue hace 30 años, pero aunque teníamos muchas evidencias y muchas fotos, la película no se nos había armado por completo. Yo veía esta desigualdad pero de alguna forma lo había normalizado. Todos lo normalizamos: el sector político, el sector empresarial... Este nuevo equilibrio tiene que ver con que a lo mejor ya estaban cimentados ciertos pilares de la construcción de este edificio, pero hoy en día tenemos que empezar a habilitar los pisos superiores y eso tiene que ver con otro trato y con otras reglas del juego.

¿Qué rol y qué relevancia le asignan al plebiscito y al proceso que, lo más probable, se inicie en octubre?

RN: Es un hito más bien simbólico. No creo que la Constitución resuelva la inequidad en la educación, pero sí sienta las bases para que soñemos y construyamos un país distinto. Quiero creer que tenemos una madurez y que hay una ciudadanía comprometida en querer hacer un Chile mejor.

No sé cómo va a ser el devenir. Hay incertidumbre, claramente, y a algunas personas le genera mucha angustia. Yo creo que por estar vinculada al mundo de la empresa, la incertidumbre es parte de mi ADN. Pero creo que estamos en una parada distinta de lo que ocurrió en octubre, cuando muchos empresarios dijeron “apretemos pausa y esperemos qué pasa”. Ahora los veo mucho más movilizados a ser actores de cambio. Eso me alegra y me llena de optimismo, porque restar a grandes y pequeños empresarios y emprendedores es perder una diversidad que es parte del quehacer nacional.

AB: Lo que quiero es un cambio y con o sin plebiscito, yo voy a aportar y colaborar para que esta cuestión cambie y cambie ya. Los cambios hay que hacerlos igual, independiente de lo que pasa en el plebiscito.

¿Están por aprobar o rechazar en octubre?

RN: En esta carta no fuimos claros y entre los firmantes hay apruebo y rechazo. Yo personalmente apruebo.

AB: Si bien pienso que sea cual sea el resultado voy a trabajar para que los cambios necesarios se hagan y rápido, voy a votar rechazo porque creo que dado el ambiente político actual y los daños que nos va a dejar la pandemia en términos económicos, meterse a un proceso constitucional sin tener certezas de cómo se va a hacer, nos va a producir más daño aún. Mientras tanto podemos hacer los cambios que necesitamos con la actual institucionalidad y, si no resultan, en un año tendremos la oportunidad de cambiar a casi todos líderes que no los hagan.

Si tuviéramos que situarnos en la discusión que viene, a su juicio, ¿cuáles serían los puntos clave de una nueva Constitución?

AB: No soy constitucionalista pero hay ciertas cosas que me gustaría que estuvieran en la Constitución. La protección de la vida, la libertad, la economía de libre mercado, los bancos centrales independientes, los estados eficientes y efectivos. La educación y la salud de buena calidad y disponible para todos por igual, que hayan instituciones privadas pero con un nivel de calidad que sea accesible. Pensiones relevantes, una protección al desarrollo del emprendimiento. Me gustaría que también estuviera incluido el tema de la sustentabilidad medioambiental, del diseño de las nuevas ciudades, que fueran lugares inclusivos, diversos y donde los traslados no fueran tan descabellados como hoy. Y también que, de alguna manera, hubiera precios diferenciados, subsidiados según las posibilidades de cada uno.

RN: No soy experta en Constitución, pero me gustaría que fuera una Constitución más simple que buscara los mínimos comunes que tenemos como sociedad. Donde estén estos acuerdos donde todos los chilenos quisiéramos sentar las bases, donde se promueva el emprendimiento, la innovación. Yo creo que la Constitución, más que lo que resulte, es el espacio de sentarnos a dialogar, de mirarnos. Creo que ahí está la clave del debate.

Hay una crítica instalada que plantea que los empresarios son más parte del problema que de la solución. Desde el año pasado y sobre todo el 18 octubre, y también tras los casos de colusión, se han escuchado más voces que vienen desde la empresa que plantean que hay cambios que hacer. ¿Pero qué acciones realmente se están realizando? ¿Ven cambios concretos?

AB: El hecho de que la empresa se haya redefinido como una organización, parte de una comunidad que ya no solo busca la rentabilidad de los inversionistas, sino también el bienestar de los colaboradores, la protección del medio ambiente, la conexión con la comunidad... eso ya es un gran avance. Hoy hay bancos que están ofreciendo créditos más preferenciales a empresas que tienen una preocupación ambiental más potente. Ahí es donde empieza a aparecer la mirada hacia fuera del empresario, como el “10 por” de Cristián Mackenna, o el hecho de compartir el 20% (de la propiedad) de José Luis del Río, en Friosur. Son acciones que no son aplicables a todas las compañías, porque son todas diferentes, pero que muestran que la gente que está haciendo empresa está teniendo otra mirada, una mirada que ve a la empresa como parte de un todo con el cual hay que colaborar. No tiene sentido acumular la plata, hay que dejarla fluir.

RN: Yo no diría que hay un one size fits all. Pero si tú preguntas por palancas de cambio urgentes que debiéramos tomar las empresas, yo creo que una tiene que ver con el liderazgo, con los gobiernos corporativos, con dónde está este propósito como más resonante...

¿Que la empresa ya no esté mirando solamente el tema de las utilidades y el crecimiento, sino a sus stakeholders, a sus trabajadores?

RN: Los stakeholders son distintos dependiendo de la empresa. Efectivamente, en una empresa de servicios como Sonda, los trabajadores son un activo importantísimo, clave. Hay como tres claves. Uno, que va estar cruzado todo por un desafío tecnológico y que tiene que ver con incorporar los canales digitales de venta, la tecnología como parte del ADN de las empresas. Un segundo componente tiene más que ver con un propósito más resonante, claro y público. La empresa tiene que hacerse cargo de un alineamiento entre el quehacer empresarial y la generación de bienestar para la sociedad. Y por otra parte, tiene que tener esos espacios de diálogo más abiertos con una ciudadanía que es crítica.

Antes en circunstancias como esta, de crisis económica, las empresas grandes hubieran estado como lobos viendo qué empresa chica iban a comprar porque va a quebrar. Hoy se entiende que este ecosistema es mucho más virtuoso mientras haya pymes que me provean de servicios, y si a esa pyme le va mal, a mi empresa le va a ir mal porque es parte de mi cadena de valor. Este juego mucho más colaborativo es parte de estos cambios que la empresa tiene que hacer. Y finalmente, se necesita un liderazgo mucho más integrativo, los gobiernos corporativos ya no pueden seguir viendo sólo números, no puedes seguir viendo sólo el corto plazo del Ebitda momentáneo. Tiene que ser un gobierno corporativo mucho más ágil.

¿Este ánimo constructivo y positivo respecto del proceso que está por iniciarse en general es compartido por el empresariado o pesa más la incertidumbre?

AB: Yo espero que este ánimo se transmita. Obviamente hay gente que tiene mucho temor frente a lo que puede pasar, si uno ve la realidad, la probabilidad de que pase es alta. No ver la realidad es ser como tonto, si veo el problema de La Araucanía, la odiosidad de la gente, que están esperando a que pase cualquier cosa contra Piñera para tirarse encima y darle duro, y que los políticos no se ponen de acuerdo. Veo la realidad de la gente que está necesitando trabajo, que está con rabia... Entonces hay gente que ve que la probabilidad de que esto termine mal es alta. Pero yo no lo quiero ver así, porque lo que quiero es expandirme, abrirme y... vamos, que podemos.

RN: Me cargan las generalizaciones como “los empresarios”. Yo siempre me he sentido como un bicho en corral ajeno en todos los ámbitos de mi vida. Tuve un papá (Andrés Navarro) que fue empresario por el No... No sé, me carga a encasillar a todos en un mismo saco. Creo que sí, debe haber empresarios atemorizados. Pero ese mito, como que los empresarios en Chile, si gana el Apruebo, van a retirar sus activos del país y se van a ir... Ha pasado en otros países, pero no lo veo en el empresariado chileno. Sí puede haber algunos que están un poquito más atentos y con mayor precaución y es válido que exista esa postura. No todos son kamikazes. Pero en general creo que es un empresariado sumamente comprometido con Chile, con seguir haciendo empresa acá. Eso, por lo menos a mí me llena de orgullo.

No comulgo con el discurso autoflagelante, de que todos los empresarios lo hemos hecho como las pelotas. Sí creo que hay muchas cosas que se han hecho mal, que unos pocos casos de colusión enturbiaron el agua de muchos casos de éxito y de sacrificio de muchos emprendedores y empresarios. Y creo que al final hay mucho más José Luis del Río en las aguas de lo que se ve. El empresario chileno es tímido, a lo mejor porque somos herederos de una cultura judeo cristiana donde decir lo que haces genera mucho pudor. No nos podemos enajenar, somos parte de una sociedad.

AB: Siempre el temor y el miedo están presentes. Pero quiero pensar que no, que estamos en un minuto de echarle para delante. Hemos hecho un muy buen trabajo, cometimos muchos errores, pero la balanza es mucho más positiva que negativa.

¿Cómo ven el ánimo de los políticos, que son quienes llevan el carro del proceso constituyente?

RN: Me cuesta un poco más, me da más pena. Veo que hay poca apertura al diálogo. Quedé muy esperanzada con el acuerdo que se firmó después del estallido, de construir juntos todo lo que venía, el devenir de la nueva Constitución. A veces es como que se les olvidara un poco, pero tengo esperanza. Me gustaría que la investidura del cargo los ilumine para este camino que vamos a emprender, y si bien en algunas circunstancias no han estado a la altura de lo que la ciudadanía está esperando, quiero creer que en ellos también habita una voluntad genuina de que Chile sea un mejor país.

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