Verónica Foxley, autora de libro sobre chilenos condenados en Malasia: “No podría atribuir el desenlace de la historia al rol del gobierno”

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"Felipe Osiadacz y Fernando Candia tuvieron un equipo de diestros abogados malasios que a medida que avanzaba el juicio fueron logrando que la fiscalía recalificara el delito de asesinato a homicidio no culposo", dice la periodista que alista el lanzamiento de su libro sobre los chilenos que arriesgaron la pena de horca por el asesinato de un ciudadano transgénero en Malasia.


“Desde el primer día que empecé la investigación para este libro supe que este sería mucho más amplio que la crónica de dos chilenos condenados a la horca por el homicidio de una transgénero en Malasia. Esta era una historia que transcurría en un país musulmán, en una tierra de verdugos y sultanes. Pero además, en una nación donde los códigos de vida en común y las reglas de convivencia resultaban ajenas para una periodista occidental”.

Así comienza el prólogo del libro “Agonía en Malasia: Crónica secreta de los chilenos condenados a la horca” que afina su lanzamiento la periodista Verónica Foxley, quien cuenta las vivencias de Felipe Osiadacz (27) y Fernando Candia (30), ambos condenados por asesinato culposo de un ciudadano transexual en el país asiático.

El caso fue destapado por La Tercera PM el 2 de mayo de 2018 con este artículo y por meses concitó un enorme interés nacional. La historia comenzó en agosto de 2017, cuando ambos jóvenes se conocieron en sus vacaciones en Nueva Zelanda y decidieron viajar a Malasia. Un altercado en el hotel donde se quedaban en Kuala Lumpur -que terminó con la vida de Yusain Bin Ishak, (Natasha) o Tasha, una joven trans que era prostituta que ingresó junto a Fernando- cambió por completo sus planes. La fiscalía local pidió la ejecución de ambos por pena de horca. Luego solicitó una condena de 30 años, la que tiempo después disminuyó a 6 años, lo que los chilenos no aceptaron. En noviembre de 2018, finalmente, fueron condenados a dos años de prisión.

Verónica Foxley (izquierda) junto a la madre y hermana de Tasha.

El 19 de abril de 2019, Osiadacz se fugó de Malasia utilizando un pasaporte chileno y 105 días después Fernando también regresó a Chile en medio del proceso de apelación que había iniciado la fiscalía de Malasia. En definitiva, pasaron 15 meses detenidos de los 24 que fueron condenados a pena efectiva de cárcel.

Mediante un cuestionario que respondió por escrito a La Tercera PM, la periodista -que comenzó a escribir el libro cuando vivía en Filipinas junto a su marido que trabajaba allá- entrega detalles de los días de Felipe y Fernando en la prisión de Sungai Buloh, ubicada en Kuala Lumpur, capital de Malasia. También del rol que tuvo el gobierno chileno en esos días y cómo se gestó la fuga del país de ambos jóvenes.

¿Cuál fue el rol que jugó el gobierno y la Cancillería en el desenlace de esta historia?

-No podría atribuir el desenlace de la historia al rol del gobierno. Osiadacz y Candia tuvieron un equipo de diestros abogados malasios que a medida que avanzaba el juicio fueron logrando que la fiscalía recalificara el delito de asesinato a homicidio no culposo. Sí es claro que hubo parlamentarios, ministros, un alcalde, y en su momento el canciller Ampuero y la Embajada de Chile en Malasia que les prestaron su apoyo.

¿Cree que si no hubiese estado la Cancillería monitoreando este caso, ellos habrían sido condenados a pena de cárcel con la obligación de cumplirla? Lo pregunto porque si bien fueron condenados, ambos se fugaron en medio de la apelación de la Fiscalía de Malasia.

-No. En Malasia cualquier tipo de presión o intervención de un gobierno extranjero sobre las decisiones soberanas de sus tribunales de justicia producen el efecto contrario. Por eso, el consulado y la embajada actuaron con extrema reserva y cuidado. La Cancillería los apoyó en lo humano, dándole orientación a las familias, apoyo económico para pasajes de los familiares y autorizó la emisión de dos pasaportes nuevos una vez que salieron en libertad condicional. Lo que ocurre es que el gobierno no le puede negar un pasaporte nuevo a un ciudadano chileno a menos que tenga problemas con la justicia en nuestro país, lo que no era el caso. Además, la embajada de Chile en Malasia avisó a la Cancillería de esa nación de la entrega de los nuevos pasaportes y las autoridades de ese país no lo tomaron en cuenta ni respondieron a la nota enviada.

Por qué la familia de Tasha no presionó a la fiscalía

Ese día en el hotel, cuando ingresa Fernando Candia acompañado con Tasha, ¿por qué surge la discusión que termina a golpes y con uno de ellos sentado en la espalda de la joven?

-Este episodio en su totalidad está narrado minuto a minuto en el libro ya que tuve acceso al video de las cámaras de seguridad del lobby y al audio de lo que ocurrió en ese lobby. Es imposible resumirlo.

¿Qué dicen los chilenos?

-Ellos dicen que Felipe se separó de Fernando aproximadamente una hora antes de llegar al hotel, a las 5:20 de la madrugada, porque estaba cansado y quería irse a dormir, pero no pudo subir a la pieza porque la llave la tenía Fernando. Fernando, por su parte, explicó que la trans lo siguió durante algunas cuadras ofreciéndole sexo y pidiéndole dinero hasta entrar al hotel. Dentro del hotel, en el lobby, Tasha le insiste a Candia que quiere dinero. Entonces empieza un enfrentamiento verbal entre los chilenos y la trans. En minutos la discusión fue subiendo de tono y Tasha le lanza un zapato a Candia e intenta tomar un florero para atacarlos. Luego, los chilenos quieren tomar el ascensor para irse pero Tasha se los impide. También le piden al recepcionista que llame a la policía una decena de veces. Luego las cosas se salen de control. Hay 39 segundos de la cámara de seguridad que no quedaron registrados. Lo concreto es que tras algunas escaramuzas, Felipe le inmoviliza los pies y Candia se sienta en cuclillas sobre su espalda reteniéndole las manos y haciendo presión con el peso de su cuerpo durante más de 15 minutos. La víctima intenta liberarse y según dicen los chilenos, quiere atacarlos con un pedazo de vidrio de un espejo, pero eso no se aprecia en las imágenes. Los chilenos continúan reteniéndola esperando que llegue la policía. En esa agonía la víctima pide auxilio varias veces, pero los chilenos creen que está fingiendo. Esa parte del relato es dolorosa porque la trans se ahoga entre sofocos y súplicas de auxilio. Casi una hora después aparece en el hotel un tercer chileno que andaba con ellos en el viaje, y que fue quien corrió a la embajada a pedir ayuda. Ese chileno también estuvo preso durante los primeros días.

¿Fernando y Felipe golpearon a la joven?

-No hubo golpes. Hubo acciones de fuerza para inmovilizarla, pero no golpes. La causa de muerte fue asfixia compresiva y no hubo rastros ni de sangre ni de huesos quebrados.

¿Qué hubiera pasado si el ciudadano transgénero asesinado hubiera sido una mujer en Malasia?

-Aquí no jugó en contra que fuera una transgénero desde el punto de vista de la justicia en Malasia, pero donde sí afectó fue que hubo una familia que estaba muy avergonzada de hacer ruido en los medios de comunicación. Para la familia de Tasha era sumamente doloroso y complicado que siendo musulmanes su hija haya sido transgénero y además prostituta. Entonces, ante el bochorno y ante la vergüenza que les daba, no hicieron presión en la fiscalía. No tomaron parte en el asunto. Lo otro es que tampoco tenían los medios económicos para pagar un abogado. En Malasia hay una organización que se dedica a proteger a los transgéneros que son discriminados y ellos mismos tampoco se involucraron en este caso, porque la familia no quiso. El tema de la vergüenza y el ser musulmán es muy complicado. Es un país muy conservador y que en algunos estados aplica la ley de la Sharia.

¿En algún momento ante la policía o en tribunales, Fernando y Felipe cambiaron su versión sobre los hechos sobre cómo conocieron a Tasha?

-No. Eso no ocurrió. Pero en la investigación logré entrevistar a varias transgéneros que trabajaban con Tasha como prostitutas. Una de ellas tiene una versión diferente a la contada por Candia acerca de lo que pasó esa noche, específicamente en los minutos previos a que Candia entrara caminando al hotel con Tasha caminando a su lado. En todo caso en este tipo de investigaciones siempre es importante considerar los relatos de todas las partes involucradas, por eso lo incluí en el libro. ¿Es posible comprobar a ciencia cierta aquello? No. Tasha está muerta y las cámaras de seguridad de la calle donde se instalaba Tasha todas las noches buscando clientes nunca fueron solicitadas por la fiscalía.

“No hay órdenes pendientes y el caso en Malasia ya se cerró”

¿Es cierto que Felipe estuvo mucho más afectado sicológicamente en el penal, con escenas de pánico e intentó atentar contra su vida?

-Ambos estuvieron afectados sicológicamente, pero sus personalidades son muy distintas y sobrevivieron como pudieron en condiciones miserables. Si bien es cierto que las cárceles en Chile están hacinadas y la infraestructura es mínima, las cárceles de Malasia son mucho peores. Son el infierno, los presos enloquecen, mueren por una simple diarrea, duermen en el suelo rodeados de ratas e insectos, con una comida insalubre y sin salir de las celdas por meses en un espacio mínimo. Todo eso además ocurre en otro idioma, con presos de decenas de naciones y diferentes religiones. Respecto a la idea de terminar con su vida, Felipe ha dicho que en el último mes lo único que añoraba era morir.

¿Qué cambió en él para decidir terminar su relación con su novia belga, la cual decidió regresar e ir a visitarlo periódicamente al penal?

-Ella fue un pilar fundamental en la sobrevivencia de Felipe, de hecho en el juicio dijo que ella “le salvó la vida”, pero respecto al fin de la relación me parece que son asuntos más de índole privado de Osiadacz.

¿Ellos pueden salir del país actualmente y no ser detenidos por policía internacional por el asesinato en Malasia?

-No hay órdenes pendientes y el caso en Malasia ya se cerró.

¿Cómo salió Felipe Osiadacz de Malasia y por qué decidió guardar silencio de la vía que utilizó? Entiendo que fue toda una odisea.

-Ni Fernando ni Felipe quisieron nunca contar cómo se fueron. Sin embargo, una fuente que conoció de cerca la trama me contó que Felipe escapó por el noreste de Malasia. Habría cruzado en auto a Tailandia. Usó su nuevo pasaporte chileno y alguien en el control fronterizo le habría ayudado. Desde Tailandia tomó un avión a Bélgica donde se juntó con su entonces novia Gaelle.

¿Por qué ninguno de los dos jóvenes ni sus familias se mostraron interesados en tu libro?

-Siempre me vieron como una amenaza. Desde el primer día que aparecí en la Corte Alta las familias dieron la orden de que nadie hablara conmigo. Fue tan así que me negaron el acceso a los abogados y a las autoridades diplomáticas de esa misión. Tenían miedo de que cualquier información que trascendiera públicamente pudiera perjudicarlos, pero el trato -salvo contadas excepciones- fue distante. Hubo una persona que fue muy amable: la mamá de Fernando Candia, una mujer buena, sencilla de trato, amable y que sufrió tanto que resultaba imposible no empatizar con su dolor.

¿Cuales son los grandes nudos ciegos que persisten sobre esta historia?

-Más que nudos ciegos, quedan algunas dudas pero creo que es mejor que las descubran los lectores y saquen sus propias conclusiones.

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