Egresado USS participa en delegación chilena en la COP26

Marco Yáñez es uno de los dos jóvenes que integran la delegación chilena a cargo de discutir por el país en la COP26.

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se lleva a cabo en Glasgow, organizada por el Reino Unido en colaboración con Italia, desde principios de mes ha mantenido la atención mundial por las decisiones que se tomarán para revertir la grave situación que atraviesa el ecosistema. ¿Qué se juega Chile en la reunión? Marco Yáñez, egresado de Derecho de la U. San Sebastián, es uno de los integrantes de la delegación chilena en la reunión.



Son tres horas las que hay de diferencia entre Santiago y Glasgow, a las que Marco Yáñez se acostumbró rápidamente para cumplir sus funciones como uno de los dos jóvenes que integran la delegación chilena a cargo de discutir por el país en la COP26, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. En el evento mundial, el novel diplomático junto a su compañera Daniela Miranda, fueron elegidos para participar en la negociación en los diversos clústeres, en los que se definen las políticas urgentes para revertir la crisis climática.

El camino del egresado de derecho de la Universidad San Sebastián (de 27 años), para llegar a esta instancia no fue fácil. Debió superar un largo proceso de selección con distintas evaluaciones en el marco de la iniciativa Euro Clima de la Unión Europea, en conjunto con la presidencia de la COP25 de Chile en 2019.

Tras cursar estudios en Rumania y enfrentar diferentes instancias, Yáñez estuvo en los clústeres de “Pérdidas y Daños” y “Océano”; este último presentó la tercera declaración Because The Ocean, marcando un hito importante con relación a la protección de los océanos, en el que Chile tiene un papel fundamental y protagónico. Han sido días muy agitados para Marco, pero -dice- “valen la pena, porque se están tomando decisiones que cambiarán el curso de la humanidad”, y entrega un mensaje a las nuevas generaciones: “Invito a todos los jóvenes de Chile a que tomen acción contra el cambio climático, porque pueden hacerlo desde cualquier lugar”.

Marco Yáñez, egresado de Derecho de la USS en la Cop26, en Glasgow, Escocia.

Esto es parte del panorama de la conferencia que comenzó el 31 de octubre (hasta el 12 de noviembre) y que vuelve a poner foco en la crisis ambiental. Con los antecedentes entregados en la COP25, considerada hasta ahora como una de las conferencias más largas para abordar el cambio climático, en esta nueva versión se retoma la discusión, recordando la dificultad de las negociaciones.

Reducir gases y bajar la temperatura

Chile planteó en ese entonces un tema central: financiar las diferentes medidas climáticas que se requerían para la reducción de gases de efecto invernadero, pero generando críticas por los débiles consensos logrados. Sin embargo, la importancia de este nuevo encuentro de Glasgow se debe a que se están tratando las temáticas olvidadas en su versión anterior, y así ir definiendo cuáles van a ser los mecanismos para poder alcanzar la reducción del CO2 en el ambiente, y no llegar a superar 1,5 grados de temperatura, que terminarían por reducir especies y con graves efectos en el clima y el ambiente.

La COP26 tiene como telón de fondo el informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC en inglés), de agosto pasado, que deja de manifiesto la gravedad actual de la situación.

Este informe entrega “un análisis demoledor”, afirma José Miguel Arriaza, director de la Escuela de Ingeniería Civil, Minas y Sustentabilidad Ambiental de la Facultad de Ingeniería de la Universidad San Sebastián (USS), tras indicar el aumento de 1,1 grados promedio de la temperatura del planeta. “La meta es no superar los 1,5 grados. Eso le pone mucha presión a la COP26 y a los países, porque de no avanzar rápido, no vamos a lograr la meta”, plantea el académico.

José Miguel Arriaza, director de la Escuela de Ingeniería Civil, Minas y Sustentabilidad Ambiental de la Facultad de Ingeniería de la USS.

En ese sentido, son las potencias las que asumen liderazgos importantes. Estados Unidos, que en la COP 25 se había retirado del Acuerdo de París tras el negacionismo climático de Donald Trump, ha tenido en esta ocasión a un crítico y participante John Biden, que se enfrenta a la resistencia de naciones como China, India y Rusia, que hasta el momento no han querido sumarse a los compromisos.

Otro eje de la COP26 ha sido el disminuir la cantidad de metano que se genera en la atmósfera. Recordemos que, así como el CO2, el metano, al ser un gas presente en los residuos domiciliarios y la agroindustria, se ha vuelto un contaminante peligroso, que ha puesto a los países productores de carne como Argentina y Brasil a revertir el problema. Tendrán que reducir la cantidad del gas como un hito rápido y fundamental. La meta es de un 30 por ciento menos para el año 2030. También se firmó el compromiso para poner fin a la deforestación el mismo año, un acuerdo escrito que permitirá proteger alrededor del 85% de los bosques del mundo.

La COP26 es precedida por un lapidario informe de expertos en cambio climático, publicado en agosto.

El dióxido de carbono también debe ser frenado. Arriaza expone el caso de Japón que -tras el accidente de la central radioactiva Fukushima- transitó a un cambio hacia centrales a gas natural y a carbón. Por lo tanto, Japón se ha vuelto a convertir en un gran productor de CO2. Lo mismo pasa con China, que para su desarrollo económico requiere mucha energía, la cual está siendo suministrada por carbón, junto con trazar un plan de desarrollo de plantas térmicas a carbón. Un entrampado para el director de la USS que abre un dilema frente al desarrollo económico y la contaminación.

Para combatir estos flagelos, en Glasgow se está definiendo también el acceso a financiamiento, qué tipo de impuestos se van a cobrar a las industrias más contaminante o cómo los países van a aportar recursos para financiar las políticas climáticas. Los países que están en vías de desarrollo, que no tienen recursos para invertir, deben lograr acuerdos en conjunto.

El caso de Chile

En la COP26, Chile cuenta con la presencia de tres ministros, Carolina Schmidt (Medio Ambiente), Andrés Couve (Ciencia), y Juan Carlos Jobet (Energía y Minería), y una delegación que debe discutir aspectos frente a industrias extractivistas, cuidado del agua, los océanos y combatir la deforestación.

Arriaza dice que “el país ha tomado un camino en los últimos 10 años en políticas ambientales y energéticas, potenciando el uso de energías renovables y el trazado de un plan de descarbonización que tendrá impacto en las termoeléctricas a carbón en las zonas como Quintero y Puchuncaví”. Otras decisiones que destaca son las políticas macro orientadas en producir energías renovables, como es el potencial del hidrógeno verde, elemento químico que será relevante para avanzar hacia la electromovilidad, aspecto que Chile acordó compromisos para 2060. “Que seamos un país exportador de hidrógeno también pone un grano de arena positivo al mundo para avanzar en la lucha contra el cambio climático”, opina el académico.

La alerta sanitaria decretada en la zona de Quintero y Puchuncaví ha obligado a las industrias a reducir sus emisiones.
La zona de Quintero y Puchuncaví, en la región de Valparaíso, ha sido golpeada por la contaminación.

Ante ello, agrega: “Chile está en deuda con la protección de sus glaciares, bosques, cuerpos de agua dulce. En el fondo, con su biodiversidad. Necesitamos proteger nuestro ecosistema, mejorar la regulación, pero también la fiscalización”.

Pensando en las decisiones globales, en esta COP26 deben emanar los mecanismos para cumplir con el Acuerdo de París. De no lograrlo, lo más probable es que los expertos hablen de un encuentro fracasado, donde se desaprovechó una oportunidad valiosa para contar con los acuerdos que definirán las próximas décadas.

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