Julio Villalobos: Cómo surgió la idea que busca transformar el transporte en Latinoamérica

El progreso tecnológico y de internet expandió la idea de que se puede comprar cualquier cosa con un solo click. Pero la verdad es que detrás de todas esas transacciones existen cientos de miles de vehículos despachando mercancía e impactando en el tráfico vehicular de las ciudades. Julio Villalobos, director del Centro de Transporte y Logística de la Universidad Andrés Bello, lleva décadas dedicado al estudio del comportamiento en las entregas de bienes y servicios. Aquí explica cómo desde la academia nació “Conciencia Logística”, la primera empresa constituida desde UNAB, cuyos resultados ya impactan en varias urbes de Latinoamérica.



A fines de la década de los ochenta y durante casi todos los 90, Julio Villalobos - hoy Director del Centro de Transporte y Logística UNAB- fue un hombre de finanzas. Trabajó como ejecutivo en la Bolsa de Comercio de Santiago analizando las subidas y bajadas de divisas y acciones en el principal centro de operaciones bursátiles de Chile.

Su vida, podría decirse en ese entonces, era la que se esperaba de un ingeniero comercial. Sin embargo, el nuevo milenio vino con una nueva oferta laboral, un cambio de rumbo lo llevó a la empresa de transportes LIT, famosa en esos tiempos por sus viajes al sur. Su misión era profesionalizar la compañía y desarrollar la división de transporte de carga LIT Cargo. Desde allí en adelante, cambió los gráficos por los mapas y sus análisis dejaron de estar sujetos únicamente a movimientos para arriba y para abajo, expandiéndose a todos los puntos cardinales, tal y como se mueven los vehículos en las dinámicas logísticas.

En LIT, Julio Villalobos notó el impacto que el transporte de carga ha tenido históricamente en la vida de las personas: que el movimiento de mercancía permite el acceso a los bienes y que todas las cosas materiales que tenemos a nuestro alrededor en algún punto estuvieron sobre un camión.

“Me di cuenta de que había un ámbito de despliegue profesional en ese entonces y me fui a hacer un magister a España, me especialicé. Empecé a ver también que el sector transporte era uno de los sectores más relevantes en las emisiones de gases efecto invernadero, por lo tanto, si había que combatir el cambio climático y pensar en la descarbonización, el transporte era algo primordial”, rememora.

Por esos años y con la idea de optimizar el transporte y la logística, Julio Villalobos fue parte de los fundadores y primer presidente de la sociedad gremial “Chile Transporte” cuyo objetivo es “agregar valor a la industria del Transporte Terrestre de Carga en Chile”. Además de ese cargo de representación gremial, también fue consultor de la Cepal (la Comisión Económica para América Latina y el Caribe), lugar donde escribió boletines sobre seguridad y eficiencia energética en el transporte:

“En América Latina, el Transporte de Carga por Carretera (TCC) se encuentra en un momento de ‘toma de conciencia energética y ambiental’, con un potencial enorme de despertar la mayor transformación que esta industria haya experimentado”, escribió en uno de esos reportes publicado en 2010.

Gestando la transformación

Hace once años, en medio de un acuerdo de colaboración en temas de logística y transporte entre la Universidad Andrés Bello y el MIT, Julio Villalobos asumió como director del Centro de Transporte y Logística de UNAB. Desde allí se propuso continuar con el estudio de la dinámica del movimiento de carga, esta vez desde la academia.

“El transporte de carga está súper invisibilizado. Nadie entiende cómo se mueve la carga en las ciudades, nadie sabe cómo ni por dónde circulan, en qué horario y por dónde anda la carga peligrosa. Toda la planificación urbana sólo contempla la movilidad de las personas, pero nunca se ha incorporado en su planificación y a su comprensión integral el movimiento mercancía, porque es un tema tremendamente complejo. Nosotros hace diez años nos propusimos abordar ese problema”, explica Villalobos.

La solución a aquel problema, pensaron en el Centro de Transporte y Logística, estaría primero en entender la manera en que el transporte de carga se comportaba. Para ello se propusieron en capturar y procesar grandes volúmenes de datos de los movimientos de los vehículos a través de la información de los GPS presentes en ellos.

“Las empresas prácticamente no ocupan los datos GPS. Les sirve cuando se pierde un camión, por temas de seguridad. Además, las empresas proveedoras de datos GPS almacenaban los datos por tres o seis meses porque es caro almacenar. Nosotros les dijimos (a las empresas) ‘mira, antes de borrar, pásame esa basura. Yo voy a acumular toda esta información y voy a comprender por dónde se mueven los camiones, a qué velocidad, dónde se detienen, en fin intentar comprender la dinámica del transporte de carga en un territorio específico”, comenta Villalobos

¿Cómo evolucionó aquello?

De ahí partió la idea y llevamos diez años desarrollando una plataforma tecnológica capaz de entender cualquier territorio, cualquier ciudad desde la perspectiva logística, esencialmente comprendiendo cómo se mueve la carga y su vínculo con las características del territorio. Hace dos años este desarrollo tecnológico quedó muy corto para un nivel académico, ya que había que dar respuesta a gobiernos, a municipios, a organismos nacionales y empresas que requerían entender la movilidad con esta plataforma y ahí nace Conciencia Logística.

El primer spin-off de la UNAB

Las spin-off son iniciativas empresariales surgidas con el propósito de comercializar resultados de investigaciones científicas desarrolladas en las universidades y centros de investigación. Conciencia Logística es la primera empresa de estas características nacida en la Universidad Andrés Bello.

constituida el año 2020, Conciencia Logística fue destacada en agosto del año pasado en el Estudio de Casos de Éxito de Spin Offs Universitarias, elaborado por el ministerio de Ciencias, en un documento que remarcó que “Conciencia Logística es conocido por actores del transporte, públicos y privados en Latinoamérica y se ha percibido un interés por parte de estas entidades en acceder a la plataforma”.

Julio Villalobos destaca que la naciente empresa, permite un monitoreo de la dinámica espacio/temporal del transporte de carga en distintos entornos urbanos. Lo anterior permite reducir los costos, el consumo energético y el impacto ambiental, haciendo más eficiente los procesos y operaciones, además de evaluar y monitorear políticas públicas y nuevos modelos de negocio en la última milla.

¿Cómo ha sido la experiencia internacional?

Acabamos de hacer, para el BID, un análisis de la dinámica del movimiento de carga en tres ciudades: Bogotá, en Quito y en Santiago. Además, desde la UNAB hemos levantado observatorios de transporte urbano de carga en Santiago, en Lima, en Montevideo, en Quito, en Bogotá, próximamente en Córdoba, por lo tanto, esta investigación que nosotros hicimos está siendo base para la toma de decisiones pública y privada del movimiento de carga en distintas ciudades de Sudamérica.

¿Por qué nace la necesidad de formar una empresa?

La academia no siempre tiene los tiempos, ritmos ni las capacidades de responder integralmente a dinámicas de decisiones del mundo público y privado y por lo tanto la universidad decide hacer una spin off, un emprendimiento que nace de esta investigación y eso es Conciencia Logística que hoy día da muchos servicio, que se ocupa, por ejemplo, para hacer análisis para el Banco Interamericano de Desarrollo, municipios, empresas privadas y, por cierto, investigadores de toda la región, aquí es muy bonito ver cómo a partir de una investigación académica surge un desarrollo tecnológico basado con las herramientas más avanzadas de análisis y procesamiento de datos y que es muy necesaria para la toma de decisiones pública y privada.

¿Cuál es la capacidad de monitoreo de transporte de Conciencia Logística?

Nosotros hoy día, sólo en Santiago, monitoreamos 23.000 vehículos de carga cada 30 segundos durante cada año. El parque en Chile de ese tipo de vehículo debe ser unos 250 mil, es decir, nosotros tenemos algo menos de un 10% como muestra.

Ustedes recopilan información que es muy sensible para las empresas de transporte ¿Cómo lidian con ese hermetismo a la hora de recopilar o solicitar datos?

Allí está el famoso y a veces poco comprendido el rol de la academia. Nosotros somos un actor que no tenemos intereses en la dinámica competitiva logística y generamos las confianzas para con las empresas y con el sector privado, porque toda esta información para hacer este análisis no la tiene el sector público. El sector de transporte es un sector enormemente atomizado. Existen transnacionales y grandes compañías nacionales, pero también miles de pequeños transportistas con menos de 10 camiones, cuando nosotros le pedimos información a ellos es a cambio de generar reportes de análisis y de visualización de sus propias operaciones en los entornos de la ciudad. Entonces ahí hay un valor que ellos ven en el compartir la información. En un comienzo fue difícil pero hoy hay una convicción generalizada respecto del valor de la información y de compartirla a fin de lograr mirar todo el sistema, su dinámica y el vínculo particular de cada quién en éste ecosistema.

¿Me imagino que hay acuerdos?

La información es absolutamente anonimizada y con un acuerdo de confidencialidad revisados por las principales compañías de Chile. Se recibe esta información anónima y entra en una masa y después le entregamos la información a los transportistas, operadores logísticos, generadores de carga y/o entidades públicas con los datos de su propia operación en el contexto del sistema general.

¿De qué sirve esa información?

Ahí uno empieza a hacer correlaciones entre el movimiento de los vehículos, la carga y las características dinámicas del entorno, que son tremendamente interesantes. Y hoy es el desafío en el que estamos, a partir de técnicas y herramientas de ciencia de datos, que tanto el sector privado o sector público o los investigadores nacionales o internacionales, que están detrás de este sistema empiecen a encontrar correlaciones de valor. Hay gente que está rediseñando estratégicamente su red de distribución gracias a esto, se están evaluando e implementando políticas públicas de gestión territorial y se están investigando sistemas de tarificación dinámica para los servicios de reparto, entre muchas otras cosas. Cabe destacar que el comportamiento individual de compra, a partir de la explosión del e-commerce afecta de forma sustancial la dinámica del transporte de carga en las ciudades y por lo tanto todos sus efectos negativos, congestión, contaminación, accidentabilidad, etc. La información que generamos también permite orientar comportamientos de compra más conscientes, que permitan acceder a todos los productos que requerimos, sin encarecerlos pero reduciendo los impactos negativos, esto involucra a todos los actores de la cadena logística y los consumidores son un actor fundamental.

¿Qué hay de la relación con el sector público?

Nos adjudicamos un fondo Corfo que es un desafío de innovación donde el Ministerio Transporte junto con el Ministerio de Ciencia tienen un problema: no entienden el movimiento de los camiones en la ciudad. Por lo mismo les pidieron a cuatro consorcios que desarrollemos metodología, que integraremos diversas tecnologías para comprender este fenómeno. De los cuatro quedamos dos y ahora después quedará uno solo para la última etapa de desarrollo y despliegue.

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