Tres historias de jóvenes innovadores a la chilena

Camila Ahrendt, Javiera Manríquez y Felipe Castro son tres de los 20 egresados premiados este año por la Universidad Andrés Bello y que representan a una generación que quiere cambios, que emprende, innova sin miedo y se motiva con proyectos que sean un aporte al desarrollo de sus comunidades y bienestar del país. Aquí, sus historias de éxitos y fracasos.



¿Qué lleva a un joven recién egresado o titulado a ir más allá de sus conocidas obligaciones de buscar trabajo y comenzar su independencia? ¿Qué pasa en la mente de quienes dan un paso adicional y se convierten en agentes de cambio, emprendiendo, liderando o dedicándose a mejorar la vida del prójimo?

Cibelle Lucero, psicóloga del Centro de Salud Digital Saluta, explica: “La generación actual busca plasmar la necesidad de cambio a través de sus ideas, aquello que los mueve y la fuerza transformadora no sólo en torno a la proactividad y las metas a corto y largo plazo, tan propio del mundo actual, sino una mirada transgresora que reconfigure los paradigmas establecidos y los posicione también como agentes activos y de cambio en torno al desarrollo social”.

Al posicionarse como un individuo dentro de un colectivo que busca la participación y colaboración mutua, agrega, la visión de futuro, sensibilización frente a las diversidades, desigualdades sociales y del medioambiente pasa a ser una característica fundamental de estos liderazgos.

Por ello destacamos hoy tres de estos liderazgos, a través de quienes buscamos representar a una generación distinta, con motivaciones que van más allá del desarrollo personal y que, gracias a su talento y empuje, junto a una formación y apoyo permanente, han podido sobresalir con iniciativas innovadoras y tremendamente valiosas desde el punto de vista social.

Camila Ahrendt

CON EL ALMA EN EL MAR

En 2020, Camila Ahrendt fue elegida como uno de los 100 jóvenes líderes del país. Un reconocimiento maravilloso, dice esta bióloga marina de 34 años, que lo recibió por haber marcado un cambio positivo y relevante en la sociedad. Pero no quedó ahí: también ganó el Premio al Liderazgo Sostenible, por parte de la Fundación para el Desarrollo Social, y ahora fue galardonada como AlumniUnab por la Facultad Ciencias de la Vida.

Vive en Maitencillo, al lado del mar, y afirma que la biología marina fue un llamado que hizo su alma y que ella fue escuchando. “Dedicarme a ella es mi profesión, mi pasión, mi hobby, mi misión y mi amor”, dice con entusiasmo.

Egresó en 2017 de la UNAB y sólo tiene agradecimiento hacia su casa de estudios. “Recibí un importante apoyo por parte de académicos y funcionarios. Desde Roberto Meléndez, quien fue mi primer director de carrera, hasta, posteriormente, Cristián Duarte; ambos me entregaron herramientas, confianza y apoyo. A su vez, Breezy Lizama, mi coordinadora de carrera, fue siempre un pilar fundamental en todo sentido. Algo que rescato bastante es que pude desarrollarme en las áreas que quise, tomar las oportunidades que estaban a disposición y que en el camino siempre el ambiente universitario me ayudara”.

Se interesó desde siempre por la contaminación de las aguas oceánicas. Fue presidenta del Centro de Alumnos durante cinco años y en ese período se enfocó en un programa denominado ‘Devuelve la mano al mar’, interiorizándose en distintos tipos de contaminación. En paralelo, en pregrado, tuvo un curso llamado Contaminación Marina. Luego, al iniciar su tesis de magíster, se dedicó a estudiar el daño histopatológico que provoca el plumavit cuando es ingerido por peces.

Se ha dedicado, explica, a exponer a la población temas relevantes acerca de cómo impactamos en la salud del océano, el gran pulmón. “Desde ese período en adelante he tenido el apoyo constante de José Pulgar y Cristóbal Galbán. Concretamente, los distintos tipos de contaminación marina tocan áreas diversas, como la industria, la economía, temas socioambientales y políticas públicas. Son todas áreas de mi interés, y en ellas me he ido involucrando de forma concreta a lo largo de mi carrera profesional”.

Desde su trinchera, la profesional ha podido colaborar en proyectos audiovisuales, política pública, campañas nacionales e internacionales, liderar y colaborar en y con fundaciones, proyectos interdisciplinarios, expediciones, asesorías, proyectos educativos e investigaciones científicas. “He tenido la fortuna de trabajar en proyectos nacionales e internacionales, como por ejemplo con National Geographic, Univisión, TEDx Latinoamérica y Canal 13, entre otros. Y colaborar en programas de televisión, noticiarios, radios, revistas y distintas marcas y campañas (como, por ejemplo, con la Unión Europea), etc.”.

También colaboró en la confección de lo que era en su momento el proyecto de ley para plásticos de un solo uso. “Haber incidido en política pública bajo mi rol de científica ha sido una experiencia nueva, desafiante y gratificante -comenta-. Recibí una invitación por parte de Oceana Chile para que me involucrara desde el inicio en el proyecto de ley, también participé en el estudio asociado y presenté, tanto en el Senado como en la Cámara de Diputadas y Diputados, las justificaciones científicas de la importancia de regular esa ley. El resultado fue un trabajo colaborativo beneficioso para nuestro país”.

Actualmente escribe para la revista Endémico y continúa en investigaciones científicas. Este año creó, además -junto a María José Ureta-, una productora de contenidos audiovisuales llamada ‘Viento Turquesa Producciones’.

- ¿Cuál es tu motivación y el rol que quieres cumplir en la sociedad?

- Mi rol como científica se mezcla con mi pasión, que es llevar un mensaje a la sociedad mundial sobre la importancia de cuidar el mar. Entregar un mensaje a viva voz, empoderar a las personas, encender la motivación, ayudar y compartir herramientas que nos ayuden a aportar nuestros granos de arena; resignificar el trabajo colaborativo en estos tiempos, y ayudar a las distintas áreas de la sociedad con evidencias científicas que luego podamos transformar en aportes concretos que ayuden a solucionar temas actuales, mundiales e interconectados. Soy investigadora asociada en algunos proyectos nacionales e internacionales, todos ligados a la salud del planeta.

Felipe Castro Nieny

LA ROBÓTICA ES EL FUTURO

Tiene 42 años y doble título. Primero se convirtió en diseñador industrial y luego, al postular a la UNAB, se quedó en Ingeniería en Automatización y Robótica, una carrera a la que venía aspirando desde hacía tiempo. La UNAB, dice, “es mi alma mater. Claramente me quebró el mundo y me llevó a la ingeniería, que tiene otra forma de entender las cosas. Partí en un mundo del diseño que luego transformé en números. Pasé del cartón y fibra de vidrio a PLC y circuitos”.

Hace 10 años egresó de la universidad y en este tiempo ha creado tres empresas: Austral-Robotics, Esppro y Oktopus Robotics, en ese orden. La primera se dedica a diseñar, fabricar e integrar soluciones robóticas. Esto es, líneas de producción con manipuladores robóticos. “Nuestro core business son líneas de alimento, como sacos de 20 y 25 kilos, cajas e incluso botellas”.

Luego siguió creando otras y acompañando siempre las antiguas. Nació Esppro, una compañía de fabricación de maquinaria industrial, principalmente inoxidable, y maquinaria para la industria alimentaria: encajonadores, formadores de cajas y paletizadores de tipo cartesiano.

Su sueño de infancia se cumplió con Olktopus Robotics, formada para la investigación y desarrollo, y generación de robótica móvil terrestre y submarina.

Dice que no se considera exitoso, sino un simple ‘mortal con suerte’, aunque advierte que su llave ha sido “trabajo, trabajo y trabajo”. “Ninguna de mis empresas podrían haber sido posibles sin mis fieles compañeros de armas, Gastón Zárate y José González, y sin todo el personal; sin ellos no podría haber desarrollado tantos caprichos y grandes desafíos, porque no trabajo solo en este mundo”.

- ¿Por qué te interesó el campo de la robótica?

- Siendo diseñador industrial, y ya en los últimos años, quería generar la ‘diseñótica’, un concepto propio que viene de diseño y de ‘tica’, que es automatizar. Quería darle un valor agregado al diseño, hacer que una silla pudiera configurarse con un usuario. Finalmente, en Título desarrollé una pulsera que se podía ocupar como reloj; se ponía en la palma, amarrada, y se podían apretar botones con cada uno de los dedos. Con un sensor de inclinación logré, mediante gestos de la mano tipo lenguaje de sordomudos, hacer que el computador me leyera el correo. En ese minuto mi profesor y la comisión me dijeron: “Felipe, no sabemos cómo calificarte. Tú deberías ingresar a Electrónica o hacer robots”. Al año ya entendía que robótica es electrónica e informática, pero con movimiento.

Felipe ve con optimismo la labor de la robótica en Chile. En período de pandemia, dice, las industrias debían seguir operando y fue entonces que la robótica debió suplir la ausencia humana. “Espero que el futuro de la robótica esté en la teleasistencia, el teleservicio, los robots conectados en la nube como todo ente ciberfísico, como parte de una big data, revisado y administrado por una inteligencia artificial capaz de predecir eventos, por ejemplo, la falla de algún componente. Eso también aplicaría a la ciberseguridad. Veo a Chile como pionero en esta tecnología, espero estar vivo para verla”, manifiesta el ingeniero.

Actualmente, el profesional y su equipo están desarrollando un submarino para la limpieza de redes de cultivo de salmones en el sur, de carácter industrial -300 kilos-, para profundidad de 100 metros. También trabajan en un vehículo móvil para la industria, especialmente para el manejo de pallets y racks en bodegas. “Con este equipo podremos desarrollar los algoritmos submarinos más fácilmente, porque no es lo mismo trabajar en la oficina que bajo 100 metros de agua tratando de entender cómo modificar la programación”, explica.

Una tarea que lo tiene muy entusiasmado es el desarrollo de tecnologías en conjunto con Cimarq (Centro de Investigación Marina Quintay, de la Universidad Andrés Bello). “Se trata de sensores y monitoreo para el cultivo de erizos, que ya está en su primera etapa. Acompañaremos a la comunidad en la próxima siembra de erizos en la caleta, generando desde fotografías hasta mapas 3D del fondo marino con el uso de la fotogametría -detalla-. Pretendemos ratificar el próximo año estos sensores, tanto en el mismo centro como ya ingresando a las costas de Quintay, e ir desplegando un centro de pruebas, un HUB submarino”.

Javiera Manríquez

ATENCIÓN DENTAL DOMICILIARIA

Javiera Manríquez Palavecino, de 29 años, vive en Concepción y es cirujana dentista de la Universidad Andrés Bello, con especialización en odontogeriatría en la Universidad de Chile. Atiende a adultos mayores y esa labor la visualizó desde que era pequeña. “Me gustaba la odontología, no sé por qué, y mi mamá contaba que yo decía ‘Seré dentista para ponerles dientes a los abuelitos’”.

A lo largo de los años se fue desviando un poco ese objetivo, pero ya en el área clínica de la universidad volvió la inclinación por la odontogeriatría. “Además, cuando era pequeña siempre tuve muy buena relación con el dentista -acota-, nunca tuve miedo, incluso me gustaba ir. Creo que ese sentimiento de felicidad hizo que desde pequeña me fascinara con la profesión”.

Egresó en 2019 de la Facultad de Odontología Dr. Felipe Stanke, en la sede de Concepción, y señala que el premio recibido se debe a que sus profesores estaban al tanto del innovador servicio que ella presta: atención domiciliaria a pacientes mayores o que por enfermedades no pueden asistir a una consulta.

Conoció esta labor en el Cesfam donde hizo su internado. “Ahí había una dentista que hacía domicilios, por el programa de pacientes con dependencia severa. Fue entonces que comenzó todo este impulso, que reforzó mi gusto por la odontogeriatría”.

A principios de 2020 inició en Concepción su servicio de atención odontológica domiciliaria -Odontogeriatria.ccp-, principalmente en áreas cercanas, como el centro, San Pedro y Talcahuano, hasta donde llega con sus instrumentos. En un principio realizaba instrucciones de higiene y cuidados de prótesis, pero ahora se dedica también a restauraciones y prevención, entre otros.

“Me motivó el ver que no se hacía mucho, que hay un área en la odontología poco explorada y poco conocida por la gran mayoría de los dentistas. Existe un porcentaje de personas que tienen un grado de dependencia que le hace difícil al grupo familiar llevarlos a los diversos centros de salud, en mi caso el dental. Y no solamente son personas mayores, también son adultos con alguna enfermedad que impide su libre desplazamiento. Todos ellos se ven beneficiados con este servicio, el paciente y el grupo familiar. Eso me impulsa para seguir en esta especialidad y ayudar a las personas”, expresa Javiera.

- ¿Qué recibiste de la universidad y que te ha ayudado a ser quien eres hoy?

- En general soy una persona bastante perseverante y paciente, pero en mi paso por la universidad esas características se reforzaron, al igual que mi resistencia a la frustración. En odontología hay mucha frustración, pero también refuerzo y obtención de habilidades blandas, las que son muy importantes hoy en día… Y esa capacidad de confiar en una y seguir adelante. No puedo decir que siempre estuve segura de mí, pero mis profesores y compañeros me ayudaron muchísimo.

Por el momento trabaja sola y atiende además su consulta particular, pero sueña con formar un equipo grande y extender su servicio a otras regiones. La salud oral en Chile sigue los mismos índices que se manejan en todo el mundo, dice, donde las personas con mayor ingreso económico tienen mejor salud dental versus las personas con menores ingresos, donde es de media a mala.

“Es cierto que cada vez tenemos menor población desdentada completa, y esto es favorable, pero sí tenemos población con pérdida dental que no nos permite generar una oclusión funcional. Fomentar en la nueva generación hábitos saludables como consumo de frutas, verduras y agua son puntos clave que van avanzando, al igual que el programa Sembrando Sonrisas, en que la prevención es el fuerte. Inculcar en la nueva generación hábitos de higiene oral efectivos y sólidos es fundamental para tener una población adulta mayor con una buena salud oral; al igual que educar a la población adulta actual, ya que he visto mucho que la técnica de cepillado que usan suele ser la misma que ocupan niños pequeños, y cuando una cambia los dientes también se modifican las necesidades”.

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