Abierta
Luego de una excelente remodelación, esta casa se abre de pies a cabeza. No solo en el sentido literal -las áreas comunes se emplazan en un solo gran espacio-, sino que también en su metáfora. Aquí llegan amigos, familia, se comparten historias y recuerdos bajo una simpleza mesurada.


Durante 11 años Natalia Vial, fotógrafa, abrió una mesa plegable ubicada en su diminuta cocina. Lo hacía para que su hija comiera. Luego la volvía a cerrar; así, 11 años de su vida. Es que esta casa del connotado arquitecto precursor del movimiento moderno en Chile Jaime Sanfuentes siempre fue exquisita; sin embargo, había ciertos espacios, como la cocina, aún no solucionados del todo. “Cuando recién nos cambiamos -cuenta Natalia- le hicimos las cosas básicas para poder habitarla. Le dimos más luz, la pintamos blanca, le cambiamos el piso y le pusimos calefacción. Y fue hace dos años que nos decidimos hacer este gran cambio,
la transformación de la oscura e incómoda cocina a una amplia, completamente abierta, y que sirviera de comedor de diario”.
La espectacular transformación estuvo en manos de Elton + Léniz Arquitectos Asociados -Mirene Elton y Mauricio Léniz-, y algo muy especial que ejecutaron fue la transformación del techo. De este modo se aprovechó el entretecho que la casa tenía originalmente, se voló el cielo y se dejaron las cerchas a la vista. En su parte más alta,
de piso a techo el espacio quedó con una altura de 4 m y medio, lo que le dio al lugar muchísima luz y una clara sensación de amplitud.

“Esta área pasó a ser un lugar para todos los usos. Yo vivo con mi hija, aquí vienen sobrinos, amigos entran y salen… es el lugar donde comemos, donde se hacen las tareas o donde vemos televisión. Antes de la remodelación,
en un extremo estaba el comedor, después había una pieza de servicio, una logia y la anterior cocina”, comenta.
Pureza, amplitud, una leve sensación de libertad.
La casa tiene una excelente distribución, y en todos sus rincones se lee entre líneas una espontánea dedicación. Sus manos de artista quizás, tal vez fue su ojo fotográfico.
En términos concretos, la vivienda tiene tres dormitorios, uno para Lola -la hija-, otro de invitados y un tercero, para Natalia. Siempre mucha luz natural y
la percepción latente de una brisa que pasa y pellizca la nariz.
Las ventanas de cada dormitorio fueron modificadas y todas dan al jardín.
El jardín también se hizo de nuevo, trabajo de María Inés Couve,
mientras que los mismos arquitectos construyeron una piscina muy bien lograda.
Caminemos un poco más hacia el living. Natalia declara ser una mujer extremadamente sentimental, y por lo mismo que cada mueble o pieza del living le evoca un sentimiento, el 90% de la veces relacionado con alguien que quiere: amigos o familiares están presentes, de una u otra forma, a través de cuadros, móviles, pinturas o mobiliario. “La decoración la acarreo de siempre. La mayoría de los objetos me los han regalado, todas las cosas son de alguien que conozco: el móvil es de Diego Elton; los cuadros,
de la Daniela Pulido, Teresa Cruz, de Hugo Grisanti, de Juanita Vial, todo el living tiene historia. ¿Y el estilo de mi casa? Femenino”, finaliza.


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