Algo de mí
Esta casa tiene mucho de su dueña, de sus hijos, de la naturaleza que la rodea, algo de sus progenitores. Emplazada en el valle de Casablanca, convive con múltiples bichos, manzanas orgánicas, quebradas y aire puro. Aquí se huele amor. Y da gusto sentirlo.
Esta es la escena. Emilia (5 años) sale en búsqueda de bichitos al interminable jardín, y encuentra un escarabajo de talla XL. No le teme, se ríe, lo guarda en un frasco de vidrio. "¡Es enooorme!", decimos nosotros, pero ella vuelve a sonreír y juega con él un buen rato. Emilia sabe también que las frutillas salen de la tierra y no del supermercado. Este tipo de cosas pasan aquí en Lo Orozco, en tierras fecundas de Casablanca, a tan solo 1 hora de Santiago. Aquí viven Constanza Fernández (36) junto a su marido y sus 2 hijos (el más chico es Clemente, de 3), quienes decidieron escaparse de Santiago para establecerse aquí y estirar a pata suelta su imaginación y vida familiar.
EL MUNDO DE LO OROZCO
En este contexto, con los pajaritos haciendo lo suyo, los conejos saltando y los bichos hurgando en las plantas, Constanza dibuja, ilustra y teje. Su emprendimiento se llama Coco & Co. y es el resultado de sus estudios de arte y de todo el imaginario que aquí absorbe. "Descubrí esta manualidad que es a partir del vellón, que es fieltrar con aguja, y con esto hacer pequeños mundos para niños, en su gran medida móviles. Me pasó que cuando tuve a mis niños empecé a hacer casitas de madera, ilustraciones, cojines, y la gente me empezó a decir qué lindo, y motivada por esto empecé a armar este emprendimiento. Me fascinó esta técnica. Todo es a mano", detalla Constanza.
Luego están la casa, los dormitorios de los niños; un submundo lleno de imaginación, rincones mágicos que cualquiera menor de 6 años desearía.
Si nos movemos un poco, está el espacio principal, la cocina abierta junto al living, supercómodo, práctico, una solución moderna desarrollada por el arquitecto Luis Emilio Fernández, hermano de Constanza. "El proceso de decorar mi casa no fue comprar cosas y ponerlas, sino que sacar cosas. Yo me vine de Santiago de un departamento gigante donde tenía miles de elementos, e hice un proceso de liberarme, desprenderme. Regalé, redistribuí, etc. Las cosas que tenía eran más bien de un estilo francés, y quise algo más orgánico para esta casa", explica.
Fue entonces que comenzó a decorar con plantas. Plantas por aquí, plantas por acá. "La idea es conectar el verde que yo veo afuera con el interior, una continuidad. Empecé a descubrir que las condiciones lumínicas y de temperatura se dan increíbles para tener verde dentro del espacio".
La decoración es sencilla, resaltan la madera, el blanco, la madera en el cielo, los materiales nobles. Hay algunos muebles de estilo, que junto a los otros (de formas y materialidades orgánicas) arman una excelente combinación.
HISTORIA DE LA CASA
Este espacio tiene que ver con un proyecto familiar. Juntos pero no revueltos. La mamá de Constanza tenía casa aquí, desde hace alrededor de 25 años, pero de un momento a esta parte quiso que cada hijo tuviera su casa y les regaló a cada uno la propia. "Mis papás los dos son doctores y engancharon con el tema de lo orgánico, por eso buscando con factores como el clima, qué cosas se daban bien, surgió la idea de plantar manzanas. Las manzanas orgánicas se daban muy bien porque hay una condición geográfica, al ser un valle aislado estamos protegidos de agentes como plagas que pueden afectar la plantación. Y esto empezó a crecer y ahí con mi marido dijimos 'vengamos a vivir un tiempo acá, en nuestra casa que nos construimos; los niños son chicos, qué rico que a ellos les quede en la memoria esta experiencia'".
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