Entrevista: La experiencia física
El programa de Magíster en Arquitectura del Paisaje de la Universidad Católica invitó a una conferencia magistral al paisajista y arquitecto suizo Günther Vogt, un nombre que por estos días resulta clave para entender la arquitectura del paisaje en las ciudades del futuro. Catalogado como uno de los paisajistas más innovadores de Europa, hoy nos explica cómo se envuelve un espacio a distintas escalas, y por qué nunca, sin excepción alguna, debe desecharse el contacto físico.
Aquí no suenan las campanas de colegio, sí los pájaros y el viento, que chocan contra las hojas de los naranjos y contra nosotros, en este patio de Pedro de Valdivia Norte del campus Lo Contador de la Universidad Católica.
Aquí nos reunimos con Günther Vogt, paisajista suizo y querendón del entorno. Sus trabajos -que recorren Europa- no se sitúan solos en este mundo como simple manifestación estética; apuestan por el credo de mantenerse en directo contacto con la creciente urbanización del mundo entero. Vogt entiende el paisaje en varios niveles, sabe que es el producto de procesos culturales, naturales y sociales. Hoy, también como socio fundador de Vogt Landscape Architects Zurich, con oficinas en Múnich, Berlín y en Londres, visita Chile en el marco de las actividades del Programa de Magíster en Arquitectura del Paisaje (MAPA) de la misma casa de estudios. Además de una conferencia magistral titulada “Paisaje y escala, parque y escala”, conversó sobre la escala que tiene el paisaje en medio de la ciudad y también, aquí mismo, compartió algunas de sus visiones humanas con el entorno, que sugieren a un Vogt pacífico, explorador, con un positivismo análogo, que pide más citas, de las amistosas, las de trabajo, de las que no tienen tanto sentido. Con su acento pausado y veraz, nos acercó al sentido del paisaje y a la labor que debemos desarrollar nosotros los humanos por relacionarnos frente a frente con este mundo, su naturaleza y nuestras personas.
¿Es el paisaje un tema que hoy abunda en las conversaciones sobre política, estética y en las problemáticas sociales? Por supuesto. En Chile, en Suiza, en todo el mundo se está hablando de eso. Aunque tenemos bosques, Suiza es un territorio urbano y lo verde está mucho menos urbanizado que acá. Chile, en cambio, como en los antiguos días de Europa, tiene ciudades y paisajes enormes alrededor, y a pesar de tener grandes concentraciones urbanas -como en todo Sudamérica- aún existe el paisaje. El problema surge cuando nos preguntamos qué hacer con este paisaje en medio de una cultura que lo desaprovecha. El tráfico en Santiago de Chile es como el de Beijing, la gente no puede moverse sin un auto. Hace algunos años en Londres, por ejemplo, no se veía ningún ciclista, pero hoy en día hay cientos de ciclistas moviéndose por la ciudad, y existen razones de peso para ello, como que el transporte público es carísimo para los jóvenes londinenses. Entonces, no es solo una pregunta política, es una pregunta que viene de la sociedad, ¿qué tenemos que cambiar en nuestras ciudades?
Y tú personalmente, ¿cómo resuelves esta problemática, a pesar de que Zúrich es otra historia? Yo en Zúrich vivo en la misma casa donde trabajo, y no he podido dejar de pensar en el tiempo que perdería moviéndome de mi casa a mi trabajo y luego volver. Viajar durante mucho rato y no disfrutar del entorno no significa calidad de vida. Por eso la naturaleza es tan importante para las ciudades actuales, para la humanidad, sobre todo en las grandes urbes.
¿Y Santiago dónde se posiciona en medio de la discusión? Se ve que Santiago está creciendo y que lo seguirá haciendo. Sé a grandes rasgos que en los próximos veinte años el 50% de la población vivirá en ciudades. Santiago tiene muchísimos espacios públicos que aprovechar, comenzando por las maravillosas cumbres y montañas, muchas de ellas en medio de la ciudad. Como el cerro San Cristóbal que está detrás de nosotros, podría ser un Central Park sin problemas, ¡y aquí nadie ni siquiera se lo cuestiona! Además si todos aquí tienen un auto y se sigue con esa mentalidad jamás se aprovecharán los espacios públicos. Los cerros y sus cimas pueden perfectamente convertirse en parques públicos con restaurantes y museos, podrían ser un centro cultural maravilloso. En París los parques públicos están tan llenos de gente que no hay lugar donde instalare, y en Santiago en cambio sí hay espacios, es un deber aprovecharlos.
¿Y cuál es el trasfondo de aprovechar más los espacios públicos verdes, por qué te aferras a esa idea con tanto ímpetu? Porque hay que volver a lo análogo, a las experiencias físicas. Hoy estamos rodeados de relaciones por email y de cultura por Internet, ya casi nadie lee revistas, necesitamos de reuniones frente a frente, de volver a leer en papel y volver a vernos en persona, dejar de crear citas por la web. Esta conducta nos lleva a quedarnos en casa, y aquí viene otra pregunta, ¿cuál es la calidad y el sentido de quedarse en la casa y no salir y ver a otra gente, si siempre es bueno ver a gente, estar en el entorno y tener una mejor calidad de vida?
¿De qué trató tu conferencia magistral? Mi exposición trató el tema de cómo enseñar hoy en día, pues hoy enseñar es muy diferente a lo que era antes. Yo crecí como una persona inmersa en la cultura análoga y el problema de haber cambiado esa forma con los años es que los estudiantes a veces no entienden o no simpatizan con este modo, el estar aprendiendo con un computador. Si en todas las áreas se trabajara con los espacios públicos frente a frente, habría más para oler, sentir y mirar realmente. Y la influencia de las revistas también es importante. Quiero transmitir la importancia de las experiencias físicas, que no se pueden perder. ¡Cómo no juntarse físicamente con estas montañas maravillosas como telón de fondo, sobre todo para los que estudiamos arquitectura del paisaje! Debemos hacernos el tiempo para hacer estos encuentros mientras se estudia en la universidad, porque necesitamos experiencias, y estas vienen de la realidad. De hecho es mucho más interesante hacer esta entrevista aquí que en una oficina… pues nos hemos influenciado por el espacio donde nos ubicamos.
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