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Espacio: Casa sueca

El encargo era representar a Suecia con una arquitectura transparente y liviana, un reflejo de su sociedad abierta, democrática y tolerante. Además, la construcción debía traer algo de las características geográficas propias de su naturaleza a estas latitudes. Bajo estas directrices la arquitecta sueca Josefina Nordmark proyectó la residencia de la embajada de su país en Chile.

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ARQUITECTURA

En 2002, a través de un concurso público que convocó a jóvenes arqui

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tectos suecos, Josefina Nordmark se adjudicó el proyecto de la residencia del país nórdico en Chile. Su diseño, Danza de las Grullas, simboliza su cultura.


AL ENTRAR A ESTA CASA

lo primero que encontramos es el salón de recibimiento donde un piano de cola es protagonista. Este es un espacio abierto de doble altura, unido a la biblioteca y los demás salones, donde también se realizan conciertos ocupando la escalera como gradería.


UNA LARGA

mesa de comedor, cuyo autor es Bruno Mathsson, representa el modernismo sueco junto a las sillas de Jonas Bohlin y lámparas de Jeremy Cole.UNA LARGA mesa de comedor, cuyo autor es Bruno Mathsson, representa el modernismo sueco junto a las sillas de Jonas Bohlin y lámparas de Jeremy Cole.

SILLONES SINGEL,

fabricados en hierro y piel de vaca por el diseñador sueco John Kandell, ambientan el salón de estar principal, junto a lámparas de colgar Skelder, del artista Lars Englund.

Está emplazada  en los cerros de Lo Curro, en Vitacura, en un terreno amplio que determinó la edificación de una arquitectura moderna junto a un jardín abierto en pendiente, que se luce desde el exterior y permite integrar vistas de Santiago y los cerros que caracterizan a este barrio.

Esta es la casa donde vive desde el año 2009 la embajadora de Suecia, Eva Zetterberg, quien anteriormente se desempeñó como diplomática en Nicaragua y fue vicepresidenta del Congreso sueco. Esta es su residencia, un lugar abierto donde comúnmente recibe a su familia y organiza actividades culturales propias de la representación diplomática, como conciertos, conferencias, exposiciones y noches literarias.

Toda la arquitectura e interiorismo de esta casa de 650 m² es un reflejo del diseño sueco, inspirado en sus condiciones geográficas a través de expresiones minimalistas y sencillas, con la luminosidad natural y la noble materialidad como condiciones preponderantes.

Fue en 2002 cuando la Dirección Sueca de la Propiedad Nacional convocó a arquitectos jóvenes de ese país a concursar en el diseño de la nueva residencia en Santiago. Para esto, los participantes realizaron un viaje a Chile para conocer el terreno y adaptar sus ideas a las condiciones locales. De las 99 propuestas, la ganadora fue la de la arquitecta Josefina Nordmark, socia de la oficina MAF Arkitektkontor.

Su proyecto, llamado Danza de las Grullas -que simboliza el vuelo danzante de este pájaro con sus alas extendidas-, resuelve con lucidez la distribución de lo privado y lo público, mediante espacios abiertos, flexibles y transparentes que se dividen en un largo volumen de dos pisos, el cual se ordena a través de una serie de pilares que dan ritmo a la construcción y representan troncos de abedules.

Pensada como una casa para aprovechar e integrar la mayor cantidad de luz natural, dentro de su trazado se priorizó incluir grandes ventanales y una pintura blanca en las paredes interiores para reflejar aun más la luminosidad proveniente del exterior. La iluminación artificial es dirigida y busca principalmente destacar la imponente arquitectura.

En el primer piso se encuentran los espacios comunes y de estar, como la biblioteca, sala de conferencias, comedor y salón de conciertos con un clásico piano de cola y una escalera que sirve de gradería; ambientes que tienen la gracia de modificarse según las distintas instancias que se generan. En el segundo piso se encuentra el espacio privado de la embajadora, con ambientes independientes que sirven para recibir a su familia que comúnmente la visita desde Europa.

La decoración es también una muestra de la modernidad sueca, prevalecen líneas minimalistas y tonalidades suaves. La interiorista Solweig Sörman fue la encargada de elegir todo el mobiliario, y también fue ella quien ideó algunos elementos decorativos como las mesas de vidrio que se encuentran en algunos salones.

Buscando privilegiar la presencia de autores del país nórdico, Solweig decidió integrar solo a diseñadores y conocidos artistas plásticos de esa nación, como Jonas Bohlin, Bruno Mathsson, John Kandell, Josef Frank, Anna Kraitz, Astrid Svangren y Sonja Larsson, entre otros nombres. Esta última se hace presente con sus obras geométricas sobre la gran “pared de hielo”, como así se le llama al extendido muro blanco interior que reflecta luz natural y cruza todo el perímetro, conectando salones, comedor y terraza. Este muro, además, se extiende hasta el exterior fusionándose con la alargada piscina, la que, como explica la arquitecta Nordmark, evoca la abundancia de agua que hay en Suecia.

La iluminación de esta casa se pensó para ser mayoritariamente natural, integrándose durante el día a través de altos ventanales y muros blancos. En cuanto a iluminación artificial, esta se proyectó con halógenos dirigidos y lámparas de diseño nórdico.

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