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Expandida

Una casa que cumple todo: se adapta al terreno, respeta vegetación preexistente, contiene principalmente especies autóctonas de baja mantención y aprovecha la luz como ninguna de sus vecinas. Sin embargo, el máximo aporte es la manera de vivir que permite a sus habitantes

Después de 14 años de felicidad total en Chicureo, cuando los hijos llegaron a cuatro y las diferencias de edad sobrepasaron los 15 años entre ellos, Paulo y Ana María dejaron de ver películas en la cama. En lugar de eso pasaban las noches haciendo scrolling en la página de Plataforma Arquitectura. Entre casas, casas y más casas vieron un quincho con el look que estaban buscando.

"Así fue como estos jóvenes se tomaron el terreno y apareció esta casa que amamos", dice Ana María. "Quería exactamente eso, que se apropiaran del terreno, no un patio olvidado al final; que por dentro fuera un planta libre sin pretensiones, que no incomodara ni hiciera pensar que nada se puede tocar". Daniel Díaz –socio de 332 Arquitectos junto a Rafael Bas y Paola Adrovez– diría que en primer lugar esta es una casa amigable, que después intervino el factor convivencia de hijos en edades variadas y luego los usos: "Los recintos tienden a mirarse unos con otros. Sin ser de materiales costosos, tiene mucho detalle y cariño en el diseño, tanto de parte de la oficina de arquitectura como de los propietarios". "Paulo es ultra-megadetallista. Tenemos archivos, planos y millones de dibujos de casi cada detalle. Eso es porque las soluciones son particulares, pero hechas con elementos estándares. Son cosas sencillas a las que se les dio mucho más que una vuelta. Es ingenio aplicado a materiales corrientes", agrega su socio Rafael.

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La primera vez que los arquitectos vinieron esto era un descampado con forma de triángulo alargado, con muchos conejos y un gran algarrobo bastante deforme. La forma del terreno, la existencia del árbol y una plaza en el límite sur, así como la necesidad de orientarse hacia el norte y los cerros hicieron que se gestara una estrategia en sus cabezas: qué tal si pensáramos la casa como una tela que al extenderla para alcanzar todos los extremo se rasga y da origen a patios interiores separando los recintos. El paisajismo –en manos de Cristóbal Elguetta– no es decorativo aquí, es parte del funcionamiento de la casa. Estos patios interiores además de un pretexto para alargar la superficie trabajan entregando humedad y bajando las temperaturas. "Se trató de que los elementos que requieren mantención fueran muy acotados, entendiendo que el gasto de agua sería crítico en un terreno de 1.500 m². La casa no solo cuida su intimidad desde la plaza que tiene al lado sino que además se encarga de este patio y todos los recintos quedan mirando al norte. A diferencia del resto de las casas del barrio tiene un alero calculado para que entre septiembre y marzo el sol no entre. Y funciona, es simplemente cosa de sentarse un rato a medir el largo del alero", dice Daniel.

332 Arquitectos entiende la sustentabilidad como parte de la esencia de los proyectos. Dentro de esas consideraciones prefirieron trabajar con tabiquería, lo que al mismo tiempo permite ventilación y aislación. "Si tienes una estructura de esqueleto tienes espacio para llenar con esos elementos. Se da un aprovechamiento económico y funcional. Todo esto confluyó en que el confort de funcionamiento de esta casa se lograra con un consumo energético bastante bajo.

Un dato concluyente: esta casa tiene el doble de superficie que la casa en que esta familia vivía antes, aquí mismo, a unas cuadras, y el consumo en calefacción y gas en general es de la mitad. 332.cl

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