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Naturaleza inmediata

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Prácticamente en todas las ciudades aún existen áreas naturales colindantes, y es un agrado observar cómo con mayor frecuencia los ciudadanos se aventuran a recorrerla a pie o en bicicleta, ya sea en grupos de amigos o familiares. El único punto débil es que muchos terminan convirtiendo estos lugares en pequeños basurales, pues como obviamente no hay tarros de basura (es imposible), botan de todo y en donde se les ocurre... si al menos lo botado fuese orgánico. Por otra parte, hay quienes hacen asados y no apagan las brasas, poniendo en peligro de incendios forestales gigantescas superficies naturales, una gran estupidez que se repite una y otra vez.

Hay además otro grupo que se toma lo natural y el deporte tipo extremo (de alta insensatez) de manera muy artificial, son quienes ‘ocupan’ la naturaleza con sus máquinas (motos principalmente), causando un daño enorme, llegan a lugares más remotos, emiten ruidos ensordecedores que rompen bruscamente el equilibrio de los hábitat, molestando además precisamente a otros humanos que esperan disfrutar de un paseo: echan a perder todo el encanto de estos lugares.

Son personas que dicen andar en grupos, pero son absolutamente separatistas, cada uno hace sus torpes piruetas por su lado. Van muy protegidos con trajes y cascos, una especie de ‘robocops criollos’; se ven muy agresivos con sus disfraces que los transforman en dominadores del territorio natural (igual que niños con disfraz de hombre-araña).

Algo similar, lamentablemente, pasa en las dunas y lagos de todo Chile; nuevamente todo lo rompen e inundan de ruidos y manchas de aceite. Esta práctica está prohibida en muchos países, tanto en los avanzados como en otros en desarrollo, pero más que de prohibiciones, que son difíciles de fiscalizar, el tema en cuestión es que quienes ocupan la naturaleza de este modo no entienden nada sobre cómo está este planeta. Lo que más descompone es que es gente joven, supuestamente con mucho conocimiento y preparación. Es cierto y conveniente que hay que escapar por al menos un momento de las ciudades, pero  también hay que hacer el cambio mental, de actitud: la naturaleza no puede ser tratada urbanamente.

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