La trágica historia de Ata, la primera mutante chilena
Confundida como una momia y traspasada de mano en mano a través del mercado negro, la ciencia finalmente descubrió que se trató de una niña abandonada.

Hace 15 años, una extraña figura humanoide fue encontrada en un pueblo de la región de Atacama, en el norte de Chile. Oculto en una bolsa de cuero y de tan sólo 15 centímetros de largo, su forma humana, su cabeza alargada y su inquietante sonrisa se convirtieron en un misterio para la comunidad científica y en un objeto de adoración para los amantes de las conspiraciones. Para algunos se trataba de una nueva especie de momia ancestral, pero para otros, la prueba de haber sido visitados por seres de otros planetas.
La figura fue bautizada como Ata y por muchos años fue considerada una leyenda urbana ya que su paradero era tan incierto como su pasado. Víctima del mercado negro, Ata paso de mano en mano, de casa en casa, hasta que llegó a manos de la comunidad científica, quienes comenzaron a estudiar su pasado.
Lo primero que se descubrió es que no se trataba de una momia, sino que de una figura de 40 años de antigüedad, dejada al amparo del mundo en la década de los 70. Caída la teoría de la momificación, entonces, ¿podríamos entonces hablar de una figura extraterreste? Bueno, tampoco.
Los análisis de ADN mostraban, claramente, que se trataba de una figura humana, a pesar de sus características: medir 15 centímetros, tener 10 en vez de 12 pares de costillas y ojos bastante extraños. Pero lo más desconcertante aun es que su estructura ósea correspondía a la de un niño de entre 6 y 8 años, datos que claramente no calzaban con su apariencia.
La historia se complicó el año 2013, cuando Paolo Viscardi, un curador del Museo Horiman de Londres -ciudad donde actualmente reside Ata- se mostró en contra de los resultados obtenidos por estos estudios, señalando que era imposible que se tratara de un niño de 8 años y que lo más probable es que fuera un feto abortado.
Cinco años más tarde, Garry Nolan, científico de la universidad de Stanford y autor de la primera teoría sobre Ata, finalmente llegó a la historia completa. Analizando restos obtenidos de la médula ósea de Ata, Nolan llegó a la conclusión de que había algo de cierto en cada teoría (menos la extraterrestre).
Ata efectivamente era un feto en desarrollo al momento de morir, probablemente producto de un aborto espontáneo. Pero su estructura ósea efectivamente era la de una niña de 6 años, producto a una serie de mutaciones genéticas con las que contaba. Siete mutaciones para ser exactos y que se tradujeron en deformidad facial, enanismo y envejecimiento acelerado.
Con el misterio resuelto, el Dr. Nolan dice ahora, es tiempo de devolver a Ata a su lugar de origen y darle una sepultura merecida, no sólo a las ridículas historias que se tejieron a su alrededor, sino que al mito de una figura que quizás ahora por fin pueda descansar en paz.
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