Los Caballeros del Zodiaco, el clásico que elevó el cosmos

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La popular serie comenzó en Japón un 11 de octubre y hoy la recordamos con un especial de Mouse dedicado a la épica de los caballeros de bronce.


Un 11 de octubre de 1986 comenzó en Japón una de las series de anime que terminó siendo una de las más populares por este lado del mundo. La misma que, en su exhibición a través de Chilevisión a mediados de los noventas, también comandó el nuevo auge de las series de animación que comenzaron a invadir nuevamente nuestras pantallas.

Atrás había quedado el tiempo de Mazinger Z, Capitán Futuro, Grand Prix, el Festival de los Robots y teleseries tipo Candy. La antigua camada ya había llegado durante los ochentas como la primera oleada, mientras toda una nueva generación estaba disfrutando los interminables partidos de Los Supercampeones o las aventuras del pequeño Goku.

Ahora llegaba la hora de elevar el cosmos, en una propuesta que tomaba como base elementos de la mitología griega para presentarnos las aventuras de los caballeros de bronce, sus sagradas armaduras y su misión para proteger a la reencarnación de la diosa Athena.

Esa base, y lo atractivo que era la idea de las armaduras que representaban a cada constelación, era el primer gancho de una serie que terminó atrapándonos por sus personajes, la llamativa historia que se comenzó a instalar una vez que entró en juego la amenaza del Santuario y las notables batallas que nos presentaban a los ataques de cada personaje.

Los Caballeros del Zodiaco, que para toda una nueva generación es más conocida como Saint Seiya, contó con un notable diseño de personajes a cargo de Shingo Araki y Michi Himeno, quienes llevaron al siguiente nivel a lo que propicio el manga creado por  Masami Kurumada. Esa fue una de sus principales armas, ya que el trabajo de animación realmente destacaba, ya sea a partir de la hermosa y simple armadura de Pegaso o las notables secuencias que daban pie a ataques como el golpe del Dragón Naciente, las alas llameantes del Fénix, el meteoro de Pegaso, el polvo de Diamante o inclusive las cadenas de Andrómeda.

Pero si bien por un lado estaba el trabajo visual, otro punto llamativo era la tragedia que acompañaba a cada personajes. Criados bajo el alero de una corporación, que en primera instancia se instalaba como una vil jugada capitalista que nos ponía de inmediato de parte de los héroes que debían batallar en un torneo galáctico, este grupo de huérfanos debe sufrir con el más feroz de los entrenamientos para convertirse en los caballeros dignos de portar su armadura, en los lugares más infernales del planeta.

Al mismo tiempo, cada historia personal eran como para cortarse las venas, no solo en lo que concierne al sentimiento de vacío por la búsqueda de la hermana de Seiya o la pérdida de la madre de Hyoga, sino también en toda la tragedia que involucra a los dos hermanos, con Ikki siendo impulsado como antagonista para vengarse contra todos aquellos que consideraba responsables de su sufrimiento.

La música excepcional a cargo de Seiji Yokoyama y el notable trabajo de voces latinas, comandado por el gran Jesús Barrero, fueron la guinda de la torta para una serie que nos ahogaba cada vez que llegaba al final de la batalla de Leo y teníamos que verla nuevamente desde el comienzo. Una vez que en Chilevisión finalmente accedieron al resto de los episodios, y concluyeron la gran saga del Santuario, nos pagaron con creces toda la larga espera para ver la conclusión de la historia contra el Patriarca.

La serie marcó a toda una época, ya sea si la viste con la intro española que nos hablaba de "los guardianes del universo" o su posterior emisión con la notable "Fantasía de Pegasus", y hasta el día de hoy recordamos a un verdadero clásico del animé que nos entrego algunos de los momentos más recordados de las series animadas. Hoy en Mouse revisaremos toda su historia en este especial.

https://www.youtube.com/watch?v=Pcz44eeym8k

https://www.youtube.com/watch?v=_6dbcQaOddk

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