Review | Kirby and the Forgotten Land es la aventura de Kirby que merecía la Switch

Con una impecable transición al 3D que mantiene la esencia simple y adictiva que ha caracterizado a la serie, el nuevo viaje de la bola rosada es primer paso hacia la expansión de una franquicia que aún no nos deja de sorprender.


Hace exactos cuatro años escribía para este mismo sitio sobre Kirby: Star Allies, el primer juego de Kirby para la Switch, el cual cargaba con el peso de dar inicio al segundo año de una consola que partió con toda la artillería de Zelda, Mario y Splatoon.

Y los resultados no fueron alentadores. Mientras todos los juegos nombrados recibieron versiones que fueron las mejores de su serie -o si no muy cerquita de lograrlo- Star Allies fue un título monótono, corto, sin inspiración y que más encima podía jugarse en piloto automático.

El futuro para Kirby no seguiría muy bien: con un juego Free to Play y otro de peleas, a la Switch le faltaba una gran aventura memorable y respetuosa de la tradición clásica de nuestra pelota rosada favorita.

Y ese juego llegó este 2022 y se llama Kirby and the Forgotten Land, un título que no solo se instala dentro de los mejores de toda la historia de la saga, sino que lo hace más encima en un formato que hasta ahora había sido esquivo: la aventura 3D.

Un salto que, hay que reconocer, demoró demasiado. Y dado lo mucho que tardó Kirby -creo que era la última mascota de Nintendo a la que le faltaba hacerlo- para hacer esta transición se siente menos revolucionaria que, por ejemplo, el salto de Mario, Zelda o Metroid. Pero también, por la experiencia acumulada, logra ser totalmente funcional y al momento de tomar el control es como si Kirby siempre hubiese pertenecido a este formato.

Esto en gran parte debido a que HAL Laboratories tampoco quiso arriesgar mucho y se mantuvo siguiendo al pie de la letra la fórmula que desde la época de los 8 bits se ha convertido en la marca de la serie.

A pesar de ser 3D no se trata de un mundo abierto, sino que de niveles lineales con diversas secciones que mezclan plataformas, combates con enemigos, puzles y habitaciones secretas, que ofrecen una experiencia de juego sencilla pero altamente satisfactoria.

El proceso dentro del juego mismo también es tradicional: la aventura se desarrolla en una serie de mundos, los cuales están concentrados en un mapa general. Cada mundo posee una temática diferente y es coronado por un jefe que guarda celosamente la llave para avanzar hacia el siguiente set de misiones.

Y como, en esencia, esto es un Kirby tradicional, pero en formato isométrico, adaptarse a jugarlo demora la nada misma. Todo el arsenal de movimientos de Kirby está presente: puede correr, saltar, lanzar patadas y por supuesto comer a los enemigos para escupirlos o copiar sus habilidades. Quizás el único movimiento nuevo es un Dodge que muy al estilo Bayonetta, coloca todo en cámara lenta cuando se realiza y que es especial para secuencias de jefes.

Ahora bien, que Kirby and the Forgotten Land sea así de tradicional pero ahora con una vista 3D no es lo que lo hace especial. Es por decirlo de alguna manera, el cimiento bajo el cual se fueron construyendo las capas que de verdad hacen tan inolvidable esta aventura.

Y comencemos por la historia, algo que pareciera ser un agregado, a pesar de lo intenso que se ha vuelto el lore de Kirby con el pasar de los años. En esta aventura, tanto Kirby como los habitantes de Popstar son trasladados a otro planeta, el Planeta Olvidado que tal como lo indica su nombre, es un lugar totalmente en ruinas y comandado por una tropa de animales. Y todo parece indicar de que se trata de un planeta que, si no es nuestra Tierra, pega en el palo.

Solo a través de la gracia y la dirección artística de la gente detrás de Kirby podemos encontrarnos con un planeta en un estado post-apocalíptico, pero que sigue siendo brillante, colorido y lleno de personalidad. En nuestra aventura nos encontraremos con ciudades llenas de maleza, parques de diversiones abandonados, hoteles en medio del desierto, playas infestadas de criaturas y hasta un centro comercial con patio de comidas y todo.

La familiaridad de los escenarios hace que Kirby and the Forgotten Land sea mucho más interesante de navegar, junto con un nivel de detalle que solo Nintendo puede entregar en un hardware tan limitado como lo es el de la Switch. Sí, el costo de eso es que el juego corre solo a 30 cuadros por segundo, pero cuando avanzas y ves lo que han logrado con efectos de luces, sombras, objetos en el aire y ambientes que se sienten reales y fantásticos a la vez, entiendes por qué decidieron hacer etapas con mucha densidad más que dedicarse a crear un gran mundo abierto.

El resultado de esta apuesta es haber terminado con un apartado gráfico que justifica la tridimensionalidad del juego y que te invita a explorar, algo muy importante sobre todo considerando que se trata de un título que sigue el guión que Nintendo ya viene dándole a sus juegos de plataforma desde hace décadas: la colectatón.

En esta oportunidad debemos buscar a los Waddle Dees que han sido raptados por esta fuerza oscura y de los cuales hay varios por nivel: un grupo se encuentra al final y el resto está oculto como si se trataran de estrellas de Super Mario. Algunos Waddle Dees los obtienes derrotando enemigos o pasando secciones específicas, pero otros no son tan evidentes. La forma de obtenerlos dependerá, como siempre, del uso de un poder especial en un lugar determinado, encontrando rutas alternativas o pasando secciones sin sufrir daño. Lo importante es que todas estas misiones solo se revelarán en la medida que vayas avanzando en el juego o bien las hayas cumplido sin querer.

Y toda esta exploración se hace divertida gracias al otro gran elemento fundamental de la serie de Kirby: los poderes. Como siempre, Kirby puede abrir su boca, succionar aire y comerse enemigos que le darán poderes a través de su copia. Estas habilidades son las que te permitirán vencer a tus oponentes de manera rápida y efectiva, aunque también te permiten resolver puzles y acceder a los cientos de secretos que trae el juego. ¿Ves una cuerda? Intenta cortarla con la espada. ¿Un cañón? Por supuesto que hay que encenderlo con fuego. O bien, apagar el fuego con hielo.

Si hay una crítica que se le puede hacer a este juego es que, con respecto a los anteriores, las habilidades que Kirby puede copiar son muy pocas. 12 en total y sin mucha creatividad. La pistola y el taladro son las únicas habilidades nuevas de un roster que tiene muchas de las clásicas -Fuego, Martillo, Espada, Hielo, etc-, pero que le faltan varias como Beam, Fighter, Yo-Yo, Mirror o incluso las habilidades más cómicas como Chef o Mic. Pero la verdad esto es una queja de lleno, porque una vez avanzando el juego, se entiende la decisión de concentrarse en tan pocas habilidades.

Al ser el primer juego de la saga en 3D, era mejor asegurarse con pocas habilidades que funcionaran bien en el ambiente, que tratar de lanzar un festival de copias y tener que recalibrar las curvas de aprendizaje. Además, como novedad del título, cada habilidad puede mejorarse y cambiar de efecto y fuerza a través de una mecánica de upgrade. Es decir, la habilidad de fuego comienza como un Kirby escupiendo llamas, luego puede convertirse en un volcán y finalmente puede ser un dragón, todas siendo variaciones del mismo poder.

Estas variaciones se obtienen yendo a un lugar en específico y recolectando unas piedras especiales que aparecen en desafíos extra que Kirby se encuentra en el camino. Es decir, son evoluciones totalmente voluntarias y que están precisamente para los que sienten que son muy pocas habilidades, pero el juego puede terminarse perfectamente con las variaciones principales, aunque cueste un poco más. Pero creánme que buscarlas no es un desperdicio.

Y tercero, y lo más importante, parte del trabajo creativo de las habilidades de copia se fue hacia el modo de Transmorfosis, la habilidad única que tiene Kirby en este juego y que le permite convertirse en objetos que encuentra dentro de las etapas. Un elemento clave y que es el factor que mejor mezcla la sorpresa y la creatividad que uno le pide a la serie.

Las habilidades de Transmorfosis no solo nos regalaron un sinfín de memes, sino que dentro del contexto del juego, entregan momentos que entregan variedad y quiebres en el ritmo dentro de los extensos niveles. Siguiendo la escuela de diseño de los Kirbys desde Return to Dreamland, cada cierto tiempo llegarmos a una sección en donde el protagonista se volvía tremendamente poderoso o bien, cambiaba la forma de jugar, ya sea subiéndose a un robot o tomando un arma gigante que definía el final del nivel. Ahora, las transformaciones que hace Kirby al absorber objetos cotidianos como automóviles, conos o ampolletas, están ahí para aumentar la variedad de acciones que faltó debido a la menor cantidad de habilidades de copia.

Estas secciones están debidamente delimitadas y muy parecido a lo que ocurre en Super Mario Odyssey, cambian la dinámica de exploración misma en los niveles. Por ejemplo, la máquina expendedora de bebidas hace que el juego se convierta brevemente en un shooter, invitándote a dispararle a todo lo que ves. El automóvil, es para pasar sitios con obstáculos lo más rápido posible -y es un gran reemplazo a las secciones de Wheelie- y la ampolleta es todo lo contrario: te permite alumbrar sectores obscuros por los que tendrás que navegar muy cautelosamente.

Este constante cambio en el ritmo mismo de las etapas hace que navegar por Kirby and the Forgotten Land sea una delicia y una que, además, tampoco busca castigarte. A algunos les gusta decir que se trata de juegos muy fáciles o sin desafío como si se tratara de un defecto cuando en realidad es un concepto errado. El mayor pecado de un videojuego no es ser fácil, sino que ser aburrido, algo que puede ocurrir en cualquier grado de dificultad, pero que en esta aventura no ocurre nunca.

La entretención de Kirby and the Forgotten Land te bombardea todo el tiempo. Ya sea por lo colorido y atractivo de su visualidad, la música perfectamente diseñada para generar ambiente cuando tiene que hacerlo y darte energía cuando más lo necesitas, las peleas con jefes enormes, las transformaciones del personaje o la dicha de encontrar todos los Waddle Dees ocultos en un nivel a la primera pasada.

Por lo demás, para los que, si creen que necesitan un desafío para disfrutar del juego, los invito a superar el contenido extra que trae, sumando a la ya mencionada búsqueda de Waddle Dees, desafíos que deben cumplirse con límites de tiempo, minijuegos que incluyen las ya famosas Boss Rush y hasta un excelente post-game que me tomó totalmente por sorpresa. Cumplir el 100% del Kirby es para muchos la verdadera forma de terminarlo y ello puede tomarte unas 20 o más horas.

También puedes probar un modo de juego colaborativo, donde puedes jugar cada nivel con una persona más que asume el rol de Bandana Dee. Mi soledad en el hogar me impidió probarlo pero debo señalar que la aventura está pensada, a diferencia del juego anterior, para pasarse de forma solitaria sin ningún inconveniente.

La serie de Kirby siempre se ha tratado de poner las mayores cuotas del talento de HAL Laboratories al servicio de la distracción y el placer de dejarse llevar por una aventura que no busca castigarte, sino que regalarte postales, risas y un OST para escuchar mientras trabajas. Y que en su transición al 3D no haya perdido nada de esa esencia, sino que haya encontrado nuevas maneras para hacerla aun más creativa, da cuenta de que, a pesar de que tardó 5 años en llegar, estamos frente a un juego de Kirby a la altura de los que Nintendo ya ha hecho para el resto de sus franquicias en su consola regalona.

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