Review | Splatoon 3: La fórmula del shooter nintendero llega a su máxima madurez

Con más mejoras que modos nuevos, pero con más estilo que nunca, la tercera entrega de la saga de los calamares es ideal tanto para quienes son veteranos en la serie como para quienes nunca han peleado en la guerra de pintura.


Hay algo que no es necesario que sepan, pero que necesito recordar. Cuando Splatoon fue revelado por primera vez durante el E3 de 2014 me fui muy rápidamente en contra de la idea. Quizás fue mi mente secuestrada por las mismas IPs de siempre y del Nintendo clásico, pero era de los que hallaban cualquier excusa en internet para hablar mal del juego. Todo esto, obviamente, si haberlo probado ninguna vez.

Un año más tarde, ya con el juego en la mano, rápidamente tuve que arrepentirme de todo lo que había dicho. Ser un fanboy nunca es bueno y aunque varias de mis críticas aun se mantenían (como venderte un juego con cuatro mapas en el disco), la verdad es que Splatoon era mucho más que Nintendo intentando hacer un shooter para llegar al mercado occidental donde solo eres relevante si los protagonistas llevan pistolas en sus manos.

Pero Splatoon terminó siendo más que eso. Es, finalmente, un shooter online pero hecho “a la Nintendo”, y con eso me refiero no solo a que sus temáticas son familiares, sino que su nivel de producción, precisión en los controles y sobre todo en su personalidad, son únicos e irrepetibles.

El 2015 dije que, al ser un juego online, Splatoon no duraría mucho y que sería una anécdota dentro de la historia de Nintendo. 7 años más tarde me encuentro reseñando Splatoon 3, y aunque parte de mi predicción es real (Splatoon 1 ya desapareció) lo que le importaba a Nintendo era crear una franquicia y una base de fanáticos que estuviera dispuesto a seguir la serie con el mismo fervor que se hace con Mario, Zelda o Kirby.

Habiendo jugado la serie completa, puedes ver claramente el camino trazado por este equipo que se atrevió a hacer algo distinto para la Wii U, sacó luego una secuela para la Switch con muchas mejoras, pero también muchos amarres y esta tercera parte es la consolidación de toda la experiencia aprendida para llegar al juego definitivo.

Obviamente es lo mínimo que uno puede pedir, que las secuelas o sean distintas o sean mejores que las antecesoras y esta optó por la segunda opción, dejando prácticamente ningún espacio sin dejar de atender ni mejorar, muchas veces de manera considerable.

Splatoon 3 ofrece el mismo menú y la misma estructura que sus antecesores: Luego de crear a tu inkling -o ahora también un octoling- y de pasar un sencillo, pero muy bien pensado tutorial, la ciudad de Splatsville -o Tintelia si jugamos en español- se abre para poder comenzar a disfrutar del juego.

Si tienes un archivo de datos de Splatoon 2 en tu Switch puedes importarlo para adelantar un poco de trabajo y niveles, pero si no el progreso será siempre el mismo: al comienzo solo podrás jugar el modo de historia o el modo online básico hasta que llegues al nivel 4, que es cuando se desbloquea prácticamente el 80% de lo que tiene que ofrecer Splatoon 3. Me parece que es una buena medida sobre todo para un juego online, y para los que quizás dejamos de jugar hace un rato y nos queremos reacostumbrar a los controles, y para los que son buenos, llegar al nivel 4 no debe tomar más allá de una hora jugando online, menos si además lo haces con amigos.

Mi viaje al mundo de Tintelia, eso sí, comenzó como siempre por el modo de historia, que es curiosamente mi parte favorita de la saga de Splatoon. Siempre he considerado que detrás del modo de historia de Splatoon se esconden los mejores talentos de Nintendo para hacer desafíos que van más allá de una campaña de shooter tradicional y lo acercan más a juegos como Super Mario.

En serio. La filosofía de diseño de las etapas, cada una diseñada con cierto tipo de armas y mecánicas específicas poseen la misma estructura que uno ha visto en juegos como Super Mario Galaxy, con vidas, powerups, checkpoints y una estructura lineal que primero te presenta una mecánica, luego le añade una dificultad, luego un giro y finalmente un desafío que mezcla todo lo aprendido.

El modo de historia de Splatoon 3, desde ese punto de vista, es casi perfecto y está dentro de mis cinco experiencias favoritas del género de plataformas de toda la Switch. Todos los elementos de este modo de historia son sobresalientes: el diseño de los niveles, la música increíblemente variada, los colores y el sistema de progresión que mezcla el sistema de vidas del Octo Expansion de Splatoon 2 con hubs de exploración libre. Y más encima, para los que siguen el profundo lore de la saga, los diálogos y documentos que encuentras cierran varios cabos y cuentan el origen de este mundo con un detalle impensado.

Para los que no jugaron la expansión de Splatoon 2, el sistema funciona así: En cada uno de los 6 mundos del juego hay niveles con desafíos específicos: la mayoría son del tipo “llega hasta el final de la etapa” pero otros son más creativos como contar con tinta limitada, romper dianas en el cielo o encontrar llaves para ir abriendo el camino. Cada etapa tiene un costo y a veces tres opciones de armas distintas que varían en la dificultad que tiene cada una de superar el desafío. Al pasar el nivel ganarás huevos que luego te servirán para abrirte caminos -similar a las estrellas en los Marios 3D- y así elegir si quieres pasar más etapas, o bien, llegar más rápido al final.

Ahora bien, como Splatoon no se vende por su single player, hay que decir que se trata de un modo de historia bastante breve -no más de unas 6 horas- y salvo que quieras ser un coleccionista empedernido y necesites los regalos que te da el juego al momento de terminarlo, muchos podrán pasarlo por encima si lo que quieren es solo jugar en línea. Pero yo recomiendo demasiado pasar por acá y disfrutarlo a concho, porque sigue siendo una de las experiencias creativas más fascinantes de la industria en general, una donde se abusa de los grises y el excesivo realismo en pos de la diversión pura y hecha para recompensarte.

Pero bueno, volvamos a lo que nos convoca: el juego online.

Splatoon 3 en este apartado no ofrece demasiados cambios en cuanto a como opera: siguen habiendo dos modos de juego online principales: están los Combates Territoriales, en donde dos equipos de cuatro jugadores compiten por ver quien pinta más el mapa de su propio color en enfrentamientos rápidos de tres minutos y las Batallas Anárquicas, el nombre de las partidas Ranked donde la fórmula cambia a tipos de matches que usan las mismas armas y mecánicas pero en formatos distintos como Pintazonas o Pez Dorado, en donde se compite por puntos y objetivos que requieren mayor coordinación (y además afectan tu ranking de jugador).

En este caso la jugabilidad no ha cambiado mucho salvo por los nuevos mapas (que como siempre, van rotando cada hora de juego) y los nuevos tipos de armas, como Katanas, Arcos con Flechas explosivas, y nuevos super poderes como un martillo gigante de pintura o un cangrejo robot.

Por supuesto, el desempeño del personaje sigue dependiendo, además de las armas que usa, de la ropa y los ítems equipados que no solo están más estilosos que nunca sino que también entregan habilidades y ventajas extras para adaptarse al estilo de juego de cada uno.

Y es que, salvo que uno esté preocupado de jugar en competitivo y de las combinaciones que sean del meta, la gracia de Splatoon 3 es que es un shooter que permite a los jugadores expresarse como más les convenga. En ese sentido, su estética urbana es mucho más que diseño visual, sino que el alma de una sociedad brillante, vibrante y única.

Cuando el su momento juzgué al primer Splatoon por su gameplay como “demasiado occidental”, ignoraba el bombazo que sería luego ingresar a este mundo y darme cuenta que cada personaje tiene sus combinaciones de ropa y armas favoritas de manera casi irrepetible, y que esa es de cierta manera, una forma de expresión.

Las diversidad de armas de Splatoon 3 y la forma con la que pintan el ambiente son también expresiones de personalidad: hay pistolas para ser versátil, snipers para moverse menos, los rodillos van armándole el camino al resto de los personajes a costa de no poder atacar muy lejos y la katana, bueno, es una katana que lanza pintura, que más puedes decir.

Pero volviendo a los modos de juego en sí, si bien no hay novedades en cuanto a nuevas formas de jugar, si hay tremendos cambios en cuanto a la espera de esos mismos modos, arreglos que quizás no debieron haberse demorado tres versiones en aparecer (como la posibilidad de cambiar de equipamiento y armas entre enfrentamientos) y otros que son simplemente una bendición, como el nuevo sistema de lobby que es tan abierto que no parece de Nintendo.

En las ediciones anteriores, esperar a que partiera un match significaba estar frente a una pantalla de carga, altamente frustrado, quizás viendo el celular o yendo a servirse un vaso de refresco. Ahora el lobby permite practicar y moverse mientras estás esperando, e incluso unirte a las partidas de tus amigos, ver que están haciendo y recibir invitaciones dentro de este lobby.

Sigue siendo un ambiente controlado en cuando a que necesitas estar dentro del lobby y conectado a internet para que funcione (y no como en cualquier otra consola donde te pueden enviar una invitación si estás jugando cualquier otra cosa) pero para Nintendo, los reyes del jardín protegido, se siente como un salto cuántico. La verdad es que el lobby abierto se agradece mucho.

Mi modo favorito -Salmon Run- también tiene algunas mejoras. La primera y la más importante es que ya no hay que esperar ciertas horas para jugarlo (sí, eso era algo que pasaba) sino que está abierto todo el tiempo. También hay nuevos jefes, mapas, formatos de oleadas y la aparición de un Kaiju al que tendremos que derrotar con nuestros huevos. Un desafío bastante complejo que hasta ahora no pude pasar.

La naturaleza competitiva y de fácil comunicación para jugar con desconocidos hace que Salmon Run sea mi modo favorito para relajarme y también para sacar puntos para el Catálogo, otra de las novedades que, básicamente, es un Season Pass con cosméticos y que se renueva por temporada y que, hasta ahora, es gratuito (me imagino que seguirá así considerando que Splatoon 3 es un juego full Price).

Si a todo lo anterior le sumamos la posibilidad de crear tu propio casillero con objetos (Personalización ¿Se acuerdan?), de guardar atuendos con amiibos, crear sets de ropa favoritos, y hasta un juego de cartas original que promete jugarse incluso online en el futuro, tenemos como resultado un cierre de una trilogía perfecto y una maduración total de la fórmula.

¿Por qué digo que es un cierre? Porque se siente así. Desde el modo de historia que es bastante definitivo, la repetición de sus modos de juego y las mejoras en calidad de vida, dan cuenta de que Splatoon 3 será el último que, al menos, tendrá esta fórmula. Y es curioso que una franquicia de Nintendo -más allá de sus apariciones en Mario Kart y Smash- que es tan popular, se haya mantenido hasta ahora sin spin-offs, ni juegos asociados, ni mezclas de la fórmula.

La popularidad del juego hace improbable que se acabe acá, y de aparecer un Splatoon 4, o bien, el nombre que vaya a tener, yo apuesto a que tendrá que tener cambios mucho más agresivos como para justificar su existencia. Pero si algo ha demostrado el equipo liderado por Higashi Nogami es que problemas con quebrar los moldes y romper las expectativas, no han tenido.

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