Consejos para seguirle la pista al vino

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La escena vitivinícola está siempre en constante evolución, una presión para que los amantes del vino se mantengan actualizados. Consejos clásicos, lecturas y tendencias son parte de este informe que busca aportar en el conocimiento del fascinante mundo de los tintos, blancos, rosados y espumantes.




¿Sala de barricas?

Más que modernizarse, algunas bodegas nacionales han ido ajustando los elementos de guarda para sus vinos, buscando sintonía más fina, aromas más puros y sabores más definidos. Si antes una sala de barricas de madera era el principal punto de calidad dentro de la bodega, hoy ese panorama se ha ido modificando y encontramos grandes huevos de concreto y fudres que actúan de manera más neutra durante los procesos de vinificación y guarda.

Se ha vuelto más común en el lenguaje de las personas que se relacionan con el vino hablar de huevos de concreto o fudres de madera, contenedores que aportan aromas más sutiles y en algunos casos microoxigenación muy precisa para los distintos estilos de vinos. No es raro entonces encontrarse con bodegas que mezclan en sus espacios barricas de roble francés, grandes fudres (algunos de 2.500 litros de capacidad) y huevos de cemento, considerados por algunos más ecológicos que los estanques de acero inoxidable, ya que mantienen de manera natural las bajas temperaturas.

Sentido de lugar

La producción de vino en Chile alcanzó en 2017 los 9,5 millones de hectolitros, provenientes de unas 142 mil hectáreas de viñedos plantados. Sin embargo, poco a poco, lugares específicos como Alcohuaz, en el Valle de Elqui, o Talinay, en el Valle de Limarí; El Tocornal, en el Valle del Maipo, o Traiguén, en la zona del Valle del Malleco, le han dado un sello renovado, pero más auténtico y con sentido de lugar al vino chileno, destacado ampliamente en ferias y restaurantes de Europa y Norteamérica, donde llega a un consumidor más informado, que busca experiencias en torno a etiquetas únicas, una tendencia a la que se siguen sumando nuevos y originales desarrollos vitivinícolas.

Grupos como MOVI (Movimiento de Viñateros Independientes) o la Asociación de Vignadores del Carignan (VIGNO) han tomado el liderazgo a nivel nacional en esta faceta de mostrar el nuevo Chile, más diverso, aprovechando el potencial de un lugar específico.

¿Un tinto más frío?

Así como hay lecturas imprescindibles para apreciar y profundizar conocimientos acerca del vino, la temperatura en el servicio es clave. Podemos arruinar una gran botella sirviéndola a mala temperatura. Como regla general, los blancos y rosados no hay que tomarlos a menos de 7°C y los tintos a no más de 18°C. Los espumantes sí se toman muy fríos, 4 a 5° Celsius, ojalá mantenerlos en una cubeta con agua y hielo. Las burbujas se aprecian mejor cuando se mantienen frías. Sin embargo, hay ciertas flexibilidades, sobre todo para los tintos en épocas de verano: un Pinot Noir o un País, incluso un Carmenère, bebidos frescos, permiten sentir mejor esas frutas y las texturas. El vino solo va tomando temperatura en la copa. Es más fácil regular desde el frío que desde el calor.

Literatura vínica

La industria del vino tiene infinita literatura y, al igual que cuando se está parado frente a una estantería con cientos de botellas, es difícil poder elegir la edición adecuada para el nivel de conocimiento que se tiene. Partamos por nuestro país. La cronista de vinos Harriet Nahrwold (Editorial Contrapunto) editó recientemente una nueva versión de Vinos de Chile ($ 39.600) que, en casi 300 páginas aborda de manera acertada y bien clasificada la historia del vino nacional, además del presente de regiones y valles vitivinícolas.

Para quienes quieran profundizar sobre otras regiones de planeta, está el Atlas Mundial del Vino (€ 37,90 en Amazon versión en español), editado por dos Master of Wine ingleses, Hugh Johnson y Jancis Robinson. Buenas fotografías, mapas, etiquetas de algunos de los más representativos vinos de cada región, en un clásico editorial que nació en 1971.

The Sommelier’s Atlas of Taste está solo en inglés (US$ 23,99 en Amazon) y está escrito por el sommelier Rajat Parr con las notas del experto Jordan Mackay y es un viaje fascinante por algunas de las bodegas más icónicas de Europa, ideal para los amantes del vino.

Explorar nuevas variedades

Todos de algún modo conocemos el Cabernet Sauvignon, el Chardonnay, el Sauvignon Blanc o el Carmenère. ¿Por qué no aventurarse con otras variedades? En el último informe de Luis Gutiérrez, el crítico de vinos para Wine Advocate, una de las publicaciones más respetada en el mundo, el vino chileno con mejor puntaje (98 puntos sobre 100) es un Carignan de la Viña De Martino de la cosecha 2018.

Así como el Carignan, también están el Cinsault, el Semillón, el País o el Moscatel, todas variedades provenientes de viñedos antiguos plantados en el sur y que le han dado una mayor visibilidad a nuestro país frente a consumidores. Los tintos y blancos elaborados con estas cepas se adaptan muy bien a los platos de comida chilena, una mirada más tradicional de nuestra cultura.

Pero hay más. Variedades mediterráneas como la Garnacha, el Syrah o el Mourvedre también corren con ventaja, adaptadas al valle central. Tintos que van renovando la góndola local.

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