Chilenos en Italia: “El temor al contagio por coronavirus es grande”
Cuatro chilenos cuentan a La Tercera que producto del brote de Covid-19 se suspendió la vida social y las calles lucen semivacías.

Con el correr de las horas y mientras el brote de coronavirus se extiende a gran velocidad, Italia tomaba duras medidas para contener la expansión del virus. Italia es el segundo país más afectado después de China, y la comunidad chilena no ha estado ajena a las consecuencias de la enfermedad. Cerca de 16.069 chilenos (según cifras del INE) viven actualmente en el país, por lo que ahora se enfrentan a una situación crítica.
“Siento que ha costado harto que la gente se lo tome en serio, por eso mismo también creo que han tenido que endurecer las medidas”, dijo a La Tercera Maximiliano Melo, diseñador santiaguino que se encuentra hace un año viviendo en Milán, acompañando a su pareja en sus estudios de postgrado.
“Ella es la más preocupada porque está haciendo una práctica laboral y tuvo que ir toda la semana pasada a la oficina, moviéndose en Metro y exponiéndose al contacto con muchas personas. Esta semana su oficina decidió trabajar desde la casa, dada la emergencia”, agregó Melo.
Milán, la capital de Lombardía, es una de las regiones más afectadas por el brote del Coronavirus. De hecho, durante el fin de semana el gobierno decretó una cuarentena para las 15 millones de personas que viven en esa región. Las autoridades locales, además, anunciaron el bloqueo del tránsito, lo que quiere decir que Melo no puede entrar ni salir de la zona.
“Queríamos ver a Alexis”
“Por suerte no teníamos ningún viaje programado. También cancelaron todas las clases en universidades y colegios, todos los eventos deportivos y de espectáculo. Teníamos entradas para ir al estadio a ver al Inter de Alexis Sánchez, pero decidieron que se jugara sin público”, contó.
“Hay ciertos límites para movernos dentro de nuestro sector, y sobre todo, fuera de este. Tenemos que evitar andar por la ciudad sin un motivo válido, ya que podemos ser detenidos por la policía y tenemos que justificar nuestro actuar”, afirmó Oriana Sepúlveda, una porteña que vive hace 12 años en Lissone, a 20 minutos del centro de Milán. Su provincia, Monza Della Brianza, está en pleno epicentro del brote, por lo que ha sido una de las primeras zonas en aplicar restricciones más severas, según dijo a La Tercera.

“Nada de dar vueltas, o irse de shopping, o a un café con algún amigo. Tenemos miedo de enfermarnos de cualquier cosa, y no poder ser asistidos con eficiencias, porque los hospitales están llenos de pacientes. Los matrimonios han sido cancelados, y los funerales se hacen evitando aglomeración de gente: solo se hace una oración en el cementerio”, agregó Sepúlveda.
Edda Toro es una chilena que vive hace 11 años en Rapallo, Liguria. Es profesora de inglés y español en un liceo de la ciudad, labor que se ha visto interrumpida. “Cómo medida de precaución los entes educacionales y públicos han cerrado todo tipo de actividad, lo cual me ha perjudicado porque no he podido trabajar en dos semanas y vista la situación actual mis colegas daremos lecciones por Skype”, dijo a este diario.
Toro es madre de una niña de tres años. “Yo pienso siempre en todos los escenarios (...). Decidí que no enviaría a mi hija al jardín, en caso que no decidieran cerrarlo”, agregó.
“Lo preocupante es la situación económica futura. Yo hasta la fecha he trabajado dos días”, señaló Cristina Aguirre, una chilena de Faenza, en la región de Emilia Romagna. “Cancelaron las pocas reservas que teníamos”, concluye, resignada.
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