Muere Mijail Gorbachov, el exlíder soviético que puso fin a la Guerra Fría

Las agencias de noticias rusas, citando a funcionarios del Hospital Clínico Central, señalaron que había fallecido debido a una prolongada enfermedad.


Mijail Gorbachov, el líder soviético (1985-1991) que puso fin a la Guerra Fría, ganando un Nobel de la Paz, pero que no pudo evitar el colapso de la Unión Soviética, murió el martes a los 91 años, informaron las agencias de noticias rusas.

El Hospital Clínico Central, ubicado en las afueras de Moscú, informó a la agencia estatal de noticias TASS que Gorbachov murió la noche del 30 de agosto, “después de una enfermedad grave y prolongada”.

“Salía periódicamente del hospital cumpliendo con todas las precauciones”, dijo Interfax. “El coronavirus no lo afectó. La edad y la enfermedad lo afectaron”, añadió.

TASS citó a una fuente familiarizada con los deseos de la familia diciendo que sería enterrado en el cementerio Novodevichy de Moscú junto a su esposa, Raisa, quien falleció en 1999.

El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, dijo que el Presidente ruso, Vladimir Putin, ofreció sus condolencias por la muerte de Gorbachov y que enviaría un telegrama oficial a su familia por la mañana del miércoles.

Mijail Gorbachov, el líder soviético que puso fin a la Guerra Fría.

Nacido en una localidad rural de Rusia, Gorbachov se convirtió en una de las figuras más influyentes del siglo XX y recibió elogios mundiales por su papel en la reducción de la amenaza de un ataque nuclear y en liberar a millones de personas en su país de la opresión soviética.

Fue en el extranjero donde fue aclamado como heroico, dice The New York Times, quien recuerda que para George F. Kennan, el distinguido diplomático y sovietólogo estadounidense, Gorbachov era “un milagro”, un hombre que veía el mundo tal como era, sin ceguera ante la ideología soviética.

Pero su figura despertaba controversias. El último líder de la Unión Soviética fue blanco del desprecio de millones de sus propios compatriotas. Muchos lo culparon por la agitación económica y social que golpeó al país tras su colapso y por la pérdida de un poderoso imperio que una vez abarcó 11 zonas horarias, desde el Muro de Berlín y el Mar Báltico hasta el Estrecho de Bering y Asia Central.

“Esta fue la paradoja de Gorbachov: amado y odiado por un proceso que él puso en marcha y cuyo resultado final fue previsto por pocos, y quizás menos aún por él mismo”, escribió el portal de Radio Liberty Europe. Fue un resultado que el actual Presidente Putin, quien llegó al poder menos de una década después de la renuncia de Gorbachov y permanece hoy en el Kremlin, una vez llamó la “mayor catástrofe geopolítica” del siglo XX.

Gorbachov no hizo ninguna declaración pública sobre la guerra en Ucrania, aunque su fundación pidió el 26 de febrero un “cese rápido de las hostilidades”. Un amigo suyo, el periodista de radio Aleksei A. Venediktov, dijo en una entrevista en julio que Gorbachov estaba “molesto” por la guerra, ya que consideraba que había socavado “el trabajo de su vida”.

“Según los estándares del arte de gobernar, debe ser juzgado con dureza, como uno de los fracasos más extraordinarios de la historia. Según los estándares de la humanidad, debe ser juzgado con mucha más amabilidad: permitió que millones recuperaran la libertad, no solo proclamada, sino apegada a los principios de la no violencia en los asuntos internos y externos, y dejó su cargo voluntariamente y no cuando fuera obligado a hacerlo, lo hizo simplemente porque no quería pelear y arriesgar vidas para mantenerlo. Pero siendo amable y, de hecho, antipolítico, dejó el campo abierto a hombres mucho peores”, escribió el economista serboestadounidense Brako Milanovic.

El expresidente estadounidense Ronald Reagan en su primera reunión con el exlíder soviético Mijail Gorbachov en Ginebra, Suiza. Foto: Reuters

Gorbachov insistió en que los cambios que llevó adelante fueron el resultado de una decisión consciente y muy personal. “Otras personas podrían haber (llegado al poder) y no haber hecho nada para poner al país en el camino del desarrollo humano, libre y democrático”, dijo en una entrevista con Radio Free Liberty en 2003.

“Podría haber seguido siendo secretario general hasta el día de hoy, si hubiera tenido la inclinación”, una referencia al título del líder del Partido Comunista de la Unión Soviética.

Salida humillante

En 1985, cuando Gorbachov asumió el cargo de secretario general del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética, a los 54 años, era el miembro más joven del Politburó y destacaba en el contexto de burócratas que antes de su llegada dirigían el país.

Él era un hijo leal del Partido Comunista, dice The New York Times, pero había llegado a ver las cosas con nuevos ojos. “No podemos vivir más de esta manera”, le dijo a Eduard A. Shevardnadze, quien se convertiría en su ministro de Relaciones Exteriores de confianza, en 1984. En cinco años había anulado mucho de lo que el partido consideraba inviolable.

Gorbachov forjó acuerdos de reducción de armamentos con Estados Unidos y asociaciones con las potencias occidentales para eliminar la Cortina de Hierro, que había dividido a Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

Cuando las protestas a favor de la democracia se propagaron por las naciones del bloque soviético de la Europa del Este comunista en 1989, se abstuvo de utilizar la fuerza, como habían hecho sus predecesores en el Kremlin, que enviaron tanques para aplastar los levantamientos en Hungría en 1956 y en Checoslovaquia en 1968.

Su política de “glásnost” -libertad de expresión- permitió críticas antes impensables al partido y al Estado, pero también envalentonó a los nacionalistas que empezaron a presionar por la independencia en las repúblicas bálticas de Letonia, Lituania, Estonia y en otras.

Su caída fue humillante. Su autoridad quedó irremediablemente socavada por un intento golpista en su contra en agosto de 1991, y pasó sus últimos meses en el cargo viendo cómo una república tras otra declaraban su independencia, hasta que finalmente renunció el 25 de diciembre de 1991. Un día después, la Unión Soviética se desintegró.

Un cuarto de siglo después del colapso, Gorbachov le dijo a The Associated Press que nunca sopesó la posibilidad de usar la fuerza para intentar mantener unida a la Unión Soviética por temor a un caos en una nación nuclear. “El país estaba lleno de armas. Y hacerlo lo habría llevado de inmediato a una guerra civil”, subrayó.

De familia campesina

Mijail Sergeevich Gorbachov nació en una familia campesina en el territorio de Stavropol, el 2 de marzo de 1931. Su familia no escapó al Gran Terror, aunque a muchos otros les fue mucho peor: su abuelo materno fue arrestado en 1937 por trotskismo, una acusación tan inverosímil que incluso fue puesto en libertad un año después.

Posteriormente, Gorbachov argumentaría que fue esta historia que le sucedió a su abuelo lo que obligó al futuro secretario general a cambiar su visión sobre el sistema soviético. Pero eso iba a ocurrir mucho más tarde.

En la época de Stalin, la mayoría de la gente prefería guardar esos pensamientos para sí mismos y repudiar a los parientes “poco confiables”.

En una entrevista con la BBC, Gorbachov recordó que el tema de su ensayo de graduación en la escuela fue Stalin. Y la historia del arresto de su abuelo no impidió en lo más mínimo que el joven agricultor colectivo ascendiera con confianza en la escala social.

El Presidente ruso Boris Yeltsin, a la derecha, estrecha la mano de Mijail Gorbachov durante una reunión en el edificio de la Federación Rusa, en Moscú, el 23 de agosto de 1991. Foto: AP

En 1948, el padre de Gorbachov, un operador de cosechadoras, se distinguió en la cosecha y recibió la estrella del Héroe del Trabajo Socialista, y su hijo adolescente, que trabajaba como su asistente, recibió la Orden de la Bandera Roja del Trabajo.

A la edad de 19 años, el líder y activista fue recomendado como miembro del Partido Comunista y admitido en la prestigiosa facultad de Derecho de la Universidad Estatal de Moscú. Además, sin exámenes, es decir, no por el éxito académico, sino por la dirección de las autoridades del partido, que vieron una oportunidad prometedora en un joven del interior.

Estudiar en Moscú abrió nuevos horizontes para Gorbachov. Stalin murió en 1953. Gorbachov conoció y se hizo amigo de estudiantes de otros países: llamó a Zdeněk Mlynář de la entonces Checoslovaquia un amigo particularmente cercano, quien (mucho antes de que Gorbachov llegara al poder) se convertiría en uno de los arquitectos de la “Primavera de Praga”, reprimida por los tanques soviéticos en 1968.

En 1980, Gorbachov fue nombrado miembro de pleno derecho del Politburó del Partido Comunista en Moscú. Tras la muerte de Yuri Andropov y luego del sucesor de Andropov, Konstantin Chernenko, Gorbachov emergió como secretario general del partido y líder del país en marzo de 1985.

Para sorpresa de muchos observadores del Kremlin y ciudadanos soviéticos, Gorbachov comenzó casi de inmediato a pedir reformas, propugnando doctrinas que se convertirían en sinónimos de su tiempo: “glásnost” (apertura) y “perestroika” (reestructuración).

“El Estado está para servir a la gente”, dijo. “La gente no está para servir al Estado”.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.

Imperdibles