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Suharto, el exlíder indonesio que pasó de dictador a “héroe nacional”

El título al fallecido gobernante fue otorgado en una ceremonia encabezada por el Presidente Prabowo Subianto, exyerno de Suharto, a pesar de las protestas de activistas prodemocráticos y de las familias de las víctimas del régimen autoritario.

El líder indonesio Suharto en 1987. Foto: Archivo

Indonesia ha otorgado al fallecido exlíder autoritario Suharto el título de “héroe nacional”, en una decisión que ha desatado indignación y acusaciones de revisionismo histórico. La designación ha intensificado los temores de que se trate de un intento de blanquear el ascenso de Suharto y su gobierno de décadas (1967-1998), un período marcado por la corrupción desenfrenada, la censura y las acusaciones de violaciones masivas de los derechos humanos.

El título fue otorgado en una ceremonia celebrada el lunes por la mañana y encabezada por el Presidente Prabowo Subianto, exyerno de Suharto, a pesar de las protestas de activistas prodemocráticos y de las familias de los afectados por el régimen autoritario.

“Figura prominente de la provincia de Java Central, héroe de la lucha por la independencia, el general Suharto destacó desde la época de la independencia”, dijo un locutor mientras Prabowo entregaba el título a la hija y al hijo de Suharto.

Manifestantes protestaron el jueves en Yakarta contra la ceremonia en honor al expresidente indonesio Suharto. Foto: Archivo

Nacido en 1921, cuando Indonesia todavía era una colonia holandesa, Suharto ascendió al poder después de que el país obtuviera la independencia en 1949, escalando en las filas del Ejército hasta convertirse en general de cinco estrellas.

Luego, en 1965, se desató una sangrienta batalla, provocada por un fallido golpe de Estado y el asesinato de varios generales del Ejército.

Suharto culpó del golpe de Estado a los comunistas, derrocó al entonces presidente Sukarno -el primer líder del país tras la independencia- y ordenó la persecución de los responsables.

Como consecuencia el poderoso Ejército de Suharto supervisó una purga a nivel nacional de supuestos comunistas en la que se asesinaron entre 500.000 y un millón de personas, de acuerdo con estimaciones hechas por grupos de derechos humanos e historiadores.

Según CNN, Estados Unidos apoyó las masacres anticomunistas, proporcionando listas de altos funcionarios del Partido Comunista, equipo y dinero al Ejército indonesio, cómo muestran documentos oficiales desclasificados en 2017.

A finales de 1965, la Embajada de Estados Unidos en Yakarta envió un cable a Washington calificando las represiones como un “cambio fantástico que se ha producido en tan solo 10 semanas”, junto con una estimación de que 100.000 personas habían sido masacradas, consigna The Associated Press.

Muchos sostienen que las personas perseguidas durante las purgas no eran comunistas, sino chinas étnicas o cualquiera con ideas de izquierda.

El expresidente de Indonesia, Suharto. Foto: Archivo

En 2016, un tribunal internacional de La Haya dictaminó que Estados Unidos, Reino Unido y Australia fueron cómplices de las matanzas masivas de 1965, consideradas crímenes contra la humanidad.

Suharto se mantuvo en el poder durante 31 años, tiempo en el que reprimió a los críticos y opositores políticos e impuso el dominio de su régimen sobre territorios como Timor Oriental, Aceh, Papúa Occidental y las islas Molucas.

La cadena CNN indicó que algunos de esos territorios fueron invadidos con el apoyo tácito de aliados occidentales deseosos de apuntalar a un líder anticomunista, en plena Guerra Fría.

Algunos elogian a Suharto por las políticas que impulsaron un rápido crecimiento económico y una relativa estabilidad política. Pero, al mismo tiempo, desvió enormes sumas de dinero de las arcas estatales, financiando el lujoso estilo de vida de su familia y alimentando el resentimiento público.

Su mandato llegó finalmente a su fin en 1998 después de que la crisis financiera asiática sumiera al país en una crisis económica, provocando protestas generalizadas y obligando a Suharto a dimitir, en uno de los últimos movimientos de poder popular que recorrieron el sudeste asiático y sustituyeron a un autócrata de la era de la Guerra Fría por la democracia.

En los años siguientes, los hijos de Suharto fueron procesados, y el menor fue condenado por corrupción. En 2015, el Tribunal Supremo ordenó a la familia de Suharto devolver millones de dólares malversados al Estado.

Pero Suharto nunca rindió cuentas a sus víctimas. Debido a problemas de salud en sus últimos años, murió en 2008 sin haber sido juzgado. Negó haber cometido delito alguno hasta su muerte, llegando incluso a calificar las acusaciones de malversación de fondos como “calumnias y difamación”.

Quien le dio el honor póstumo de “héroe nacional” fue Prabowo, un antiguo partidario del régimen de Suharto y que en su día formó parte de su familia.

Prabowo se casó y luego se divorció de Siti Hediati Hariyadi, hija de Suharto y ha elogiado abiertamente en el pasado a su exsuegro. Fue un antiguo comandante de las fuerzas especiales y fue destituido del Ejército el mismo año en que su suegro fue derrocado, en medio de acusaciones de estar implicado en el secuestro de activistas prodemocráticos. Siempre ha negado haber cometido irregularidades en relación con estas acusaciones.

Al defender la concesión del estatus de “héroe’ a Suharto, el ministro de Cultura de Indonesia, Fadli Zon, dijo que Suharto era merecedor del título debido a las operaciones militares en las que participó, incluida la lucha contra los holandeses en 1949. Negó que Suharto estuviera involucrado en la masacre de al menos medio millón de presuntos comunistas entre 1965 y 1966.

Suharto con Bill Clinton en un foro de la APEC, en 1997. Foto: Archivo

Sin embargo, los activistas indonesios han criticado la medida. “¿Cómo es posible que el hombre más responsable de uno de los mayores genocidios de la historia, cuando tomó el poder, sea convertido en un héroe nacional? Es totalmente absurdo”, dijo Usman Hamid de Amnistía Internacional Indonesia, citado por el diario The Guardian.

“Se trata de un flagrante encubrimiento de crímenes históricos. Esta decisión ignora las aspiraciones de la sociedad civil, incluidas las víctimas de violaciones de derechos humanos que siguen exigiendo justicia”, agregó.

Las conversaciones sobre la posibilidad de nombrar a Suharto “héroe nacional” también han provocado protestas en Yakarta, donde en los últimos días los manifestantes se han reunido cerca del palacio presidencial con carteles que dicen “Basta de blanquear al general de la carnicería” y “Miles murieron, pero el país prefirió olvidar”.

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