Turquía y Grecia reabren la herida de la crisis migratoria de 2015

Un grupo 100 migrantes devueltos por las autoridades griegas permanecen en la ciudad turca de Uzunkopru.

La isla de Lesbos se ha vuelto el epicentro de una disputa diplomática que ha sembrado la incertidumbre sobre la suerte de miles de refugiados.


El 27 de febrero, el Presidente turco Recep Tayyip Erdogan levantó una barrera que desde hace cinco años intentaba contener la crisis migratoria europea. Pero la llegada de miles de inmigrantes a la isla de Lesbos, en Grecia, y la deportación de 32 mil a Turquía por parte de la policía migratoria helénica, han vuelto a tensionar la relación entre Bruselas y Ankara.

Todo partió con los bombardeos a Idlib, en el contexto del conflicto sirio, entre diciembre y febrero (ver secundaria). Esta ciudad, último bastión rebelde contra el régimen de Basher Assad, ha sufrido una ofensiva que motivó la salida de casi un millón de sirios hacia la frontera con Turquía. Una cifra que se suma a los 3,7 millones de refugiados que ya están en ese país.

En tanto, la muerte de 36 soldados turcos tras un ataque aéreo del régimen de Assad, el 26 de febrero, fue la gota que rebalsó el vaso. Al día siguiente, Erdogan relajó los controles migratorios de salida, permitiendo a miles de migrantes cruzar hasta Grecia.

Crisis contenida

Luego de la crisis migratoria de 2015, cuando medio millón de personas entró a Europa por el Mediterráneo, la Unión Europea llegó a un acuerdo con Turquía: este último país se comprometía a recibir a los refugiados e impedir su entrada al bloque continental. Ese año, miles de inmigrantes murieron en balsas que intentaban cruzar desde África hasta Italia y Grecia.

El acuerdo incluía apoyo financiero de Bruselas para Turquía: US$ 6.700 millones para apoyar la reubicación de los migrantes. Un apoyo que, acusa Ankara, no se ha materializado.

Por esta situación, autoridades griegas acusaron al régimen de Erdogan de estar “manipulando como peones” a los migrantes sirios para sus intenciones políticas. Por su parte, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, respaldó a Atenas, diciendo que estaba sirviendo como un escudo europeo. El Consejo Europeo acusó también a Ankara de estar usando a los refugiados con fines políticos.

Mientras tanto, las autoridades griegas insisten en que no están dispuestas a recibir tantos migrantes. “Este país no es un país libre para todos”, declaró el ministro de Migración Notis Mittarachi. También anunciaron que los refugiados que hayan llegado a partir del 1 de marzo serían reubicados en un campo militar en la ciudad de Serres, al norte de Grecia.

Los habitantes de Lesbos han pasado de la solidaridad con los refugiados a una abierta hostilidad. Grupos de ultraderecha han amenazado violentamente a los barcos que llegan con migrantes, evitando que atraquen en la isla. En tanto, miles de policías turcos fueron enviados a la frontera con Grecia, con el fin de evitar que los migrantes vuelvan.

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