El motor que terminó en toneladas de droga

La PDI desbarató una banda internacional que pretendía traficar sustancias ilícitas desde Colombia hacia Oceanía y Europa. El operativo terminó con cuatro detenidos y el decomiso más grande gestado en el aeropuerto de Santiago.

Fue el pasado 11 de noviembre cuando Aduanas, junto a la PDI, descubrieron la primera pista. Una empresa quería exportar un motor industrial pequeño con destino a Nueva Zelandia. Sonaba bien. Normal. Cotidiano. Un simple y sencillo motor. Solo que los controles habituales descubrieron que en su interior se escondían casi tres kilos de clorhidrato de cocaína en polvo.

El hallazgo, sin embargo, no quedó ahí. Derivó en una denuncia a la Fiscalía Local de Pudahuel. El persecutor Daniel Contreras despachó una orden de investigar a la PDI. Con esto, se comenzó a rastrear durante meses la pista del narcomotor. Así, una simple incautación de droga terminó con el procedimiento de la Brigada Antinarcóticos Aeropuerto más grande de su historia, la cual recibió el nombre de Operación San Diego.

El detective de esa unidad Patricio Henríquez asegura que la indagatoria arrojó la existencia de “una organización criminal transnacional, integrada por ciudadanos de nacionalidad colombiana con residencia en Chile”.

Estas personas lograron constituir, siempre usando testaferros chilenos, dos empresas: una importadora y otra exportadora. La primera de estas firmas, según los antecedentes de la investigación, importó durante 2019 siete cargamentos que provenían de Colombia. Las diligencias pudieron comprobar que esas importaciones consistían en jugos, confites y melaza. Además, se detectó la existencia de una exportación, también de melaza, desde Chile hacia Grecia.

Vía marítima

A finales de marzo esta banda iba a recibir, vía marítima, en el puerto de San Antonio, un contenedor con jugos y confites. Una vez en territorio chileno, el encargo fue trasladado por la empresa a las bodegas que arrendaba en la comuna de Independencia.

Fue ahí donde la PDI allanó el recinto, encontrando una gran cantidad de cannabis tipo cripy oculta al interior de 3.034 cajas individuales de jugo.

El procedimiento continuó y luego se allanaron dos bodegas ubicadas en Renca. En ese procedimiento se revisaron todos los sacos que contenían melaza y que se iban a enviar a Grecia, descubriéndose que 76 de ellos estaban llenos de clorhidrato de cocaína.

Semanas antes, esta misma organización había intentado realizar otro envío de droga desde Colombia a través de una de sus empresas. La PDI logró frustrar esa entrega, encontrando botellas de vino que contenían cocaína líquida para ser enviada a Australia. “Es la primera vez que hallamos en Chile un lugar en donde se esté generando este nivel de empaque y mecanismos de ocultamiento de sustancias ilícitas”, sostiene el jefe nacional Antinarcóticos y Contra el Crimen Organizado, Leonardo Torres.

Agrega que “estamos hablando de personas que compraron maquinarias que les permitieran hacer estas bolsas y sellarlas con una alta calidad industrial para figurar ser una empresa exportadora de verdad”.

Operativo histórico

La operación terminó con cuatro personas detenidas de nacionalidad colombiana. Se trata de los líderes de la organización. Además, se consiguió la incautación de tres toneladas, 91 kilos y 768 gramos de marihuana y cocaína.

Henríquez asegura que la Operación San Diego es la “más importante que ha desarrollado en su historia el área antinarcóticos de la PDI del aeropuerto y es la incautación más grande en lo que va del año”.

El detective comenta que los líderes de la banda llegaron a ocupar hasta 40 cédulas de identidad falsas para realizar todas sus operaciones ilícitas.

El prefecto inspector Torres agrega que “hay incautaciones similares que han ocurrido en Perú y también en Colombia; nos da la impresión de que ellos empezaron a buscar nuevas rutas y que estaban tratando de generar un nuevo negocio, con Chile en el trazado del mapa”.

Torres dice que, además de las cuatro personas detenidas, se calcula que debe haber “al menos otras tres más”.

Según la investigación, se trataría de los chilenos que eran usados como testaferros para las distintas operaciones. Todos ellos prestaron sus nombres para la constitución de las empresas y también eran los encargados de ejecutar los arriendos de las bodegas, en donde se simulaba ser empresas normales.

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