De bajo perfil, liberal, preocupada de las materias relacionadas con la discriminación de género, brillante, de gran sentido del humor, hospitalaria. Así definen sus amigos a Macarena Sáez Torres (casada, dos hijos), la abogada chilena radicada en Washington. EEUU, que se convirtió en uno de los puntales para que el caso de la jueza Karen Atala llegara a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). 

La profesional asumió la representación de la magistrada, a quien la justicia chilena le negó la tuición de sus hijas por su condición de lesbiana. En esta tarea trabaja con abogados de organizaciones como Humanas y la Asociación de Abogados por las Libertades Públicas -de ésta es una de sus cinco directores- y la clínica de Interés Público de la Universidad Diego Portales.

Nació en Punta Arenas, su padre fue ejecutivo de Enap y su madre es profesora. Tiene un hermano médico. Estudió en el colegio María Auxiliadora de su ciudad natal, del cual fue vicepresidenta del Centro de Alumnas. En cuarto medio, accedió a una beca de intercambio de la AFS Intercultural Programs -una organización de voluntariado, surgida en 1947, que realizó labores humanitarias durante la Primera y Segunda Guerra Mundial- y se fue a estudiar a Estados Unidos.

La AFS, de acuerdo a cercanos, era reconocida por ubicar a sus becados en familias acomodadas. Sin embargo, no fue su caso: habitó en la casa de una familia disfuncional que operaba un local de la cadena de restaurantes Orange Julius. Ello, significó que ocupara parte de su jornada en labores de aseo hasta que ascendió a cajera. Cuentan quienes la conocen que varias veces le ofrecieron cambiar de casa, pero no accedió, pues en ella gozaba de una una libertad que otras de las becadas no tenía, dado que "a esa familia gringa poco le importaba dónde iba y qué hacía", dice un amigo.

Tras su experiencia en tierras norteamericanas, volvió a Chile. En 1988, ingresó a la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile. Tras su egreso, ejerció como coordinadora académica de la Escuela de Graduados de Derecho de la facultad.

Años más tarde, volvió a tierras norteamericanas. La experiencia anterior le permitió adquirir el "muy buen inglés que tiene", dice su amigo, el abogado Julián López. Ello permitió que cursara sin inconvenientes su magíster en la Universidad de Yale. Aunque también fue aceptada en Harvard, optó por la primera.

En 1999, la "Pity",  ex funcionaria del Banco Interamericano de Desarrollo, se radicó en Washington, EEUU. "En la universidad empecé a leer sobre discriminación de género y una vez acá me interesé mucho por estos casos de "invisibilizados" por el sistema. Si bien se parte de la idea de que somos todos iguales, después notas que esto impacta mucho más a las mujeres o a minorías sexuales", expresó Sáez a La Tercera.

Aseguran cercanos a la profesional que siempre está dispuesta a asumir desafíos, aunque impliquen obviar el factor económico: siendo directora de programas de doble titulación de la American University en Washington informó a sus superiores que dejaría el cargo priorizando la docencia y el caso Atala.

"Me manifestó su interés de dedicarse a los temas de género al 100%. Yo me sorprendí y le dije que era muy valiente porque tenía un trabajo estable y lo que asumía implicaba un salario menor. Ella me contestó: 'no importa, es esto lo que quiero hacer'", cuenta el decano de la universidad estadounidense, el chileno Claudio Grosmman.

A fines de 2004 y siendo parte de Libertades Públicas presenta el caso de la jueza Atala ante la CIDH. Era la encargada de realizar las presentaciones judiciales ante la Corte, solicitar audiencias e informar a sus colegas chilenos sobre los avances del caso. "Fue el rostro visible del caso ante la comisión", afirma el abogado López.  "Era nuestro brazo derecho", recuerda Verónica Undurraga, encargada del programa Mujeres del Centro de DDHH de la U. de Chile.

Sin embargo, Macarena Sáez asegura que las repercusiones internacionales que ha tenido el caso Atala son fruto de un arduo trabajo del que ella asegura es una más.

"La discriminación es un tema generalizado. La jueza Atala no es la primera lesbiana, ni la primera que tiene hijos en Chile, pero es la que se atrevió a sacrificar su vida personal  para que esto no ocurra más. Ella ya perdió la tuición de sus hijas. La Corte no se las devolverá, pero sí podría establecer que no hay un tipo de madre y que quienes tienen una condición sexual distinta no lo son", explica la abogada de la jueza Karen Atala.

Su amigo, el abogado Francisco Leyton, dice que el caso de la magistrada "es para ella, básicamente, el ejercicio de algo que desde el punto de vista académico y práctico siempre ha vivido y siempre ha profesado. Sus publicaciones lo confirman: "Comentario sobre el proyecto 'Transformación de la Condición Legal de la Mujer: Integrando temas de género en la doctrina y enseñanza del derecho,'" en Revista Academia, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, Argentina (Marzo, 2006); "El Derecho y los discriminados: Una relación de amor y odio", en El Derecho como Objeto e Instrumento de Cambio, Editorial del Puerto, Buenos Aires, Argentina. (May 2003); El Liberalismo Feminista de Martha Nussbaum, Revista Ius et Praxis 6, N 1, 573-581, Talca, Chile. (2001). 

Macarena Sáez, quien hoy imparte clases en American University Washington College of Law, ha cultivado un bajo perfil que sorprende a sus amigos y que poco tiene que ver con su categoría de cinturón negro Segundo Dan en Shotokan Karate, disciplina que practica cuatro veces en la semana.

Sus amigos dicen que su familia ha instalado un "clásico": el chileno que viaja a Washington a estudiar debe pasar por su casa. "Ella y su marido son súper cariñosos", dice Leyton, padrino de uno de sus hijos.

Poco más de un año tardaría la Corte Interamericana en entregar una resolución, luego que se desarrolle el juicio. Por ahora, el equipo de abogados de Karen Atala no ha definido a la profesional que la representará en esa instancia.