Alain Resnais, el cineasta del tiempo, cumple 86 años
El veterano cineasta francés, ícono en los sesenta, se apresta a estrenar su último filme
Fue contemporáneo de Jean-Luc Godard y Francois Truffaut, pero a diferencia de estos próceres de la Nueva Ola Francesa, Alain Resnais se dedicó a indagar en el problema del tiempo y la subjetividad de la memoria. Así, este cineasta alejado de las modas construyó una obra personalísima que incluye algunos de los títulos más enigmáticos del cine contemporáneo. Y hoy, cuando cumple 86 años, se apresta a lanzar su último filme: Les herbes folles, anunciado para este primer semestre.
Basada en la novela L'incident, de Christian Gailly, Resnais una vez más se hace apoyar por un afamado escritor, aunque esta vez haciendo una adaptación, a diferencia de su colaboración con escritores de la talla de Margueritte Duras o Alain Robbe-Grillet, quienes escribieron expresamente los guiones de Hiroshima mon amour (1959) y El año pasado en Marienbad (1961), respectivamente. Ambos filmes fueron verdaderos hitos de una época -inicios de la década del sesenta- en que la experimentación formal era una parte sustancial del mainstream del cine.
En sus últimos filmes, como el peculiar musical Conozco la canción (1997) y Corazones (2006), el veterano cineasta galo se aproximó a la comedia de costumbres, con gran elegancia formal y precisión entre sus múltiples hilos narrativos, herencia de su más temprana experimentación en el relato.
En Les herbes folles, Resnais vuelve a contar con sus actores fetiche, Sabine Azéma (protagonista de nueve filmes suyos) y André Dussollier (siete filmes), quienes son acompañados por los más nuevos Emmanuelle Devos y el muy de moda Mathieu Amalric, quien aterrizó en Chile como el villano de la última cinta de James Bond. Resnais es un hombre quien gusta de los paisajes conocidos, por ello utiliza siempre a los mismos actores, filma en el mismo estudio (Arpajon, a las afueras de París), y gusta de argumentos de sólida raiz literaria.
Curiosamente Resnais casi nunca ha sido guionista de sus filmes, dejando el trabajo literario en manos de reputados escritores (el español Jorge Semprún o el dramaturgo inglés Alan Ayckbourne, entre ellos), pero el sello visual y su mano narrativa propensa a escarbar en los laberintos de la memoria han sido una marca indiscutible.
Formado en el documental, el director francés destacó temprano con sus clásicos trabajos Guernica (1950) y Nuit et Brouillard (1955), quienes prefiguraron la naciente Nueva Ola. Posteriormente, ya considerado uno de los nombres fundamentales del cine moderno, afianzó su talento con Providence (1977), donde dirigió a actores de la talla de Dirk Bogarde y Sin John Gielgud, y Mi tío de América (1980).
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