Alexander Bernstein: "El gran sueño de mi padre era crear una ópera sobre el holocausto"

El hijo del destacado director y compositor Leonard Bernstein liderará el concierto homenaje de este viernes en el Teatro del Lago.




Muchos años antes de que Leonard Bernstein entrara en tierra de mambos y danzones para su popular musical Amor sin barreras (West side story), se puede decir que ya conocía Latinoamérica. Al menos ya había probado algo del sabor al sur de la América anglosajona a través de su largo noviazgo con Felicia Cohn Montealegre.

Nacida en Costa Rica y educada en Chile, esta actriz con pasado de pianista fue en 1946 una de las invitadas a la fiesta de cumpleaños que el maestro chileno Claudio Arrau daba en Nueva York. A esa misma velada llegó Bernstein y, según cuenta su hijo Alexander al teléfono desde Manhattan, inmediatamente quedaron unidos por una charla que se extendió hasta el amanecer. Luego vendrían varios meses de compromiso, después una parcial ruptura y, finalmente, el matrimonio en 1951.

Ambos tuvieron tres hijos (Jaimie,   Nina y Alexander), fueron el centro de la vida cultural neoyorquina por varios años e incluso grabaron algunos discos dónde Felicia las oficio de narradora. También hubo períodos difíciles (la vigilancia política de la que fue objeto Bernstein por sus ideas liberales o la bisexualidad del maestro estadounidense) y, en general, una relación que hacia el año 1978 llegó a su fin tras la temprana muerte de Felicia a los 56 años por un cáncer de pulmón. Bernstein la sobreviviría por 12 años, culminando en gloria una carrera musical que los transformó en el director de orquesta más carismático del siglo XX y en el más grande difusor cultural del repertorio clásico.

En el tributo que este viernes se dará en el Teatro del Lago, a las 20 horas, participará su hijo Alexander Bernstein como narrador junto a la mezzosoprano estadounidense Carla Dirlikoff y el  pianista Justin Snyder. Juntos interpretarán 13 composiciones de Bernstein, entre ellas varias del musical Amor sin barreras y también canciones como I hate music o piezas para piano como Felicia anniversary.

Alexander Bernstein (1955) cree que cada obra de su padre, hasta la más pequeña, tiene un evidente significado. “Todo lo que Leonard compuso tiene una historia. Por ejemplo su Segunda sinfonía, que se llama The age of anxiety, se inspira en el famoso poema homónimo de W.H. Auden”, dice.

Junto a la dirección, la enseñanza y la composición fueron las dos más grandes actividades de Leonard Bernstein, quien murió a los 72 años, en 1990, habiendo querido dedicarle más tiempo a la escena lírica. “Compuso una gran ópera que es A quiet place, que es bastante compleja y no tan fácil de seguir. A  él le hubiera gustado explorar más en el género lírico, pero desgraciadamente murió. Su gran sueño era componer una ópera sobre el holocausto. Era su próximo proyecto al momento de morir”, cuenta su hijo.

También se detiene en sus muchos intereses simultáneos: “Sus apetitos eran múltiples, desde el teatro hasta la gastronomía: adoraba comer platos nuevos. O ir al museo a ver que nueva exposición había llegado. O el teatro y los musicales. Todo”. Y reflexiona sobre su innata vocación pedagógica: “Cada vez que te hablaba o incluso en las conversaciones en medio de una cena o almuerzo sentía la necesidad de explicar o dar a conocer algo. La explosión de la televisión en los 50 y 60 le permitió a mi padre canalizar mejor que en ninguna otra parte sus conocimientos e intereses, sobre todo en los famosos conciertos para audiencias más jóvenes junto a la Filarmónica de Nueva York. Así pudo llegar a millones de americanos”.

Ubicado hacia la izquierda política, como gran parte de los compositores de esa época, Bernstein fue un músico con opiniones claras. “Su gran héroe era el presidente Franklin Delano Roosevelt. Y, claro, también su esposa Eleanor.  Mi padre creció en los años 30, cuando el país estaba sumido en la Gran Depresión y había gran agitación social y debate de ideas. Luego vino la Segunda Guerra y todo eso lo marcó bastante. En los años 60 participó de manera activa en los movimientos pro derechos civiles y se involucró en las manifestaciones contra la Guerra de Vietnam”.

De aquel período, de 1970 concretamente, data el famoso artículo en que el escritor Tom Wolfe se mofaba de una recepción que Bernstein ofreció al grupo radical Panteras Negras en su departamento de Manhattan. Con el título Radical chic aludía al supuesto compromiso superficial de las figuras culturales de izquierda de las clases privilegiadas. Su hijo Alexander ahora lo defiende: “Ese artículo nos hizo mucho daño. En primer lugar él hablaba de una supuesta fiesta que Leonard Bernstein había dado a los Panteras Negras. Eso no es cierto. De lo que se trató fue de un evento que mi madre organizó para reunir y pagar la defensa legal de algunos miembros de los Panteras que habían sido arrestados tras una manifestación. Durante ese evento llegó mi padre, que venía de dar un concierto. Por supuesto, después la Corte determinó que los acusados encarcelados eran inocentes. Lo grave de ese escrito es que después hubo muchas manifestaciones fuera del edificio donde vivíamos (en un penthouse ubicado en Park Avenue), con pancartas y mucha violencia en contra nuestra. Mi madre quedó devastada. Curiosamente cuando en los años 80, el FBI desclasificó varios documentos apareció un expediente sobre mi padre dónde se decía que estaba bajo la mira del gobierno y se especificaba que esas manifestaciones fueron organizadas por el propio FBI. Eso fue realmente triste”.

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