Cantona se quedó ocho meses fuera
Por reprobable no es menos repetido. Pol no es el primer deportista que salta a la grada para golpear al hincha. Grandes del fútbol también se han visto involucrados.
La imagen de Sebastián Pol subido en la reja que separa la cancha de la tribuna preferencial en San Carlos dio la vuelta al mundo. Varios medios se hicieron eco de la agresión del delantero a un hincha universitario. Una imagen lamentable que conecta con otras similares que se han vivido en la historia del fútbol y del deporte.
Quizás sí el más bullado es el que ocurrió el 25 de enero de 1995. El protagonista, Eric Cantona. El pasional jugador francés, ya defendiendo la camiseta del Manchester United, dio una patada de kung-fu a un aficionado del Crystal Palace mientras abandonaba la cancha tras ser expulsado. El hecho lo persigue hasta hoy. Y es inevitable rememorarlo cada vez que ocurre una situación similar. Cantona, además de ser recordado por su exquisita técnica, siempre será el futbolista que pateó a un hincha justo después de haber visto la roja.
La sanción fue tan dura como su agresión: 20.000 libras, la mayor a esa altura de la Premier, castigo de cuatro meses por su club (que se ampliaron a ocho por orden de la Federación) y dos semanas de cárcel, que logró suplir por 120 horas de trabajo comunitario.
Pero así como él hay otros. Y que también han protagonizado grescas en el reducto precordillerano de los cruzados. El hecho ocurrió en 1999 y el protagonista Marco Antonio Figueroa, por ese entonces delantero del cuadro de la franja. Tras una derrota ante Bella Vista por la Libertadores, el Fantasma se aburrió de las críticas e insultos de la misma tribuna en la que tuvo su altercado Pol. En esa ocasión, no sólo hubo epítetos contra el ex futbolista. También le cayeron escupos. Figueroa se subió a la reja y respondió. Y si no es por la intervención de Carabineros, el asunto pudo pasar a mayores. No fue castigado.
En el baloncesto los asaltos de jugadores a las tribunas han sido frecuentes. En la NBA, noviembre de 2004, a 46 segundos del final del Detroit-Indiana, comenzó una pelea entre jugadores de ambos equipos. Cuando la gresca parecía terminar, a Ron Artest (hoy Metta World Peace) le cayó un vaso de refresco en pleno rostro lanzado por un hincha. El alero salió disparado a por su agresor a las tribunas. Algunos compañeros lo siguieron. Y otros rivales fueron a defender a sus forofos. Decenas de fanáticos de uno y otro equipo se sumaron a la pelea. El hecho es recordado por los seguidores de la NBA como el más vergonzozo y significativo en términos de violencia. Artest, de hecho, cuando cambió su nombre por el de World Peace (Paz Mundial), rememoró ese episodio como uno de los motivos para justificar su decisión.
Los castigos por esa gresca entre los Pistons y los Pacers fueron ejemplificadores: multas en dinero, las que llegaron a los 11 millones de dólares, un total de 146 partidos de sanción para todos los jugadores involucrados, los aficionados que lograron ser identificados (5) fueron suspendidos de por vida para ingresar a los estadios del básquetbol estadounidense, además de los juicios penales, los que sentenciaron y llegaron a sumar cientos de horas de trabajo comunitario.
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