El entrenamiento de Brasil es abierto, una fiesta, pero igual tiene sus protocolos. Mínimos, pero existen. Carlos Alberto Parreira, el coordinador de la selección brasileña de fútbol, los rompe sin problema. Con 71 años, se ganó ese derecho. Dirigió al Scratch en la obtención del título en Estados Unidos 1994 y repitió la experiencia en 2006, aunque su equipo se fue en cuartos de final. Por eso se salta a los guardias de seguridad e invita a unos niños a la cancha, para firmarles la camiseta y tomarse fotografías con ellos y sus familias. Se nota que el hombre es respetado.

"¡Señor Parreira, señor Parreira! Dos minutos por favor". El carioca asiente con la cabeza, pero sigue atendiendo a los fanáticos. La esperanza de una conversación parece morir, cuando impensadamente el técnico que suma cinco selecciones en su currículo de mundiales (cifra que comparte con  Bora Milutinovic) se acerca a la zona de periodistas. El diálogo está autorizado.

Donde está Luiz Felipe Scolari, el seleccionador de Brasil, está Parreira. Más que su jefe, es su consejero. Ninguno está por encima del otro en el organigrama. Lo que dice don Carlos, también lo piensa Felipao. "32 países representan muy bien geográficamente a todo un mundo futbolístico. Pero la Copa real comienza a partir de esta fase de octavos de final. Ahora son los 16 mejores equipos del planeta", sentencia de entrada el brasileño.

Asumiendo que su lógica es correcta, los dueños de casa debutan mañana en el Mundial, ante Chile. "Sí -confirma el DT- Ahora comienza el Mundial de verdad". Un choque en que los locales son favoritos, por historia y por su obligación de levantar la Copa en casa. Y el coordinador de Brasil asume esa condición, pero aclara que su escuadra no está tan confiada como se cree.

"Está muy bueno el nivel de la selección chilena. Será un partido dificilísimo para nosotros y también para ellos. Nadie quiere quedarse fuera ahora, todos quieren seguir adelante, entonces es difícil decir que uno es favorito en esta fase del Mundial", asegura el profesional que, además de Brasil, también ha dirigido en Mundiales a Kuwait (1982), Emiratos Arabes (1990), Arabia Saudita (1998) y Sudáfrica (2010).

"Chile está viviendo un momento muy bueno", agrega Parreira, quien de todas formas no cae en lugares comunes sobre las ventajas del Scratch en esta instancia de mata-mata (como le llaman los brasileños): "Nuestro fútbol está acostumbrado a series de mata-mata y Felipao tiene mucha experiencia en este tipo de confrontaciones. Lo importante es que los jugadores crecieron en su tercer partido y llegan a octavos de final con un nivel superior al de los dos primeros partidos".

Ya prácticamente no quedan futbolistas de la Verdeamarilla en el campo de la Granja Comary. sólo el arquero Julio César, quien le regala su camiseta a un joven en silla de ruedas. Parreira mira el gesto y aplaude. Luego, retoma su análisis. "La tendencia es que la selección brasileña mejora partido a partido. Respetamos mucho a Chile, mas tenemos la certeza de que nuestro equipo tiene las condiciones para hacer un juego bonito, bueno técnicamente, bueno físicamente y también anímicamente", subraya.

Para el especialista en mundiales, en todo caso, lo único que importa es pasar a cuartos de final. Y su argumento para afirmar esto sorprende. "Este juego lo consideramos clave. Tal vez el partido con Chile el más difícil que tendrá Brasil camino al título", confiesa.

Las cámaras y micrófonos de varios medios locales ya están encima. Todos preguntan por los cambios que se vieron en el equipo titular durante la práctica. "Ninguno de los equipos va a cambiar su estilo ahora. Chile tiene un manejo de la pelota muy bueno, desde su mismo arquero. Marca muy bien, tiene mucha velocidad. Cada uno tratará de imponer su manera de jugar". Si lo dice Parreira, debe ser así.