Casi medio millón de hogares en Chile sufre vulnerabilidad energética

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El 16% de los hogares del país gasta más del 10% de sus ingresos en calefacción, iluminación y cocción de sus alimentos, lo que afecta la cobertura de otras necesidades. Según estudio, el cambio climático y algunas medidas para mitigarlo pueden encarecer el precio de la electricidad, aumentando los hogares vulnerables.




La electricidad en Chile no es barata. Según un informe de 2014 realizado por el Foro Económico Mundial, el país se sitúa en un lugar intermedio respecto a los países de la Ocde, con un precio de US$ 211 por MWh (al 2011), para los hogares.

Una cuenta de luz, en un hogar promedio en Chile (con un ingreso de 1.263.000 pesos), por ejemplo, es de $ 38.710, que sube a $ 63.150, considerando los gastos en gas u otros combustibles para calefacción o cocina, llegando al 5,3% de su ingreso. Pero en un hogar del primer decil (el más pobre), con un ingreso promedio de $ 254.000, el gasto en energía promedia $ 24.130, es decir, el 9,5% de su ingreso. Eso los pone en la línea de la pobreza y también de la pobreza energética, con una alta probabilidad de que no reciban la cantidad adecuada de servicios de la energía.

En Chile, según un análisis del Centro Latinoamericano de Políticas Económicas y Sociales de la U. Católica (Clapes UC), con base en la última Encuesta de Presupuestos Familiares del INE y Casen, 480 mil hogares, es decir el 15,7% de los hogares del país, están expuestos a una situación de vulnerabilidad energética.

¿Qué significa esto? "La vulnerabilidad energética es la porción de los ingresos de los hogares que, después del gasto energético (sin considerar transporte), es menor al ingreso de línea de la pobreza", dice el estudio.

Esta vulnerabilidad está presente en hogares de hasta el sexto decil, en distintos porcentajes, según el informe de Clapes UC: si en el primer decil un 66,8% de los hogares son vulnerables energéticamente; en el segundo decir esa cifra llega a 38,2%; en el tercero, 15,4%; y en el cuarto, un 4,9%. El segundo decil destina el 7,4% de sus ingresos a gastos en energía (ver infografía). Próximamente, Clapes UC contará con otras formas de medición de este tipo de vulnerabilidad.

Este casi medio millón de hogares podría incluso aumentar en los próximos años. "Cuando suban los precios de la electricidad, este número puede incrementarse, afectando sus ingresos. Todos los hogares que son vulnerables ante cambios en los precios de combustibles caerían en pobreza energética", dice el economista Luis Edwin Gonzales, investigador de Clapes y autor del análisis.

En un contexto de cambio climático, en que se espera que el impuesto al carbono suba, el precio de la energía también debería hacerlo, dice Gonzales, y los hogares vulnerables alcanzarán el 20%. Incluso si se logra tener una matriz energética más limpia, el precio de la electricidad subiría, asegura. Con ello, también el gasto, sobre todo de los hogares más vulnerables, donde la electricidad es más del 60% del total pagado en energía (en los sectores altos constituye un 45% de este).

La antropóloga Anahí Urquiza, coordinadora de la Red de Pobreza Energética de la U. de Chile e investigadora del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2), concuerda con que ese número va a subir en los próximos años, pero acota que el concepto de pobreza energética es mucho más profundo que solo el gasto que se hace en energía en un hogar. "En países como el nuestro, la calidad también es relevante, no solo el tema de la equidad", dice.

También los contextos culturales y territoriales. "Cuando se habla de la leña, por ejemplo, no es llegar y transformarles el tipo de calefacción, porque la cocina a leña también tiene una funcionalidad en la cultura del sur, que es el centro de reunión de la familia, hay temas que tienen que ver con costumbres. Para eso requerimos no solo estudios cuantitativos, sino estudios de casos, considerando contextos territoriales y culturales al menos", agrega.

El ministro de Energía, Andrés Rebolledo, señala que están trabajando junto al PNUD para llegar a una definición de pobreza energética para Chile, trabajo que fijará las necesidades básicas que la energía debe satisfacer, recogiendo la diversidad climática y las definiciones sobre el tema. "La definición de pobreza energética es el primer paso para formular y focalizar políticas públicas adecuadas para abordar los problemas de acceso a la energía, como no contar con temperaturas adecuadas al interior de la vivienda, no tener acceso a agua caliente o no contar con suministro eléctrico", sostiene.

Expuestos al frío

Mientras en los últimos quintiles -según los datos de Clapes- el gasto en energía puede superar los $70 mil por persona (que representa solo entre el 2% y 3% de sus ingresos), la Encuesta Nacional de Energía 2016, publicada en marzo, arrojó que el 23% de los chilenos pasó frío el último invierno. Una cifra muy alta, según los expertos, sobre todo considerando los estándares de frío en Chile.

"Si traes europeos, dicen que pasan mucho más frío en Chile que en sus países donde hay nieve, porque el nivel de confort térmico al que estamos acostumbrados en los hogares es bajo, estamos acostumbrados a pasar frío. Pero la gente que dice pasar frío lo hace de forma mucho más crónica y eso tiene consecuencias importantes, sobre todo para la salud de personas vulnerables", dice Urquiza.

Quienes viven en pobreza energética no solo están más expuestos a enfermedades por la temperatura, sino porque para cubrir su necesidad de calefacción usan medios energéticos de baja calidad, lo que implica contaminación intradomiciliaria. "Eso no es menor, ya que las tasas de enfermedades de las poblaciones vulnerables, niños y adultos mayores, son más altas en los quintiles de menores recursos, y eso tiene que ver con la pobreza energética", enfatiza.

El futuro del precio

"Ante los nuevos desafíos que surgen a consecuencia del progreso, la confortabilidad energética de los hogares surge como otra mirada a la vulnerabilidad", dice Gonzales. Según su análisis, si los precios de los combustibles que se consumen en un hogar -para su calefacción, iluminación y cocción- suben, al menos 16.000 hogares adicionales caerán en pobreza energética, pues son los que hoy están en el límite. Se necesita, por ello, un sistema de compensación que mitigue el impacto que un impuesto al carbono puede tener en el precio de los combustibles o la eficiencia de los materiales de construcción de la vivienda.

"Las proyecciones de cambio climático dicen que en los próximos años el déficit hídrico en la zona centro-sur será importante, por lo que en los embalses donde se produce hidroelectricidad va a haber menos agua. Parte de esa implicancia puede ser que suba el costo de la energía, y cuando suba, las familias donde gastan más del 20% de sus ingresos en ello van a estar en una situación muy vulnerable, que no es lo mismo que el quintil superior donde gastan menos del 1% en energía", dice Urquiza.

Hay una serie de medidas de mitigación contra el cambio climático que van a tener costos, lo que no significa que no hay que implementarlas sino que hay que entenderlos y generar el apoyo adecuado para la población en riesgo, agrega. Alternativas que van desde subsidios directos a familias más vulnerables hasta transformaciones estructurales para que la generación de energía limpia sea más accesible para esta población. Esto último es lo más sostenible, enfatiza. "A punta de subsidio es pan para hoy y hambre para mañana. Todo eso requiere una política pública con una mirada a largo plazo e integral del problema".

Rebolledo agrega que, como parte de la Agenda de Energía del gobierno, se puso como meta reducir los precios de las licitaciones de suministro eléctrico a clientes regulados en 25%, y que se han reducido las barreras de entrada para las energías renovables no convencionales y nuevos competidores, con lo que los precios de licitación han caído 63,1% respecto a 2013. A 2021 se espera que las tarifas bajen hasta en 20%.

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