Histórico

Chofer de Gerardo Rocha desde la cárcel: "Jamás pensé que quería matar a Oliva"

Desde el penal de alta seguridad de Valparaíso, Marcelo Morales cuenta por primera vez su versión del crimen del martillero Jaime Oliva en El Quisco: "El (Rocha) dijo que sólo quería darle un susto". El conductor afirma estar arrepentido de todo lo sucedido y pide perdón a la familia de la víctima.

La noche del 21 de febrero Marcelo Morales Villegas (39) quedó en estado de shock. La imagen de su jefe, el empresario Gerardo Rocha, envuelto en llamas y luego recostado con convulsiones por las graves quemaduras sufridas en su cuerpo sobre el asiento del automóvil Daewoo que los conducía a la Clínica Reñaca, lo impactaron tanto que en sus primeras declaraciones ante la policía de San Antonio no lograba hilar la historia. Morales, ex bombero, está imputado, junto al guardaespaldas de Rocha, César Osores, del incendio con resultado de muerte del martillero público Jaime Oliva.

A dos meses y medio de esa noche, en el "silencio de su celda", como describe su encierro, quien era el chofer de confianza de Rocha, hoy recluido en el módulo 109 de la Cárcel de Alta Seguridad de Valparaíso, accedió a contar a través de un cuestionario a La Tercera su versión de uno de los homicidios más impactantes de los últimos años.

-Se le hace responsable del incendio y la muerte del martillero Jaime Oliva, ¿qué tiene que decir al respecto?
No me siento responsable de la muerte del señor Oliva. El (Rocha) comentó que sólo quería hacerle unas preguntas y asustarlo. Yo no estaba en el segundo piso cuando sucedieron los hechos, por lo tanto, no vi lo que estaba sucediendo.

-¿Sabía por qué su jefe ordenó investigar a Oliva?
Sí, lo supe días antes de todos los hechos. El no era una persona muy comunicativa.

"Iba a darle un susto"
Casado y padre de dos niñas, Morales se declara profundamente católico y antes de ser arrestado dedicaba su tiempo libre a preparar a niños para la Primera Comunión.
Siguiendo las órdenes de su jefe, por el cual dice sentir una profunda admiración, compró la bencina que incendió la habitación del martillero en su casa de El Quisco y custodió, durante 10 días, la caja que contenía el gas y el arma de electroschok comprada por Rocha al investigador Dante Yutronic.

-¿Cree que Gerardo Rocha tenía planeado matar a Jaime Oliva esa noche y por eso llevaba un arma, gas pimienta, bencina y una pistola de electroshock?
No, porque él dijo que iba para hacerle algunas preguntas y darle un susto. Jamás pensé que él quería matarlo (...) ¿Cómo yo iba a pensar que una persona con la calidad de gente que conocía, a nivel de todo el mundo como Su Santidad el Papa Juan Pablo II, Santa Teresa de Calcuta, un presidente de Estados Unidos, por dar algunos nombres, iba a tener la intención de cortar la cantidad de proyectos que tenía para este año y futuro?


-Usted fue voluntario de bomberos, ¿no supuso que su jefe tenía intenciones de incendiar la casa?
Fui voluntario por varios años, pero jamás llegué a pensar que don Gerardo haría todo lo que hizo. Uno aprende a salvar vidas y es lo que hice en un momento sin saber quién era. Si yo hubiera sabido en lo que terminó no me hubiera quedado en esa casa arriesgando mi propia vida y quedando preso y perdiendo a toda mi familia y mi libertad.

-¿Qué pasó cuando llegaron a la casa de El Quisco?
Don Gerardo me dijo que dejara la caja en un costado de la escala. Estando en el segundo piso con el señor Oliva llega don Gerardo y el señor Osores apuntando con una pistola diciendo: esto es un asalto. El señor Oliva lo reconoce (a Rocha) y le dice: Gerardo, yo te puedo explicar todo.

-Hace poco confesó que ayudó a amarrar a Jaime Oliva, ¿Qué le ordenó Rocha?
Cuando don Gerardo ingresa a la pieza, me pasa una cinta y me ordena que le amarre los pies. Le doy dos vueltas y se corta la cinta y Osores le amarra la parte de arriba. Luego don Gerardo me dice que baje y que suba la caja. La dejé afuera de la pieza y bajé al primer piso.

-¿Qué hizo cuando escuchó los gritos de Oliva? ¿Pensó ayudarlo?
Subo detrás de Osores y veo a una persona envuelta en llamas que se mueve. El señor Osores trata de apagarlo, pero el fuego es violento y se va con mucho susto. Yo quedo solo con la persona en llamas, tomo un cubrecamas y lo envuelvo, tratando de apagar el fuego que tenía en el pelo y recién en ese momento me doy cuenta que era don Gerardo. El fuego era muy fuerte y lo saco de la pieza. En un momento siento miedo por mi vida, miró a la pieza y estaba todo en llamas. No había posibilidad de ingresar de nuevo.

-¿Cómo fue el viaje hasta la Clínica Reñaca? ¿Su jefe estuvo consciente todo el camino?
Debido a mi estado de shock y que casi chocamos, el señor Osores me dice que mejor maneja él. En el trayecto don Gerardo me pasa la pistola y me dice que la guarde en la guantera(...) El estaba consciente e incluso le decía por dónde ir en el auto. Me pide la pistola y la deja debajo del asiento. Dice que no pensaba que la bencina era tan volátil y que se le escapó de las manos. Comenta que le sacó las cintas (a Oliva) y se recuesta en el asiento trasero. Comenzó a tiritar, yo lo toco y él me dice que es una reacción normal del cuerpo. Llegamos a la clínica donde me pide que llame a su señora y ahí nos detienen.

-¿Qué le diría a la familia de Jaime Oliva?
Ante Dios y en el silencio de mi celda rezo a diario para que Dios les dé paz y resignación por perder a un ser querido. Les pido, desde lo más profundo de mi corazón, perdón. Y decirles que si hubiera imaginado en lo que terminaría esto, no habría participado, pero me superaron los hechos. Sólo Dios sabe cuánto me arrepiento de todo.

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