Cómo son hoy las colonias penitenciarias de la ex URSS, los lugares que esperan a las Pussy Riot
Maria Alyojina y Nadezhda Tolokonnikova fueron enviadas a centros de reclusión de Rusia en inhóspitas condiciones, similares a las que existían durante la Unión Soviética.

Las colonias penitenciarias de Siberia, o Rusia oriental, han mejorado poco desde que Stalin gobernara la Unión Soviética.
Si bien ya no tienen la rigidez de los gulag, o campos de trabajo donde el líder soviético enviaba a sus enemigos a morir, sí cumplen con un objetivo similar, que es separar a los prisioneros de sus seres queridos y cansarlos con trabajo constante, con poco tiempo de descanso y en localidades con condiciones climáticas extremas.
Así es la realidad que enfrentarán por hasta dos años, dos de las integrantes de las Pussy Riot, quienes tras su condena ya habrían partido hacia centros penitenciarios.
Mientras que Tolokonnikova fue enviada a la zona pantanosa de Mordovia, conocida por su plaga de mosquitos y otros insectos, Alyokhina fue sentenciada a cumplir su condena en Perm, una región extrema donde las temperaturas pueden llegar a -50° Celsius, ubicada a 1.400 kilómetros de Moscú, en la zona de las montañas Urales.
Según el sitio web de The Atlantic Wire, la abogada del grupo, Violetta Volkova, dijo que "la distancia no es el problema". "Estos campos son algunos de los pocos que quedan de los días de los campos de los gulags de Stalin, donde los prisioneros políticos eran enviados a los extremos lejanos del imperio ruso, y nunca más se sabía de ellos", explicó.
Esto no quiere decir que el gobierno ruso quiera "hacer desaparecer" a las artistas, sino que se les quiere alejar del ojo público, en especial por el revuelo mediático que su arresto causó en febrero.
Svetlana Bakhmina, una abogada que cumplió una condena de tres años en una colonia penitenciaria, explicó a la agencia AP cómo es la vida al interior de estas prisiones. "Todos conocen la regla: no confíes en nadie, nunca temas y nunca perdones". "Estás en tierra de nadie", añade, "nadie te ayudará; tienes que pensar todo lo que vas a decir o hacer para permanecer como persona".
Bakhima agrega que "el aburrimiento no existe en la colonia", lo que no quiere decir que se realicen actividades entretenidas para las prisioneras. "Una persona normal no podría imaginar el ambiente", asegura, "te puedes demorar hasta medio año en acostumbrarte".
Al interior de la prisión, la moneda más apetecida son las cajetillas de cigarros, mientras que algunos prisioneros pueden recibir víveres de sus familiares. Aquellos menos acomodados deben trabajar para que otros prisioneros les compartan sus cosas como pago por favores.
Si no se comportan como se les exige, las artistas condenadas podrían pasar hasta 15 días aisladas de sus compañeras. Este castigo se aplica incluso por faltas menores, como no hacer bien la cama o no poner sus manos en la espalda cuando se les indica.
Pero estos no son los riesgos más grandes que corren Tolokonnikova y Aliokhina. "Las colonias consumen a las mujeres", explica el jefe de la Comisión de Monitoreo, Vitali Borschyov.
"Teniendo un gran grupo de mujeres en un solo espacio es una receta para tensiones y conflictos", asegura, "pueden resultar golpeadas, humilladas sexualmente, o forzadas a convertirse en la amante de alguien, en especial si eres una mujer joven".
Además, los seguidores del grupo temen que prisioneros que adhieran a la Iglesia Ortodoxa acosen a las intérpretes por su posición política y religiosa.
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