Histórico

Costo de la campaña política

<div>Cabe preguntarse si es eficiente que recursos de todos los chilenos se destinen a una publicidad sin contenidos, en vez de a una propaganda que difunda ideas.</div><div><br></div>

A POCAS semanas de iniciarse formalmente la campaña publicitaria que llenará las calles y carreteras con afiches que no sólo afean la ciudad, sino que causan accidentes de tránsito al distraer a los conductores, cabe preguntarse si es eficiente que recursos de todos los chilenos se destinen a una publicidad sin contenidos, en vez de a una propaganda (propagar ideas) con contenido.

Mucha gente compra algo motivado por la foto del producto y después se arrepiente, porque no era lo que parecía. En política es lo mismo, con la diferencia de que si no nos entregan  lo que nos ofrecieron, no podemos devolver el "producto" hasta la próxima elección.

Los candidatos, una vez más, invertirán grandes sumas para publicitarse, seguramente después de haber calculado fríamente la probabilidad de recuperarlas con los impuestos de todos y, además, de que tienen la opción de ocupar un cargo público con una remuneración que, ya nadie duda, es excesiva.

Lo correcto sería destinar esos dineros a la propagación y confrontación de propuestas de los candidatos, financiando más debates televisivos, donde todos -sin excepción- cumplan con el derecho y el deber de dar a los ciudadanos la posibilidad de emitir sus votos informados. Nada hay más antidemocrático que poder votar sin poder evaluar objetivamente las cualidades, capacidades y los programas de gobierno (con metas, plazos y costos) de quienes postulan a los distintos cargos de elección popular.

La modernización de un Estado democrático no es facilitar los trámites administrativos de la población, sino racionalizar la gestión y asignar de forma correcta los recursos que recibe de la misma gente. Claramente no lo es con una publicidad barata donde priman eslóganes que no dicen nada y fotos intervenidas que tratan de mostrar una personalidad muchas veces distinta a la real.

Cualquier emprendedor que postula a una licitación pública invierte recursos personales para poder demostrar que su propuesta es la mejor, entregando un detalle de cada tarea que hará y con qué cronograma, sabiendo que si lo pierde no recuperará un peso de lo desembolsado, y que si lo gana y no cumple con lo prometido, se verá obligado a pagar multas compensatorias. ¿Por qué, entonces, quienes dicen postular a un cargo por su "vocación de servicio público" tienen garantizado recuperar parte o todo lo que gastaron en publicidad, aunque no ganen?

Lo anterior no significa que el Estado no deba asignar recursos para las campañas. Todo lo contrario, pero que lo haga bien para que los candidatos se preocupen más de presentar al país sus propuestas concretas, con tiempo y no a menos de dos meses de las elecciones como observamos hoy y donde exista la posibilidad real de que los votantes puedan confrontar las ofertas de cómo y en qué medida su propuesta resolverá los problemas que aquejan a la población.

Ver más profesionalismo en el modo de hacer política contribuirá a recuperar su bajo prestigio. Gastar millonarios recursos en financiar shows, donde el 90% del tiempo se ve a artistas cantando y bailando (lo que de verdad le interesa a la mayoría de quienes asisten a estos eventos de campaña) y muy poco escuchando a los candidatos, que más que exponer ideas seriamente, la mayoría de las veces son un participante más en el show.

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