Histórico

Cuidado infantil, en serio

Todos los actores deben demostrar su valoración de la maternidad, y eso incluye, además, la responsabilidad social de las empresas de no eludir la exigencia legal de disponer de salas cuna en el caso de tener a más de 19 trabajadoras contratadas.

Se ha abierto un debate sobre cuidado infantil y mercado laboral que resulta incompleto y, a ratos, demasiado ideologizado. De hecho, La Tercera editorializó ayer sobre el particular.  En líneas generales, existe una contradicción en ciertos sectores que, por una parte, parecen querer retener a las mujeres en el hogar, siguiendo patrones culturales conservadores y, por otro, claman por una mayor participación femenina en el mercado de trabajo.

En este contexto, se ha objetado la política pública que facilita el acceso a sala cuna a los niños menores de un año, pertenecientes a hogares vulnerables. Lo que establece el sistema Chile Crece Contigo, siguiendo las recomendaciones del Consejo Asesor de Infancia, es que dicha garantía esté disponible para todas las madres de hogares vulnerables que estudian, trabajan o buscan trabajo, y no disponen de arreglos domésticos para cuidar a los niños, incluidas las trabajadoras informales. Se concilian así el bienestar del niño y la promoción de oportunidades para las mujeres madres.

Al respecto, resulta pertinente citar el estudio conjunto de ProUrbana, de la Universidad Católica, y el Observatorio Social de la Universidad Alberto Hurtado, que indagaron en el universo específico de mujeres vulnerables que llevan a sus hijos a salas cuna. Según este estudio, la existencia y el acceso a las mismas es fuente de bienestar para las madres que estudian y trabajan, y de cuidado de calidad para sus hijos. El impacto social puede apreciarse en que el 63.4% de las madres entrevistadas afirma que si no contaran con sala cuna para sus hijos, se verían forzadas a dejar su trabajo o estudios; para el 90.2% de las madres entrevistadas su trabajo es indispensable para sostener el hogar; y el 84.4% destina su sueldo a cubrir los gastos básicos de la familia. Mal puede hablarse de "opciones personales" para no ingresar al mercado laboral.

Por otro lado, la valoración de la sala cuna como un espacio para el desarrollo cognitivo, social y afectivo de los niños es altísima: el 91.0% de las entrevistadas considera que allí el niño o niña está aprendiendo cosas que en la casa no aprendería; y el 92.2% valora que el niño pueda sociabilizar con otros de su misma edad.

En este debate subyacen otros temas de fondo. Quizás el más importante es que la crianza de los hijos no compete sólo a las mujeres. De no democratizarse esta relación -y de no impulsarse un cambio cultural en esa dirección-, seguirá recayendo en las mujeres el trabajo doméstico, lo que implica su rezago en términos personales, sociales y económicos.

Otro tema que suele abordarse de manera elíptica es el financiamiento. En principio, ampliación del postnatal y otras formas de cuidado no son temas incompatibles. No obstante, es fácil sugerir la ampliación del postnatal como alternativa universal cuando todo el gasto es de cargo fiscal. Pero, ¿cuál sería la actitud ante esta misma medida si, por ejemplo, se planteara que tres meses fueran asumidos por el Estado y tres meses de cargo del empleador? ¿O que las isapres contribuyeran a cofinanciar esta prestación que, de paso, terminaría con el uso fraudulento de las licencias por enfermedad grave del hijo menor de un año? Se omite, a este respecto, que Chile es uno de los pocos países en que el postnatal lo financia enteramente el Estado.

En suma, todos los actores deben dar muestras reales de su valoración social de la maternidad, y eso incluye, además, la responsabilidad social de las empresas de no eludir la exigencia legal de disponer de salas cuna en el caso de tener a más de 19 trabajadoras contratadas.

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