Histórico

De La Habana a Auckland, la singular historia del nieto de Salvador Allende (Parte II)

"EL COMANDANTE QUIERE VERLOS ANTES DE QUE SE VAYAN"
¿En qué circunstancias conociste a Fidel Castro?
Al volver a Chile en 1992 con mi hermana le enviamos una carta para agradecerle. El 93 fuimos de vacaciones y nos llama la secretaria de Fidel y dice: "El comandante quiere verlos antes que se vayan".

Llegamos con mi papá al Palacio de la Revolución y cruzamos miles y miles de salones y, finalmente, pasamos por una puerta y el comandante estaba ahí, verde olivo, relajado, con las botas encima de una pequeña mesa. Estaba con Felipe Pérez Roque, que aún no era ministro. Cada vez que a Fidel se le olvidaba un nombre, Roque le decía Andrés Allamand o Puccio. Estuvimos más de una hora. Hablamos del futuro, nos dijo que éramos siempre bienvenidos, que la casa iba a estar ahí para nosotros. Le dimos las gracias, porque ese país nos recibió, nos alimentó y nos mantuvo.

¿Por qué habló de Allamand?
Habló de la transición y de Allamand, como político joven, de una derecha más moderada.

¿En Cuba tuviste alguna vez interés por entrar al PC?
No, jamás, no creía.

¿No creías en qué?
Leía a Marx y le encontraba razón en cuanto a que había un sistema injusto, fricciones entre las clases, pero no creía en una filosofía economicista, que negaba el espíritu. Además, encontraba a los comunistas lateros, eran muy conservadores, machistas y homofóbicos, y eso me molestaba. Hubo una época en que mandaban a los homosexuales a unos campos a reformarse.

¿Tu problema era que se metieran en la vida privada?
Tenía una profesora de redacción que me daba clases en su casa y siempre tenía mucha curiosidad. Un día le miro unos papeles y eran los nombres de mis vecinos con una lista de los que creían en Dios y los que no. Trabajaba para la inteligencia y me dio mucha lata. No me gustaba el sistema de los Comités de Defensa de la Revolución, que era espiar al otro. Había otras cosas con las que no estaba de acuerdo: yo soy de izquierda, pero si vas a defender los DD.HH. no puedes combatir lo que pasó en Chile y después hacerte el loco con lo que pasa en otro lado, como en Cuba.

¿O sea que al final el nieto de Allende se convirtió en disidente?
Disidente no era, pero era crítico. La revolución yo la defiendo, pues le estoy agradecido. Pero tengo derecho a criticar. ¿Me hace eso un antirrevolucionario? No.

¿Hubo algo más que te molestara de la revolución?
Ese prejuicio que había con el suicidio. Ser el "nieto de..." era una cosa que me casuaba estrés, porque sentía que estaba traicionando la imagen revolucionaria, la imagen de mi abuelo. Decía soy diferente y la gente se refería a esa diferencia como 'los maricones' y en todo el espectro político".

"TENCHA Y PAYA ERAN MIS ABUELAS"
Tras el suicidio de Beatriz Allende, Alejandro se fue a vivir con Mitzi Contreras, militante del MIR y hermana de Miria ("Paya").

Con el tiempo consideraría a Mitzi como su segunda madre. Pese a haber vivido con la familia de la ex amante de su abuelo, nunca perdió el contacto con Hortensia Bussi. En la parte final de su testimonio, relata la vida cotidiana en Cuba durante su infancia y juventud.

¿Es verdad que la relación de tu madre, Beatriz, con tu abuela Hortensia Bussi era distante?
Mi mamá quería mucho a la Tencha, pero no eran muy cercanas. No tenían mucho que ver por diferencias políticas. Pero la Tencha en el exilio se reinventa, y pasa de ser esa primera dama protocolar a encabezar la resistencia chilena.

En una biografía de tu abuelo (9), Eduardo Labarca dice que la decisión de tu mamá de dejarlos con Mitzi fue el último desprecio que ella le hizo a Tencha.

No, yo no creo. Mi mamá quería que nosotros nos criáramos en Cuba. Ellas no eran muy unidas, pero mi mamá quería y respetaba a su madre.

¿Esa reinvención de la Tencha tras el golpe, sirvió para que ellas se acercaran?
Ellas se veían regularmente. Lo que pasa es que mi mamá era mucho más apasionada con el proceso revolucionario. Lo que se dice de esa época es que estaba la Tencha y la Isabel, mamá e hija que se adoran. Y por el otro lado, estaban Beatriz y Allende. Es algo que pasa en todas las familias, que hay lealtades y más cosas en común con unos que con otros.

Tu mamá los dejó a ustedes con Mitzi, que era hermana de quien fue amante de tu abuelo. Los mundos de la Tencha y de la Paya no se juntaban. Por eso se habla de desaire.

Yo encuentro que ella lo hizo bien. Nunca la Tencha ni la Paya nos hicieron sentir ningún tipo de conflicto. La Paya me preguntaba todo el tiempo cómo está tu abuela y mi abuela me preguntaba por la Paya. No eran amigas y no tenían por qué serlo. Yo me considero afortunado, tengo dos familias con dos mujeres excepcionales: Tencha y Paya eran mis abuelas.

¿Tencha nunca manifestó intención de llevarlos a México?
Nunca, y jamás nos hubiéramos ido. Yo amaba a la Mitzi, era la persona número uno en mi vida. Aunque con mi abuela nos llevábamos muy bien. Ella era muy cariñosa con nosotros y se interesó en que aprendiéramos otras cosas. Tenía una mentalidad más abierta, me hablaba de Dios, del mercado, de los países que conocía, de las personas, etc.

Por ser el nieto de Allende y llevar su nombre, ¿sentiste privilegios en tu vida en Cuba?
Allá había colegios a los que iban los hijos de los diplomáticos, otros donde iban los de excelencia académica, a mí me cargaban esos lugares, así que fui a colegios normales. A mi mamá, la Mitzi, el Estado cubano le daba una asistencia económica mensual -y vivíamos de eso-, teníamos una casa que nos pasó la Revolución en Miramar, un barrio precioso. Mi mamá tenía un Lada, un lujo en Cuba, pero se lo había comprado mi abuela.

¿Tu abuela Tencha?
Sí, era una plata de mi mamá Tati. También tuve la oportunidad de conocer los hoteles cuando iba mi abuela; personalidades como a Fidel Castro, a Vilma Espín (esposa de Raúl), a Piñeiro, muchos otros. Pero en general nuestra vida era modesta. Te voy a dar un ejemplo: cuando cumplí 15 años la Mitzi me preguntó: "¿Qué quieres de regalo?, la Tencha me pasó 100 dólares para ti". Era una fortuna, así que le dije "dame dos dólares" y me compré un chocolate. El hijo de la Mitzi, Roberto, durante años le mandaba 50 dólares mensuales. Tuvimos una vida decorosa, pero no de lujos.

¿Tencha nunca se alojaba en casa de ustedes?
Ella y Mitzi conversaban por horas de nosotros, pero después mi abuela se iba a su hotel o a una casa de huéspedes oficiales. Ella era bien divertida, se iba a la cinco de la mañana a nadar y después a las seis estaba parada en dos patas haciendo yoga.

Me acuerdo que en el Hotel Riviera me decía: "Mira Alejandro, mira el mar". Y yo pensaba "esta mujer de qué me está hablando".

Después con los años entendí que mi abuela me enseñaba a ver la belleza. Esos eran los privilegios que tuvimos. También podíamos viajar, fuimos a México varias veces a ver mi abuela y mis tías. También fui a Europa invitado por la Paya.

Tú abuela se juntaba con Castro, ¿cómo era la relación de ellos?
Ellos han tenido puntos de vista diferentes, pero se han respetado.

Mi abuela me contó que en una reunión ella le criticó el Granma, le dijo que no era bueno, que hablaba mucho del azúcar, de las papas, y Fidel le dijo: "Mira le vamos a poner una página más".

Mi abuela le respondió: "Por Dios, si una página más no hace ninguna diferencia". Se rieron. Después en Chile ella hizo ese famoso discurso en que plantea elecciones para Cuba. La Tencha es crítica, pero si tienes que hacer una sumatoria no está contra del régimen cubano.

¿Cuándo deciden venir a radicarse a Chile?
Cuando salieron las listas para retornados (a fines de los 80), la Mitzi me dijo que había posibilidades de que volviéramos y a mí me dio terror. La imagen que tenía de Chile era muerte, torturas. Pero todo pasó muy rápido. Hubo una desgracia... a un nieto de ella -Esteban, que era como mi hermano- un amigo le pegó un balazo jugando. El era seis meses mayor que yo y vivimos como ocho años juntos. Un día fue a la casa de un amigo y otro sacó la pistola y le disparó. Murió camino al hospital. Ese día mi mamá Mitzi murió de tristeza, nunca más fue la misma.

¿La muerte de Tati fue cuando tú eras muy chico, la de Esteban fue la primera de la que fuiste consciente?
No, la primera muerte para mí fue la de Laura Allende (10). Me afectó mucho, a mí me encantaba ir a su casa. Tenía cáncer a los huesos y sufrió muchísimo. Cuando me contaron la manera en que había muerto y por qué lo había hecho, me dio mucha tristeza.

Me gatilló un poco lo de mi mamá: otra persona que se suicida en mi familia y en circunstancias sumamente trágicas. Porque lo que hizo la Laura fue un acto político.

¿Por qué?
Se suicidó porque no la quisieron dejar entrar a Chile a morir, porque la consideraban peligrosa.... ¡Una mujer que se está muriendo de cáncer!

¿Tras la muerte de Esteban te viniste a Chile?
No. Primero se fue mi mamá Mitzi a crear las condiciones y se instaló en un departamento en Santiago, mientras Maya y yo terminábamos el colegio. Mi papá se fue a vivir con nosotros a Miramar y un día me dice que tiene una mala noticia: "Tu mamá está enferma".

Se me cayó el mundo. Mi peor pesadilla era que le pasara algo a ella y se cumplió. Tenía cáncer. La Mitzi no quería que la viéramos en ese estado. Me dijo: "Termina el colegio y después vienes". Ahora me arrepiento, debí haberme ido ese mismo día...

Y un día me llama la Paya de Francia y me dice que la Mitzi murió. La lloré por años. Ahí dije me voy de Cuba.

Fue fulminante
Sí, en cosa de meses. Ella era una gran fumadora, una espiga, no comía nada, trabajaba mucho, estaba todo el día en reuniones por la resistencia. Era del MIR. Tenía millones de listas, como en sistema Excel, pero a mano, y tenía todo codificado. Manejaba información y sabía mucho. A la casa siempre llegaba gente, a mí me encantaba quedarme a escuchar las conversaciones. Se hablaba de gente que había caído, que estaban torturando.

¿O sea que la Mitzi, políticamente, era bastante parecida a Tati?
Creo que coincidían en mucho con la Mitzi, pero no eran amigas cercanas. Mi mamá (Tati) le puso el ojo yo creo, porque ella era una mezcla de intelectual, pero también una ama de casa, con mucha energía y que ética y moralmente es impecable. Ella nos crió de una manera en que nos dio una reserva afectiva que a mí me dura hasta hoy, eso a mí me salvó.

"LA PAYA MERECÍA ESTAR EN EL FUNERAL DE MI ABUELO"
¿Cuándo tuviste conciencia de que la Paya había sido amante de tu abuelo?
Toda la vida. Era algo que todo el mundo sabía.

¿No te parecía raro?
No, ¿por qué? El cariño de ambas familias siempre estuvo ahí.

Cuando volví a Chile, primero viví con Isabel Ropert (hija de Paya), yo iba a ver a mi abuela semanalmente y a veces me quedaba allá. Y después cuando me fui a vivir con Tencha, el contacto con los hijos de la Mitzi siguió. Y a la Paya la iba a ver casi todas las semanas. Mi abuela me preguntaba: ¿Dónde vas?, donde la Paya. "Pásela bien", me decía. Siempre tuve contacto con esos dos mundos y las puertas estaban abiertas.

¿Qué se decía de la Paya entre los Allende-Bussi?
Nadie hablaba mal de ella. Una vez en una entrevista a Isabel Allende le preguntaron ¿qué sientes por la Paya? Y ella respondió: "Admiración".

¿Y la Paya qué historias te contó de tu abuelo?
Me dijo que era muy conversador, buenmozo, que era una persona exquisita, totalmente seductor, y gran político. La Paya no hablaba mucho de Allende, era algo que le dolía. Ella tuvo una desgracia muy grande, porque ese 11 de septiembre le asesinaron también a un hijo, Enrique (11), y ella no estaba preparada para eso.

En Cuba, en las reuniones del MIR en la cocina de tu casa, ¿participaba la Paya?
No. La Paya trabajaba en turismo, por muchos años en Cubana de Aviación y después en Havanatour. Ella no era apolítica, sabía todo, era muy respetada.
Pero en Cuba, en términos oficiales, optaron por Tencha.

La Paya tenía el apoyo y la confianza de la revolución cubana. Claro que la Tencha era la cabeza de la oposición. Desde ese punto de vista la Paya tenía un perfil más secundario, pero por ningún motivo pienso que ella no tenía apoyo de los revolucionarios.

Max Marambio, muy amigo de ella, dice (12) que a la Paya la izquierda no le ha reconocido el rol que jugó.

Ella tuvo una importancia fundamental, fue leal a Allende hasta el final. Fue la única mujer que se quedó en La Moneda. Estaba dispuesta a morir por él. Pero la Paya eligió el silencio, y eso también es respetable. Ella era sumamente discreta, jamás me contó todas las cosas que hizo.

¿Recuerdas que la Paya estuviera en el funeral oficial de tu abuelo en 1990?
No recuerdo haberla visto. No sé si había vuelto a Chile, tampoco. Si me preguntas si ella merecía estar allí, yo creo que sí y en primera fila, se lo merecía, se lo ganó.

Vivíamos de una asistencia económica mensual que nos daba el Estado cubano. Teníamos una casa que nos pasó la revolución en Miramar, un barrio precioso. Y un Lada, un lujo en Cuba".

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