Histórico

Denisse van Lamoen, la última abanderada

Fue la primera chilena en disparar una flecha en unos Juegos Olímpicos. Y la última en portar la bandera en un desfile inaugural. Dos años después de colgar el carcaj, la arquera echa la vista atrás: su viaje desde un pasaje de Iquique hasta el Estadio Olímpico de Londres.

Asegura Denisse van Lamoen que cuando era niña no solía jugar a los indios. Pero que no le hizo falta siquiera llegar a disparar su primera flecha para darse cuenta de que aquello tenía que ser lo suyo. Fue, sencillamente, un flechazo. En sentido literal. "Conocí el tiro con arco casualmente. Y fue amor a primera vista", comienza a relatar la ex arquera, sentada junto a La Tercera en un sillón de su departamento de Ñuñoa. "Tenía unos vecinos allá en Iquique, la familia Bórquez Burgos, que hacían tiro con arco. La familia completa. Y siempre me invitaban, pero a mí al principio no me tincaba demasiado. Hasta que un día, todo el grupo de cabros chicos que nos juntábamos en aquel pasaje de Iquique, nos motivamos. Éramos 13 y los 13 entramos a hacer tiro con arco. Recuerdo que yo estaba enyesada y que no pude probar hasta más tarde, pero me enamoré de sólo verlo", rememora.

Y fue así como, a los 13 años, la niña nacida en Arica en el seno de una familia de ascendencia holandesa, alemana y aimara, la misma que veía desde la banca los partidos de básquetbol de su equipo mientras soñaba con convertirse en profesional del tenis de mesa, comenzó a forjar su camino. Un camino que terminaría llevándola a convertirse en la primera mujer chilena y sudamericana en competir en unos Juegos Olímpicos en la disciplina de tiro con arco. Un hito que tuvo lugar en Sydney 2000, tan solo cuatro años después de haberse instalado con su abuela en Santiago para poder empezar a competir profesionalmente.

Los resultados deportivos de Van Lamoen, plata panamericana en Winnipeg 1999, continuaron mejorando con la llegada del nuevo siglo, hasta que un polémico doping positivo en los Juegos Sudamericanos de Brasil 2002 lastró su meteórica progresión.

Pero aquel controvertido episodio, que la ex atleta continúa tildando de "injusto", aduciendo que la sustancia encontrada en su organismo "sólo pudo venir de afuera al no existir en Chile ni por recetario magistral ni como componente de ningún medicamento de laboratorio", acabaría alumbrando una nueva pasión su vida.

Porque en aquellos Juegos Sudamericanos, a la arquera le retiraron sus siete medallas (seis de ellas de oro), pero también le abrieron los ojos: "Cuando me centré en la defensa de la sanción justa, conocí al abogado que me inspiró a estudiar derecho. Fueron un año y tres meses muy duros, pero si hoy trato de verlo en perspectiva, es posible que tenga una carrera gracias a eso".

Érika, su candidata

La fe inquebrantable en su inocencia y su personalidad indómita resultado, quizás, de esa "mezcla brutal" de sangres, -como ella misma la define- que corren por sus venas, permitieron a Van Lamoen volver a pulverizar registros nacionales y panamericanos en su regreso a los campos de tiro.

Lo mejor, sin embargo, aún estaba por llegar: "Yo había soñado con dos cosas en mi vida; ser campeona mundial y poder llevar la bandera unos Juegos Olímpicos", confiesa. Y consiguió ambas cosas. En Turín, en el Campeonato Mundial de tiro con arco de 2011, la chilena se convirtió en la mejor arquera del planeta. Un año más tarde, le encomendaron enarbolar la bandera nacional en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres. "Yo creo que Chile me dio la bandera en primer lugar porque Tomás González se bajó de la lista", reconoce, en un alarde de franqueza. Una mujer de 36 años que acierta a describir así las sensaciones experimentadas durante el desfile: "Sentía que iba a reventar, a explotar de alegría. La sonrisa que yo tenía era imborrable. Recuerdo la sensación de unión y la comunión que había entre todos los deportistas. Todos entrando por ese túnel hacia un estadio repleto. Es impactante".

Denisse se la juega por una de las actuales candidatas: "Las tres lo merecen, pero siento que sería un reconocimiento tremendo para Érika (Olivera), por su larga carrera, sus logros internacionales y por todo lo que ha hecho también aquí, en Chile, en su comunidad y en su comuna".

En 2014, la última abanderada olímpica chilena puso fin a su exitosa carrera y colgó el carcaj con las flechas del mismo perchero de su casa de Ñuñoa sobre el que todavía descansa. Hoy, apenas dos años después de su retiro, Denisse van Lamoen trabaja como asistente operativo de causas en la Fiscalía Centro Norte de Santiago y asegura ser feliz. Tanto como lo era en aquel pasaje de Iquique sobre el que llovían las flechas de los trece arqueros precoces. O como en aquella noche del viernes 27 de julio en el Estadio Olímpico de Londres.

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