Señor director:

El tema del aborto es complejo; tiene muchas lecturas y argumentos a favor y en contra. Algunos estamos felices de que por fin pueda debatirse. Insisto en recordar que la Presidenta Bachelet plantea su despenalización ante tres causas, en las cuales hay consenso en los países que adscriben a las convenciones internacionales de derechos humanos, por ser considerado un acto humanitario básico con la mujer que vive esa situación de extremo dolor.

Agradezco a Cristóbal Aguilera por aportar al diálogo, respondiendo a mi carta del sábado. El postula que todo debate sobre la despenalización del aborto debe comenzar en torno a la discusión sobre si la vida en el útero materno es humana o no, desde qué momento y, por ende, si debe ser protegida.

Estoy absolutamente de acuerdo en que es uno de los aspectos que deben ponerse sobre la mesa a la hora de discutir sobre la despenalización del aborto sin apellidos. Hay tesis muy interesantes y relevantes en términos legales y morales. Pienso en las argumentaciones ofrecidas por Judith Jarvis Thomson y Mary Anne  Warren, que apuntan a la pregunta por el minuto en que consideramos a un ser humano en términos jurídicos, y desde esa delimitación construir las excepcionalidades que otorgará ese orden jurídico al derecho a la vida. Por ejemplo, nuestro sistema legal ofrece al menos una: la defensa propia.

Con lo que no puedo estar de acuerdo es con su pretensión de que la autonomía de la mujer deba excluirse del debate. Las mujeres son justamente quienes no deben ser excluidas. Son las que se embarazan y las que, debido a la complejidad de la situación, han perdido sus derechos al hacerlo. No incluir su autonomía, su sufrimiento, la propiedad de sus cuerpos, su ser sujeto de pleno derecho, es considerarlas simples envases reproductivos.

Paula Sáez A.

Psicóloga UDP