Diario de vida
<div>Si antes transferimos el control de las sanitarias, ¿por qué hoy nos vamos a oponer a que se haga lo mismo con lo que resta? </div>
QUERIDO DIARIO: tú eres mi confidente, aquel a quien le cuento las cosas que espero nadie más se entere y con quien comparto mis pensamientos íntimos. Por eso te confieso que no logro entender el discurso de mis amigos y de mis compañeros en el tema de la venta de la participación minoritaria que tiene el Estado en las empresas sanitarias.
Nuestro grupo siempre ha tenido más confianza que los otros en la capacidad del Estado de administrar empresas. Ellos tienen traumas, nosotros no. La gestión de TVN, Metro, BancoEstado, incluso Codelco en varios aspectos, me confirma que el Estado puede administrar bien una empresa cuando cuenta con buenos equipos, un buen gobierno corporativo y se cumplen los principios de la Ocde sobre empresas públicas.
También es cierto que tendemos a ser más desconfiados de las empresas privadas. Pero sabemos que con una buena regulación e instituciones fuertes, podemos lograr mayores niveles de productividad, inversión y empleo gracias a ellas.
Por eso me impresiona cómo fuimos capaces de vencer nuestros temores y confiamos a privados enormes responsabilidades que antes nadie les había confiado: las carreteras, los puertos y aeropuertos, hasta las cárceles. También les confiamos la administración de algo tan básico y vital como el agua potable. Obviamente, hubo que fortalecer la legislación y crear una superintendencia potente, pues se trataba de un monopolio natural.
Así fue como se privatizó, o en otros casos se concesionó, la provisión de agua potable, alcantarillado y tratamiento de aguas servidas. Chile ha logrado desarrollar uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo, claramente el mejor de América Latina. Y no sólo se ha logrado alcanzar niveles cercanos al 100% de cobertura nacional de agua potable y 95% en alcantarillado, sino que además logramos en apenas una década pasar de casi nada a 85% en el tratamiento de aguas servidas. Si hasta hace poco era peligroso comer verduras frescas, por temor al cólera y al tifus, y era un riesgo bañarse en contaminadas playas.
Esta enorme transformación requirió de un tremendo coraje, pero se logró. Y fue mérito, principalmente, de los gobiernos de la Concertación.
En suma, la incorporación de privados a las sanitarias ha permitido mejorar los niveles de servicio, sin requerir inversión pública, sino que, por el contrario, generándole al Estado importantes ingresos, y una gran mejoría en salud y medio ambiente. Por eso, no logro comprender por qué mis amigos y mis socios, los mismos que escribieron esta linda historia, hoy no la defienden. Es una historia exitosa, de desarrollo sustentable y progreso.
Si antes transferimos la mayoría, el control, ¿por qué hoy nos vamos a oponer a que se haga lo mismo con lo que resta? Gracias a que la transformación se hizo bien, ahora es posible obtener US$ 1.600 millones y destinarlos a inversiones socialmente más rentables. Al oponernos, pareciera que la transformación que realizamos no fue por convicción. Como que nos fuera impuesta o nos avergonzara. Una nueva señal de que formamos un país al que después dejamos de interpretar. Quizás por eso perdimos, porque muchos de nosotros no creen en lo que hicimos.
Querido diario, espero tener el valor de decirles a mis amigos y a mis socios que cuando hicimos transformaciones fue que crecimos, y cuando nos invadió la paralización… entonces fue que nos empequeñecimos.
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