Señor director:

La pregunta sobre si la mediatización de situaciones que requieren órganos con "prioridad nacional" aumenta la disponibilidad de donantes, es de difícil respuesta, vista la demora o ausencia de resultados. Es poco responsable confiar en cambios culturales que a futuro estimulen el altruismo. La medicina del trasplante y las campañas han hecho lo suyo, pero no están teniendo los resultados que sus esfuerzos merecen.

Chile tiene uno de las peores tasas de donantes del mundo (menos de siete por millón de habitantes), y debemos reconocer que el consentimiento presunto proclamado por la ley  ha tenido efectos negativos: los presuntos donantes son mayores de 18 años (aproximadamente 13.500.000) y de ellos casi un tercio ha documentado su negativa a donar. En paralelo aumenta la población de adultos mayores que fallecen con fallas orgánicas que hacen inviable sus órganos para trasplante, resultando un pool de donantes presuntos severamente mermado por el significativo aumento del rechazo familiar, que con 53% está muy por encima de cifras internacionales (40%).

El número de trasplantes realizados en Chile se estanca. Entre tanto, el número de personas que vitalmente requieren trasplantes va en aumento y la espera por acceder a un órgano se prolonga. En muchas naciones el tema está en ebullición en lo jurídico y lo bioético. Se realizan estudios para localizar los problemas y pensar soluciones empeñadas en buscar el equilibrio entre intereses y valores de posible donantes, receptores y del Estado que ha de velar por la efectividad y la corrección  de caminos alternativos.

Es imperioso que en nuestro medio se abra el debate, se abandone la pasiva  resignación de haber hecho lo legalmente correcto y se analicen alternativas con base sociológica y empírica para activar nuestra magra disponibilidad de órganos y sangre.

Miguel Kottow

Profesor titular Universidad de Chile y Universidad Central