Divorcio y uniones de hecho II
Señor director:
Dos noticias recientes relativas a "temas valóricos" han generado preocupación entre aquellos que quieren fortalecer el matrimonio tradicional: por primera vez en Chile el número de divorcios superó al de matrimonios y estamos ad portas de que se discuta en el Congreso el Acuerdo de Vida en Común (AVC).
Quisiera plantear dos cosas a los detractores de la ley de divorcio y del AVC. Ninguna de las dos recomienda divorciarse o no casarse, sino que sólo abren el espacio de decisión de los individuos. Es decir, ambas están en plena consonancia con la idea de que la ley ha de resguardar y promover la libertad de los ciudadanos, en lugar de constreñir su capacidad de decisión respecto de acciones que no merman la libertad de los demás.
Por otra parte, ni la coerción de la ley ni los incentivos del gobierno ayudan a tener una sociedad mejor en cuanto a matrimonio y familia. Si las personas se casan en parte porque la ley no permite otro tipo de uniones, o no se divorcian en parte porque los obstáculos son innumerables o hay beneficios económicos, entonces el resultado no es una sociedad cuyos miembros saben cómo vivir en pareja, sino personas que actúan por motivos ajenos a los que deberían animar este tipo de relaciones.
Afirmar que una sociedad así es moralmente mejor que la que aquellos detractores creen que resultaría de la ley de divorcio y del AVC es propio del fariseísmo moral.
Rafael Simian
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