Histórico

Documentos cuestionan la veracidad de A Sangre Fría

Archivos de la policía revelan que Truman Capote manipuló información. La novela es la más importante del llamado "nuevo periodismo".

Leyó el titular del The New York Times y se inquietó. Era 16 de noviembre de 1959, y el escritor Truman Capote se enteraba del terrible asesinato, ocurrido el día anterior, de los cuatro integrantes de una familia en el pueblo de Holcomb, Kansas (EE.UU.).

El autor estadounidense seguiría el caso al pie de los archivos judiciales. Visitaría a los dos asesinos en la cárcel, Dick Hickock y Perry Smith, y cerraría su historia con los dos hombres ejecutados en abril de 1965, tras cinco años de juicio.

Los escalofriantes sucesos sobre la familia Clutter eran contados en el libro A sangre fría, editado en 1966, e instalando a Truman Capote como el mayor referente del nuevo periodismo. Así comenzaba la leyenda para el excéntrico narrador, que se definió como "alcohólico, drogadicto, homosexual y un genio".

Truman Capote llegó el 15 de diciembre a Kansas, un mes después de los sangrientos hechos, para realizar un reportaje, enviado por el editor de la revista The New Yorker. "Al comienzo fue duro, pero ahora soy casi el alcalde", decía, con tono fanfarrón, durante su estadía.

La nota inicial de A sangre fría señala: "Todos los materiales de este libro que no derivan de mis propias observaciones han sido tomados de archivos oficiales o son resultado de entrevistas con personas directamente afectadas".

Hasta su muerte, en 1984, Capote defendió el relato fidedigno de su "novela de no ficción", convertida en un clásico y llevada al cine, en 1967, por Richard Brooks. Además, su autor sería interpretado por los actores Philip Seymour Hoffman (Capote) y Toby Jones (Historia de un crimen), en las cintas que también recrearon la novela.

Sin embargo, un artículo publicado la semana pasada en The Wall Street Journal desmiente algunos episodios del volumen que le dio fama y dinero a su autor. Además, entrega detalles de cómo procedía Capote para obtener información de primera fuente. El periódico estadounidense accedió a los documentos del caso Clutter, que un agente ya fallecido de la Agencia de Investigación de Kansas (KBI) tenía en su poder.

El héroe miente

El titular de The New York Times que leyó Capote en noviembre de 1959 decía: "Un rico agricultor, su esposa y dos hijos fueron asesinados en su casa tras dispararles a quemarropa y ser amordazados". El brutal asalto produjo conmoción en Estados Unidos.

El caso estuvo a cargo del detective Alvin Dewey Jr., quien cada día entregaba información a la prensa sobre los avances de la investigación. En A sangre fría, el detective es descrito como un héroe. "El más efectivo testigo del fiscal fue Alvin Dewey", se lee en la novela.

Su ambición pudo más: el detective abrió los archivos de la KBI a Capote. Además, le entregó información vía telefónica y por cartas, y le concedió un extraordinario acceso a los asesinos. Hasta ayudó a Capote a obtener el permiso de conducir en el estado de Kansas.

En 1960, el autor de Otras voces, otros ámbitos le escribe al detective: "¡Alvin, algo muy importante! El diario de Nancy tiene anotaciones durante los últimos cuatro años. Necesito las anotaciones del 14 de noviembre en 1958, 1957 y 1956, ¡urgente!", le señala Capote, pidiéndole el cuaderno de la hija del clan asesinada.

Alvin Dewey, antes de morir en 1987, dijo: "Nunca traté a Truman de manera distinta a la que traté a los demás medios". 

Pero Capote fue más allá en su obsesión por obtener exclusividad del caso: le exigió a Columbia Pictures que le ofreciera a Marie, mujer de Dewey, un trabajo como consultora para la versión cinematográfica de la novela, de 1967. El contrato, que terminó en manos de un comerciante de Los Angeles, establece que Columbia Pictures le "pagará como compensación por sus servicios la cantidad de 10.000 dólares".

En la trama de la novela, tras los asesinatos, Dewey envió a un agente esa misma noche a una granja de Kansas, donde uno de los sospechosos (Hickock) había vivido con sus padres. Según los archivos encontrados en la KBI, la información es otra: tuvieron que pasar cinco días para que los investigadores fueran en busca de las huellas de uno de los asesinos.

Kevin Helliker anota en su artículo de The Wall Street Journal: "Durante décadas, los detectives literarios han revelado numerosos pecados periodísticos en A sangre fría, que van desde pequeñas inexactitudes a la completa fabricación. Las últimas revelaciones, sin embargo, son particularmente dañinas", y agrega: "Dewey dijo muchas veces que el libro era preciso".

Truman Capote siempre fue más lejos: hizo pagos a la defensa de Hickock y Smith. Incluso, financió las lápidas de sus tumbas para que pudieran descansar en paz, de una vez.

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